Epílogo

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El bullicio de las calles de Nueva York le llena los oídos; el mal olor del que nadie habla cuando romantizan la belleza de los grandes edificios y los parques parece querer tragarsela. Las personas corriendo de un lado a otro, chocando y maldiciendo, la humedad y el tiempo que ahí parece ir siempre deprisa... todo conforma un caos al que ya Sky se ha adaptado.
 
Al llegar a casa ella sonríe, quitando su abrigo. Suspira cuando se quita los zapatos y corre a beberse uno de esos cafés instantáneos por los cuales Dianne siempre la regaña.
 
La extraña. Se pregunta cuándo volverá de su viaje.
 
Hoy salió más temprano del trabajo y eso lo agradece, al fin podrá terminar la carta que lleva escribiendo hace tanto tiempo a modo de epílogo para su historia.
 
Se sienta en su escritorio y observa un poco más la preciosa vista de la ciudad que tanto ama.
 
Nueva York.
 
Quién le diría que sería feliz en un lugar tan repleto. Ella, que adora la paz.
 
Pero lo es. Mucho.
 
Abre su ordenador y revisa los correos. Tiene algunas propuestas de editoriales para publicar su libro, y varios correos de personas que quieren que cante en sus bares. No es famosa, pero cuando ve esas propuestas a veces se siente como tal.
 
Sonríe al ver también un correo de Eric, el chico que ha empezado a gustarle. Quiere que cante en su bar al menos una noche. Ella se lo piensa. Realmente tiene ganas de cantar esa canción que lleva preparando mucho tiempo. Cree que ya tiene el valor y la fuerza para ello.
 
Suspira otra vez y bebe otro sorbo de café. Busca por los papeles y encuentra entre sus miles de intentos de cartas la más decente. Quiere hacerla así, a la antigua, porque cree que tiene más valor, aunque luego deba pasarlo digitalmente. Quiere sentir las letras en sus manos. Quiere ver la tinta manchar el papel blanco con aquello que tiene en su cabeza.
 
Aquello que quiere contarles.

A mis dos chicos:
 
Creo que cuando todo termina simplemente vuelve en flashes, ¿no es así? Han pasado cinco años, aunque a veces se siente como si hubiera sido ayer. Como un caleidoscopio de recuerdos. Todo vuelve a mi mente.
 
Quería confesar que los extrañaba pero, no quiero parecer egoísta. No es mi intención perturbar su paz en el cielo. Sé que están allá. Ambos. Merecían el cielo luego de que en la tierra los lastimaran tanto. Ya lo sé, tranquilos. Sé cuánto sufrieron, lo sé todo. Lo supe con el tiempo.

Supe incluso lo que ustedes no sabían. Supe que detrás de aquella fachada, de aquel show del que éramos protagonistas había un negocio más grande, el verdadero negocio. Y también fueron parte de eso. Lamento tanto que la vida los haya tratado así, mis queridos ángeles. Ustedes merecían alas doradas, no alas de color rojo, casi negras.

Por eso hice lo único que quedaba por hacer. Lo único que quedó en mis manos. Cumplí sus deseos y sus sueños, nuestros deseos y sueños. Usé el dinero que papá me dejó y acabé con todo de una vez. Tan fuerte era la fortuna que acabó con su propia raíz.

La ONU al fin apoyó. Las ciudades nunca dejarán de ser corruptas, el mundo tampoco, pero al menos no habrá más niños en ese rincón de Canadá a los que usen para experimentar, ni jóvenes para jugar. Nunca más tendrán que vivir lo que vivimos en "Sky". Lo juro por el amor que les tengo.
 
Ethan, Isaac, ustedes eran almas gemelas. Y yo nunca los olvido. Ni olvido sus canciones y su arte. Justo hoy voy a cantar "Paradise" por todos. Para que lleguen a mí y sepan que ahora cumplí la promesa que les hice.

Soy feliz.

Estoy viviendo.

Dianne y Hunter van a tener una niña. Son profesores de música aquí en Nueva York, dos almas libres que siempre están por ahí, descubriendo, viviendo. No estoy sola, los tengo a ellos, y a la música. Y con la música los tengo a ustedes.

Estamos cumpliendo nuestros sueños poco a poco y tenemos paz. Vivimos en paz y sonreímos de verdad.

Me encontré a mí misma en este largo proceso. Tengo al fin una identidad. Tengo un propósito que no llama a una destrucción. Mis pesadillas sobre aquel día cada día son menos gracias a mi psicóloga, y a la vida tranquila que llevo. Gracias a mi conciencia y a sus recuerdos, a los bonitos.

Busco superar por completo ese momento. Pero no quiero con ello superarlos a ustedes. Jamás.

Sentí mucho gracias a los dos. Fueron mi compañía, mi familia, como lo son ahora Dianne y Hunter.

Me sentí feliz en su momento con cada uno.

Me hicieron feliz.

Yo quiero recordar esa parte porque quiero llevarlos siempre conmigo. Son parte de mi pasado.

Un pasado muy jodido, pero que nos hizo uno.

Ese último verano siempre arderá en mi corazón. Fue nuestro.

Y ustedes, siempre serán míos.

Aquel Último Verano Donde viven las historias. Descúbrelo ahora