Capítulo Catorce

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Dianne Aster

A Hunter le habían informado sobre su horario y método de entrada, así como de que formaría parte de la nueva generación de jugadores en el campamento, la cual comenzaba justo ese verano. Cuarta generación.

Hunter no tenía idea de qué significaba aquello, y tampoco le importaba mucho. Su aspecto no era el más decente en el instante en que subió a aquella camioneta blanca. Lo recogieron en su casa, y el chófer no habló durante las seis horas de viaje. Tampoco ese chico pelirrojo que iba su lado. Ese había pasado casi todo el camino dormido.

—Llegamos —el chófer detuvo el auto un poco antes de la entrada, el otro chico despertó y bajó rápido, incluso primero que él.

Hunter se tomó unos segundos para procesar lo tan adentro del bosque que estaba ese lugar. No cuestionó los detalles raros como la línea blanca en el suelo un poco más atrás, o el por qué el auto no entraba y los dejaba justo donde pasarían la noche si había una calle vacía para eso, solo quería cuánto antes algo para aliviar su ansiedad.

Frotó su rostro un par de veces al bajar para quitar un poco el cansancio de sus ojos de paso. Era tarde, y el viaje lo había agotado mucho.

Caminó siguiendo al pelirrojo hasta la entrada porque este parecía saber más del sitio que él. Al verlo detenerse para prender un porro se acercó corriendo.

—¿Me puedes vender uno?

—¿Tienes dinero? —dijo algo cortante el chico mientras daba una calada.

—Ehm... no. No me permitieron traer, pero, te puedo pagar en cuanto tenga.

—Aquí dentro nunca vas a tener, todo se paga con puntos. ¿No leíste las reglas?

—La verdad es que no.

—¿Sabes siquiera lo que viniste a hacer? Soy Terrence, por cierto, pero llámame Terry.

—Hunter —se presentó él—. Me dijeron que debía tocar la guitarra cuando me asignaran a una banda y jugar para ganar dinero, o puntos, me da igual. Pidieron una cuenta de banco.

—Sí, depositan dinero a quien haya firmado por ti, pero tú no lo ves hasta que sales... si es que sales.

—¿Por qué no saldría? —Hunter rio como si Terrence estuviera contando un chiste, pero el pelirrojo hablaba más en serio que nunca.

—Espero que tengas tiempo de leer las reglas antes de que alguien te mate —susurró el que fumaba, más para sí mismo que para Hunter. Se deshizo de lo que dejó del porro y buscó a alguien en la entrada que le indicara hacia dónde ir, pero lo que encontró realmente lo sorprendió—. ¿Una chica?

—¿Nunca has visto a una chica antes? —se burló Hunter, ganando una mirada de desaprobación del otro. La falta de drogas en su organismo lo estaban haciendo ver como un bromista pesado ante el desconocido, pero era solo su subconsciente hablando por él en medio de la desesperación. En realidad, no era tan sociable.

—Muy gracioso señor "no me sé las reglas del campamento al que vengo a morirme" —se burló Terrence, pero el peliblanco ahora estaba muy enfocado en la mujer que caminaba hacia ellos—. Es que aquí, no se aceptan chicas.

—Es una broma, ¿no?

—¿Te parece que bromeo?

Hunter suspiró ante la seria expresión del pelirrojo. Le recordó a Ren en algunos aspectos como el cabello, el interés por el dinero y la inteligencia, pero definitivamente su antiguo amigo era más divertido.

—Buenas noches Terrence, Hunter. Soy Dianne, profesora del campamento. Bienvenidos.

Ella no tenía tiempo para perder. Era una experta a la hora de ignorar las miradas obscenas a las que siempre había sido sometida por parte de los hombres, debido a su cuerpo prominente. Por eso ignoró la de Hunter, quien no disimuló en absoluto la repasada que le dio en silencio a sus pechos.

—Terrence, tú eres prospecto para la nueva banda, Jet Black Heart. Vocalista. Te quedas en esta área. Hunter, conmigo, tú vas al área sur. Guitarrista para Blockbuster, banda nueva también. Tomen sus cosas y caminen detrás de mí, los guiaré por ahora ya que como siempre, soy la primera en llegar.

Hunter notó cierto sarcasmo en ella que le agradaba. Además de que se le hacía muy atractiva. Físicamente era el tipo de mujer que le gustaba de verdad. Alta, morena, labios carnosos con solo un poco de brillo que los resaltaba. No llevaba casi maquillaje y aun así se veía preciosa. Sus ojos eran grandes y expresivos, oscuros, con esas largas pestañas adornándolos que los hacían ver aún más perfectos. Los rasgos de la chica delataban su madurez, eran tan divinos que no podía apartar la vista hasta guardarlos totalmente en su memoria.

De su cuerpo también había mucho para cautivar al chico. Por ejemplo, aquellas curvas y piernas largas cubiertas hasta la mitad por una falda lisa. Y aquellos pechos prominentes que le recordaban a la primera vez que se sintió cautivado por un cuerpo femenino. Aunque ella lucía mucho más hermosa y elegante, eso sí.

—Paliducho, deja de mirarme el culo o te clavo un tacón en los huevos —Dianne tenía un carácter de mierda, pero por alguna razón eso a Hunter se le hizo muy atractivo.

Ella no combinaba con su extenso historial de amantes hasta ese momento, pero lo prohibido lo calentaba también, lo acababa de descubrir.

—Terrence, esa es tu cabaña. Isaac será tu líder si te acepta, de lo contrario pues, suerte buscando a dónde unirte.

—Conozco las reglas, gracias profesora —la mujer asintió, le gustaban los chicos a los que no tenía que tratar como niños—. En cambio, si puede, dígaselas a él. Está totalmente perdido.

—Buenas noches —lo cortó la mujer.

Hunter había comenzado a sudar y era una mezcla de calor, ansiedad y nervios. Ella lo ponía nervioso porque era la primera mujer que no le parecía débil, y que no se lanzaba a sus pies. Y cuando Terrence entró a su cabaña tuvo que caminar a su lado evitando su intensa mirada que lo desestabilizaba aún más.

—Si tienes calor puedes ponerte algo más cómodo. Estamos en medio del bosque, pero de día la humedad no te dejará usar esos suéteres.

—Estoy bien.

Dianne por su parte, reconocía aquellos síntomas a leguas, y sentía cierta pena porque nunca había visto a alguien tan joven y desesperado como él.

Aquel Último Verano Donde viven las historias. Descúbrelo ahora