Capítulo Veinte

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Daniel & Isaac

Daniel aprendió mucho de sus nuevos compañeros. Entró como esperaba a la banda "Jet Black Heart", poniendo en marcha su plan de mantener un perfil bajo y sumiso para conquistar al chico que le robaba el sueño.

El destino estuvo un poco de su lado al permitir que compartieran cabaña, y banda. Daniel sonreía cuando nadie lo veía, conocía muy bien el juego como ex espectador, y conocía mejor a Isaac luego de analizar por meses su comportamiento. Le encantaba verlo fingir al inicio, dar una imagen que no era real con tal de que sus otros miembros confiaran en él, de que él confiara.

Pero él ya confiaba y conocía al verdadero Isaac. Quería ganar a su lado, estaba claro. Esas situaciones divertidas del líder fingiendo le cedían el control que Isaac le quitaba, y estaba bien con eso siempre y cuando Isaac confiara en él y lo considerara un amigo.

Sus compañeros eran raros y el líder los manipulaba con facilidad. Killian tomaba muchas pastillas, Isaac las cambiaba a su antojo mientras el rubio creía que este lo estaba ayudando. Benjamin amaba la sangre, lo grotesco, no hablaba mucho con nadie, solo con Killian, y reía a carcajadas cuando algo malo sucedía. Hacía bromas pesadas, pero respetaba su espacio por alguna razón que luego descubrió. Le temía al líder, ambos chicos. Y el líder no se despegaba de su lado.

Terrence era el más "normal", aunque siempre se aislaba de la banda. Se drogaban juntos a veces, pero él era más frecuente en ese mundo y el destino de Isaac y de "Jet Black Heart" le daban un poco igual. Iba a lo suyo, por eso el líder lo descartaba la mayoría de veces.

Luego de ver lo que lo rodeaba, Daniel se convirtió en el miembro perfecto para Isaac. Obediente, dispuesto y muy sumiso. Lo acompañaba a todos lados, escuchaba sus planes en las noches, a su lado. Mataba por él. Enterraba los cuerpos en la playa, donde estaba la pila de piedras. Cumplía las reglas, los retos, peleaba, lo alababa, lo ayudaba cuando estaba en crisis... Daniel hacía de todo por él, pero durante el primer año no recibió ni un solo buen trato de su parte.

Se culpaba a sí mismo por esperar algo de alguien que no tenía nada para dar. Sabía antes de entrar que no sería fácil ganarse su corazón, y aun así había ideado miles de propuestas y posibilidades para ello. Tenía esperanzas de ser alguien importante para él... nada podía salir mal.

Hasta que la realidad lo golpeó, una vez más. Era lo que le pasaba cuando soñaba más de lo que vivía, que le tocaba vivir lo que no quería soñar. Eso que apartaba de su mente cuando intentaba pensar en él y en cómo quería que lo tratara.

Isaac no podía meter a nadie en su corazón, porque en su corazón ya había alguien, y era la única causa por la que hacía lo que hacía. Le había tocado escuchar tantas veces sobre Sky, ver sus lindos labios pronunciar su nombre con amor. Verlo llorar por ella, gemir su nombre mientras se tocaba a su lado cuando pensaba que él dormía de espaldas. Deseaba tanto ser ella que terminó detestándola, al punto de sentir repulsión al escuchar su nombre. Y lo peor era que, con el pasar de los días, aumentaba el hecho de que allí dentro, el mundo parecía girar completamente alrededor de esa chica.



(...)

Durante el segundo año su dosis de heroína aumentó un poco, así como la cantidad de muertes a su nombre a encargo de Isaac. Se volvieron más cercanos, más tolerantes al otro. Aunque a Daniel seguía molestándole cuando le hablaba de ella, pero lo escuchaba igual porque amaba sus susurros tranquilos y el brillo de sus ojos. Quería tanto ser él la causa de ese brillo...

Se veía al espejo y se imaginaba siendo una chica, teniendo el aspecto de Sky. Se tragaba el corazón cuando Isaac lo abrazaba por los hombros y reía luego de una victoria. No quería sentirse así, no quería ese latir acelerado, lo odiaba porque no era correspondido. El humor de su líder mejoraba con los días durante ese segundo año, todo le estaba saliendo como quería. Ganaban cada juego, cada reto, y Isaac se ponía feliz, y con ello muy cariñoso.

Reía mucho, se acercaba más para hablar con él. Le pedía que lo acompañara a hacer recorridos mañaneros. Iban a la playa a estar en silencio, juntos. Y Daniel contemplaba cómo se movía su cabello con la brisa, y aquellos hoyuelos encantadores que escondían la sádica personalidad que realmente tenía.

Aquel Último Verano Donde viven las historias. Descúbrelo ahora