Día 143 sin ti

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El lunes me recibió nuevamente despierta, pues no había tenido una buena noche, así que me levanté y con mucho tiempo de anticipación acomodé mi maleta.

Sin ganas, puse el celular en la bolsa de mano, por obra de un milagro todavía le quedaba mucha carga, quizás era porque no lo había usado. Bajé a la recepción para hacer la entrega del cuarto. Mientras preparaban mi salida tristemente me acordé de Ernesto, quien en ese instante debía estar en casa preparándose para ir al hotel a trabajar, en el cual yo ya no estaría.

Tomé un taxi para dirigirme a la central de autobuses. Mientras esperaba la salida del camión que me llevaría a casa, tomé el celular para avisar a mi madre de mi pronto regreso. De repente vi que tenía una notificación de llamada perdida, revisé el número y mi mundo se vino otra vez hacia mis pies.

Comencé a hiperventilar puesto que tenía una llamada perdida de mi némesis, justamente una hora después de que yo le había marcado el viernes. Aventé el celular a la bolsa, eso no me podía estar pasando, no terminaba de creer que ese hombre me regresó la llamada y yo no le contesté porque estaba dormida por el alcohol.

Mi mente dio vueltas, no entendía por qué me había llamado. Durante la primera semana luego de nuestro rompimiento, yo le marqué innumerables veces de las cuales no obtuve respuesta, por qué ahora en un momento de debilidad que tuve se le ocurría responder a mi llamado.

Toda alterada tomé el camión a Guadalajara aguantando las ganas de devolverle la llamada, porque sabía que si lo hacía podían suceder dos cosas y en ambas yo salía perdiendo.

Simplemente yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora