Ethan March
—Tomen a la niña.
—Esperen... ¿a dónde se llevan a Sky? ¡Esperen!
—Ethan, calma. ¿Qué dije sobre gritar? Calma, pequeño. No... no llores. Respira. ¿Qué es lo que siempre digo?
—La ira no resuelve nada... la calma sí.
—Ese es mi chico. Muy bien. Ahora seca esas lágrimas y busca a los demás. Vamos, sonríe, pequeño. Sonríe y sal al patio a jugar.(...)
En el mundo de Ethan se valía lo que se era capaz de soportar. Y él valía mucho. Muchísimo.
Aquel silencioso sitio de apellidos al azar entre colores y meses, repleto de niños de todas las edades, era lo único que conocía. Era su mundo, su hogar desde que tenía uso de razón. Según los archivos de la tía Hilda (los cuales leyó a escondidas cuando cumplió doce años), había llegado al orfanato con dos días de nacido, y desde entonces había permanecido bajo el total cuidado de aquella mujer delgada en extremo, junto a las monjas y voluntarios de la iglesia que hacían obras de caridad ayudando a cuidar el lugar. O más bien a los huérfanos del lugar.
Ser huérfano quizás sonaba como lo peor del mundo, pero en realidad, dependía de a quién le preguntaras. Para Ethan por ejemplo, no era tan malo. Desconocía el significado de la palabra "padres", en cambio los términos "hermanos" y "tías" los dominaba totalmente, aunque no fuera muy correcto llamar así a las personas que vivían con él. Allí dentro todos eran como hermanos hasta que alguien los adoptaba, no importaba cuándo, cómo o por qué habían llegado. Solo Hilda, la encargada, llevaba los expedientes y era la única que podía responder por cada uno de los niños que vivían en ese orfanato. Entre ellos Ethan, quien destacaba gracias a varios factores.
Inteligencia, capacidad de liderazgo, gran empatía y una sonrisa encantadora, eran algunas de las cualidades que hacían que cada persona que iba a adoptar se interesara en primera instancia por él. Aunque nunca lo adoptaban.
Cuando Ethan cumplió tres años más de cincuenta parejas lo habían entrevistado, y al terminar, al casi decidirse, luego de hablar con Hilda todos decían lo mismo: "no podemos llevarlo con nosotros".
Cuando se exigía un por qué nadie daba una respuesta clara. Algunas veces la excusa era que buscaban a un recién nacido, o que el chico apenas hablaba; otros decían que Ethan parecía querer romper en llanto constantemente, pero Hilda era la única que conocía la verdadera razón, y eso la hacía sentir mal, muy mal... porque Ethan era el niño con el alma más bonita de todos los que habían pasado por allí.
A la mujer le aliviaba el hecho de que el pequeño se encontrara a gusto en el escenario que ella pintaba para él. Lo convencía diciendo que el orfanato siempre sería su hogar, pero sabía que aquello tampoco era cierto, solo necesitaba que el chico fuera feliz al menos hasta que le tocara irse. Hasta que llegara el momento de cumplir con lo prometido.
Ethan, por su parte, no quería ser separado del sitio tampoco. Al menos no sin sus amigos, sus hermanos. Se apegaba demasiado a quienes quería, aunque también disfrutaba el estar solo, mantenía el equilibrio como todo un superdotado en carisma y plenitud.
Se le podía ver casi siempre en la sala de música aprendiendo a tocar el piano. A sus cuatro años aún hablaba de manera torpe, pero cantaba y tocaba casi perfectamente, entonado melodías que aprendía de memoria y tarareaba por todos los rincones. Se podía contar con él para cualquier tarea necesaria, ayudaba sin protestar y lo mejor, el chico contaba con el don del liderazgo. Todos los niños lo querían y seguían, se dejaban guiar por él. Él los protegía.
Quizás era por eso que no quería irse.
Ethan actuaba como un animal cuando se trataba de aquellos que le tocaban el corazón... territorial y sobreprotector. Desde muy pequeño, los adultos que se encargaban del sitio notaban cómo sacaba las garras a la hora de sobrevivir por los demás. A la hora de defender, de cuidar. Ethan era comparado a menudo con aquel animal que reinaba las montañas: el lobo.
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Aquel Último Verano
Mystery / ThrillerSky Davies tiene un único propósito de verano: reencontrarse con Isaac, su ex novio, en aquel campamento en medio de un bosque en Columbia Británica que lleva su mismo nombre. Con eso en mente, emprende camino hacia el sitio esperando pasar por prim...