La lluvia caía incansablemente. Afuera parecía que ocurría un diluvio. Me acurruqué en el suelo abrazando mis rodillas, mientras miraba el agua a través de la puerta de cristal. En mi casa había un silencio inmenso. Sentí a mi lado a mis mascotas que me acompañaban ante el gran sufrimiento que tenía.
Todo se había desmoronado por completo otra vez. Ahí me encontraba yo nuevamente con una profunda tristeza, tratando de averiguar el camino correcto que debía de tomar. Cerré los ojos unos minutos, su voz se escuchó en el ambiente como en un murmullo pronunciando las palabras que destruyeron la fortaleza que con mucho trabajo construí: Te extraño.
Unas cuantas lágrimas rodaron por mi rostro. En ese instante no podía negar que ese hombre seguía alterando mi alrededor, que por más que no lo quisiera entender, todavía lo amaba como desde el primer día. Maldije para mí misma, ¿por qué me había hecho eso? ¿por qué había vuelto esperando que lo recibiera con los brazos abiertos? Que no sabía que llegaba nueve meses tarde a nuestro encuentro, y que quizás ya no estaba tan dispuesta a volver a intentarlo.
Sacudí la cabeza sonriendo con ironía, para qué me hacía tonta, a pesar de todo el tiempo, de todo lo vivido, contemplaba regresar con él, sino por qué estaba ahí muriendo por decidirme de una vez. Suspiré hondo varias veces, ya sabía perfectamente la respuesta, pero mi parte racional se resistía en aceptarlo.
En nuestro reencuentro, me había quedado ahí congelada en la puerta, escuchando el cómo mi peor pesadilla se había equivocado por dejarme, explicándome con desesperación todo lo que sufrió al darse cuenta de que su vida sin mí no tenía sentido, y en cómo se resistió en devolverme la llamada luego de que le marcara en mi estancia en Toluca, no obstante ese día no pudo más y una hora después me llamó, deseando desde lo profundo de su corazón que le contestara, para que le dijera que no todo estaba perdido entre los dos, esperando que le confirmara que aún lo amaba y que si en ese instante se lo pedía, él hubiera volado a cualquier parte del mundo en donde me encontrara para estar juntos.
Aquella noche del viernes no le contesté nada, pero él me conocía perfectamente y se retiró sabiendo que lo pensaría, que aun existía una pequeña esperanza de que volviéramos a ser lo que éramos.
Suspiré hondo por quinta vez, él me había terminado, ese hombre moreno había sido el único culpable de que no estuviéramos juntos. Ahora se daba cuenta de su error, y parecía que realmente se arrepentía de lo que hizo. Lo medité unos minutos, no era un ser perfecto como nuevamente lo había idealizado, era un ser humano susceptible de errores, quien aprendió de ellos y por eso estaba buscándome. Siempre había creído que todos podemos equivocarnos, es parte de nuestra naturaleza, y también pensaba fervientemente que nos merecíamos una segunda oportunidad para redimir nuestros errores.
Abrí los ojos y pude ver otra vez la lluvia. Sin pensarlo bien me levanté, tomé una chamarra, mis llaves y salí a la calle sin importarme la lluvia torrencial. Mis pies me llevaban hasta el hotel en donde él se hospedaba, a unas cuantas cuadras de mi casa. A la mitad del camino me detuve de golpe. Suspiré, frente a mí se encontraba ese hombre moreno que me ponía de cabeza, ambos habíamos pensado lo mismo y salimos en busca del otro. Nos miramos unos minutos a la distancia, la lluvia seguía cayendo sobre nosotros sin tregua. ¿Para qué nos hacíamos tontos? Ninguno de los dos podía vivir por separado, nuestras vidas sólo tenían sentido si estábamos juntos.
Yo fui quien dio el primer paso y entonces él lo supo. Comenzamos a caminar en nuestras direcciones, luego nuestros pasos se hicieron más rápidos, hasta que acabamos corriendo. Un beso le dio la bienvenida a nuestro encuentro, me abalancé y me apreté a su cuerpo con mis brazos sobre su nuca, él me tomó con fuerza por la cintura.
Sin embargo, algo sucedió, porque me bastó sólo unos segundos para saberlo. Creo que fue la lluvia quien me despejó la mente y aclaró mis dudas. Quizás fue el sabor de esos labios que como siempre había idealizado por mucho tiempo, o tal vez fue el contacto de su cuerpo con el mío. Me separé, él me observó confundido. Di unos pasos hacia atrás. Lo miré fijamente. Por unos minutos estuvimos ahí, a mitad de la calle, mojándonos por el diluvio. Ninguno de los dos dijo ni una sola palabra, y entonces fue cuando me di media vuelta y lo dejé ahí, en medio de la nada, de la misma forma en que él lo había hecho conmigo hacía aproximadamente nueve meses.
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Simplemente yo
Romance"Él había sido el amor de mi vida. Yo le había dado todo lo que era, mis días buenos, mis besos, mi tiempo, mi cuerpo, y ahora todo se resumía a nada, a un punto muerto." Katherine era una chica que vivía solamente para una persona, su mundo giraba...