Capítulo Ocho

19 9 0
                                    

—¿No quieres caminar, cielito? Bien. ¡No camines entonces! —rio Benjamin, entusiasmado, y la cargó sobre uno de sus hombros.

La cabeza de la chica quedó hacia abajo y la bolsa intentó caerse. Casi que pudo ver algo, pero Killian no lo permitió, colocándola de nuevo y esa vez asegurándose de que no se volviera a caer haciendo un nudo improvisado que apretaba un poco el cuello de Sky.

No tenía idea de a dónde la llevaban. No tenía idea de por qué hacían eso. ¿Novatada? Ni una mierda. Eso lo debían estar haciendo por diversión.

Sky quería gritar, pero no le salía la voz. Estaba paralizada y solo pensaba y sobre pensaba. No podía pedir ayuda. Y de alguna manera sentía que nadie la ayudaría... no se escuchaba una sola voz excepto los murmullos y risas de aquellos dos.

—¿Dónde está Isaac?

—¡Eso! ¡Habla, cielito! Haces esto aburrido, ¿sabes? Los nuevos tienen que ser divertidos si quieren subir su rango de popularidad.

—¡¿Dónde mierda está Isaac?! —esta vez logró reunir fuerzas, gritó y pataleó, intentó salir de encima de Benjamin, pero él apretaba más y más su agarre en sus piernas y le toqueteaba el trasero para enfurecerla más.

—Pórtate bien, cielo... o será peor. Mira, para que veas que no soy tan malo te voy a contar una historia mientras llegamos a nuestro destino.

—No creo que a la chica le interesen tus historias en este preciso momento, Ben.

—¡Pues no tiene opción, K! —otra vez rieron.

Sky tenía ganas de vomitar.

—A ver, cielo, solo estamos divirtiéndonos, entiende. El líder no puede oponerse a la novatada, ¿o no leíste las reglas? Tranquila, no vas a morir. Bueno, no si pones de tu parte obviamente. No te enojes con nosotros porfa, esto quizás y hasta te ayude con tu ránking personal, que está muy bajo, por cierto. La gente no te ama.

—Y tener sexo con los líderes no te hará subir, Sky —esa vez habló el otro, y de paso aprovechó para apretar más el nudo del nylon en la cabeza de la chica. A Sky ya le estaba costando respirar. Necesitaba calmarse, pero le era imposible—. ¿Sabes quiénes son los números dos y tres en la lista de favoritos de la audiencia? ¡Nosotros!

—Ustedes son unos hijos de puta. Eso es lo que son. No pueden matarme, la policía-

—Ay, ¿vas a llorar cielito? La policía no interviene con lo que sucede en este lugar, de eso se encargan tus papis. Oh, mira, ¡ya llegamos!

Benjamin al fin la bajó. Intentó ponerla de pie, pero ella perdió el equilibrio por estar mareada y cayó al suelo. Sky rápidamente intentó quitar el nylon de su cabeza, pero por supuesto, ellos no lo permitieron.

—Deja te quito los zapatos mi precioso cielito, ¡vamos a tomar un baño! —Killian aguantó sus muñecas, las unió mientras sus brazos estaban extendidos sobre su cabeza, siendo apretados por él para que ella no pudiera moverlos en lo que su amigo se encargaba de ella.

Benjamin quitó sus zapatos y acarició sus piernas como mísero consuelo a lo que le esperaba.

Ambos la levantaron y al instante Sky sintió lo caliente que estaba el suelo sobre sus pies descalzos. No se quejó, estaba internamente tratando de contener sus ganas de gritar, de llorar y de vomitar. No quería darles más gustos a esos dos.

Estaban en una playa. El sol se sentía fuerte, la arena hervía y ella ya podía percibir el sonido de las olas. Su pánico aumentó cuando sintió el agua tibia bañar sus pies y retrocedió al segundo, ganando más risas y burlas de parte de los chicos.

Aquel Último Verano Donde viven las historias. Descúbrelo ahora