Capítulo Veinticuatro

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—¿Qué haces, princesa?

El impacto, el miedo y la expresión de Isaac hicieron que el teléfono cayera al suelo. Sky, rápidamente, intentó evitar su mirada y se agachó a recoger el objeto, notando que este se había dado un pequeño golpe pero aún seguía funcionando bien.

Isaac se acercó a ella, se agachó y tomó sus manos mientras la chica aun sostenía el teléfono, haciéndola levantarse. La tensión se podía cortar con un cuchillo y la forma en la que él la miró, aunque ella no lo miró directamente por más de dos segundos en silencio, fue suficiente para hacerla entrar en pánico.

Sky jamás lo había visto así, esa expresión indicaba decepción, rabia y algo más que no logró descifrar.

—Estás temblando, Sky... —susurró él y su aliento golpeó la oreja de la chica cuando la atrajo para abrazarla—. Me tienes miedo en este momento, ¿verdad? —Muchos sentimientos pasaron por el cuerpo de Sky. Cubrió su rostro con sus manos para llorar, y creyó que su llanto iba a ser calmado, pero terminó ahogándose entre sus propias lágrimas mientras él la acallaba con esa suavidad en la que ella ya no confiaba para nada—. Yo nunca te haría daño, princesa. No tienes que temer... mientras estés conmigo nada malo te sucederá, te lo dije una vez. Solo, espero que no estés pensando en traicionarme.

—¿Te refieres al cómo tú me traicionas con mi mejor amiga? —soltó al fin, con la valentía nula que tenía, guiada por el dolor y dándose cuenta de que efectivamente, le acababa de dar un golpe sin necesidad de pegarle, porque los brazos de él dejaron de apretarla y él se tensó, la soltó y se alejó un poco.

Era el momento de hablar, era tiempo de pedir explicaciones. Sky no podía dejar que la hiciera sentir mal por recriminarle algo que a ella le dolía más que nada.

—¿Desconfiabas de mí y por eso revisaste mi teléfono?

—En absoluto. Nunca me pasó por la cabeza que pudieras hacer semejante asquerosidad, Isaac. Hay límites. Aquí dentro te vi hacer de todo, pero al menos creía que tu amor hacia mí era sincero...

—¡Lo es! ¡Maldita sea, Sky! ¡No te precipites! —la expresión de los ojos de Isaac cambió, su temperatura corporal se volvió algo fría y ella lo notó cuando él tomó sus manos.

Sky seguía llorando, y le parecía ver que él también tenía los ojos empañados. Ahora el pánico los abrazaba a ambos pero ella ya no sentía lástima por Isaac. Solo de recordar las fotos desnudas de Mía al lado de las suyas su estómago se retorcía.

—Tenía insomnio... estaba nerviosa por la batalla de hoy y tomé el teléfono para intentar despejar la mente. Abrí la galería, Isaac, y me encontré esa mierda...

—Lo hago por los dos.

—¡¿Te follas a mi amiga por los dos?!

—¡No es eso, maldita sea! Escuchame... no pienso perder este juego, Sky. No voy a perder este año. Tu amiga siempre estuvo enamorada de mí y yo me cohibía. Nunca lo notaste pero Mía era bastante obvia, desde ese primer momento en que te conocí en el muelle. Vi la oportunidad cuando Riki entró al juego, sabes que son mellizos. Riki es del equipo enemigo de mi banda... uso a Mía para tener a Riki de nuestro lado, Sky. No me gusta esa chica, esas fotos las acepto para que crea que sí.

—No puedo con esto, Isaac... me duele. ¿Qué necesidad tenías?

—La necesidad de sobrevivir, princesa. Yo te amo y quiero salir de aquí contigo. Lo demás no me importa. Tienes que creerme... tienes que...

—Quisiera en verdad confiar en ti pero... no puedo. Hoy debemos pelear juntos, debemos sobrevivir como banda y eso haré. Pero cuando la batalla termine, Isaac, quiero estar sola. Necesito pensar, aclarar mi cabeza porque tienes que entender que todo esto me duele y solo se suma a lo que ya me atormentaba. Lo único que creía que tenía era tu amor, y ahora siento que ni siquiera eso tengo. Mía es mi mejor amiga, le pedí ayuda a ella incluso para que traiga a la policía y así poder salvarnos todos en la final, sin necesidad de que nadie muera.

—La policía no va a venir, Sky. Tus padres y el resto de personas que dirigen este sitio tienen el poder para impedir una intervención de la policía, del gobierno, de lo militar... nadie puede salvarnos más que nosotros mismos, ¿no entiendes? Lo que hago lo hago por sobrevivir. Lo hago por salir de aquí con vida. Hay que pensar con lo que tenemos en este sitio, no cuentes con lo que hay afuera. Nadie va a venir a rescatarnos...

—Iré a dormir, en un par de horas es la batalla y necesito fuerzas.

—¿Puedo dormir contigo?

—No me toques, simplemente. Necesito superar el asco que siento ahora mismo por ti, por ella y por todo, hasta por mí misma.

—Me parece egoísta que pienses mal de mí cuando nunca te he hecho daño, y solo vivo por y para ti, princesa —susurró él cuando ella salió y la chica se giró ofendida para ver cómo él apagaba su teléfono y lo guardaba en su bolsillo, manteniendo entonces una expresión neutral.

—¿Perdona?

—Estoy luchando solo, por los dos. Estoy sacrificando todo, haciendo de todo por ti y me pagas con tu desconfianza. Deberías saber que yo jamás te traicionaría. Tú y yo somos igual de desgraciados y eso nos une, lo hizo una vez y lo hará por siempre. Replantea tu situación porque si me vas a odiar por usar a Mía para tener ventajas y así poder ganarle a Ethan... yo podría recriminar que te guste Ethan, mi enemigo, tu enemigo. ¿O es mentira?

—¿Qué mierda estás diciendo?

—¿Me lo vas a negar? —Isaac se acercó, ahora él sonreía porque la había hecho sentir culpable, justo como deseaba. Había volteado el juego.

—Éstas actuando como un imbécil, ¿sabías?

—No confías en mí, Sky... yo podría decir lo mismo de ti.

—¿Te puedes callar? —rompió la chica en llanto y él salió del baño, mucho más calmado, dejándola totalmente rota.

¿Cómo era posible que lograse hacerla sentir mal cuando no había hecho más que pensar en el bien de todos? ¿Por qué se sentía destrozada sabiendo que sí le gustaba Ethan y que él sospechaba, o sabía?

Sky no quería seguir con eso. Todo la sobrepasaba, la superaba. Dolía... Su cabeza era un desastre. No quería seguir en la banda de Isaac. Quería alejarse y lo peor era que no faltaba nada para pelear a su lado, por su victoria.

Suspiró. Escurrió sus lágrimas, lavó su rostro y se vio al espejo. Estaba hecha un desastre, tanto por dentro que se reflejaba por fuera. Se sentía un asco de persona aún cuando estaba rodeada de gente peor.

Suspiró otra vez y caminó hacia la cama, acostándose a su lado para ver si durmiendo el par de horas que le quedaban de "paz" su cabeza se tranquilizaba. Se tapó totalmente y le dio la espalda, pero no pasaron dos minutos para que el enorme cuerpo del chico la abrazara, y entonces ella sintió sus sollozos en su oído. Su caliente aliento la golpeó, traspasó la sábana y Sky terminó llorando también de escucharlo así de mal. Era una imbécil porque a pesar de todo le tenía cariño y le dolía, él, y todo, lo que hacía, lo que decía y lo que les pasaba.

—Lo siento mucho, princesa... espero puedas perdonarme. No me abandones. Te amo demasiado, no puedo perderte.

Isaac tenía razón. Ella era una desgraciada como él. Ahí dentro todos lo eran.



Aquel Último Verano Donde viven las historias. Descúbrelo ahora