Día Menos 1

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El mes de noviembre se pasó rápidamente. El otoño se fue junto con mi dolor, esa estación me había sanado tanto física como psicológicamente. Ahora estaba lista para darle la bienvenida al invierno, el cual sabía que no sería tan frío con mi alma como temía.

Cuando pensé que todo había acabado, que ya nada podía dañarme, que ya había superado todos los obstáculos, la vida me hizo ver lo contrario, me tenía preparado lo peor para el final.

Una noche de viernes mientras trataba de calentarme del intenso frío que hacía con un delicioso chocolate caliente, sonó el timbre de la casa. Confundida miré el reloj, las once de la noche me insinuaban que ya era demasiado tarde como para una visita improvisada.

Me levanté del sofá, dejé mi taza humeando sobre la mesa, y tapada con un chal que compré en mi viaje a Oaxaca, me dirigí hacia la puerta pensando en quién podría ser.

Abrí la puerta y me quedé estupefacta. Me dije mentalmente que aquello no podía ser cierto, que era una mala jugada de la vida lo que ocurría. La crisis de ansiedad que había dejado atrás regresó. Tomé la manija de la puerta con fuerza para evitar caerme. Me repetí mil veces que no podía estar pasándome eso.

Me había costado nueve, nueve malditos y horribles meses para seguir adelante, para superar el peor día de mi vida. Había recorrido miles de kilómetros, había besado otros labios, había llorado millones de lágrimas, había casi muerto gritando un nombre maldito para poderlo sacar de mi corazón, de mi mente y de mi vida.

Había hecho todo para ahuyentar a un fantasma que me persiguió durante mucho tiempo, y ahora nueve meses después, él estaba ahí de nuevo, parado en mi puerta, con un rostro demacrado, sin ese brillo en los ojos que me hechizaban, sin esa sonrisa que me derretía, pidiéndome una segunda oportunidad, diciendo que yo era el amor de su vida, y entonces fue cuando me di cuenta de que aún seguía queriéndolo, que a pesar de lo que viví los últimos meses nada cambió entre los dos. Aquellas murallas que creí haber construido se desmoronaron en el primer instante en que lo vi, y otra vez no sabía qué hacer.

Simplemente yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora