Epílogo

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Él caminó lentamente, arrastrando un poco los pies. Había tenido una jornada laboral demasiado pesada, a pesar de ello se apuró para arreglarse para la ocasión y durante el camino compró un hermoso ramo de flores. Se sentía fatal, el cansancio le estaba pasando factura, aun así no se quejó, sabía que debía de acudir a su cita, como lo hacía cada domingo, como lo había hecho durante tres meses.

Se detuvo al llegar a un lado de la catedral. Miró a su reloj de mano, las manecillas le anunciaban las ocho de la noche en punto. Revisó su vestimenta, comprobó que todo permanecía en orden. Se sentó en una banca y suspiró. Por unos minutos estuvo ahí esperando, mientras lo hacía, miraba a todos lados en busca de la persona con la que ansiaba encontrarse. Volvió a suspirar, cuando creía que por fin la había visto, se levantaba y luego de darse cuenta de su confusión, volvía a tomar asiento.

Lentamente la ilusión que tenía se desvanecía conforme avanzaba el tiempo. Bajó la mirada al suelo. Suspiró otra vez. Cerró un poco los ojos. Le dolía el corazón, su mente le decía que no entendía el por qué seguía haciendo aquello, puesto que tres meses ya eran suficientes para comprender que ella no lo había elegido. A pesar de ello cada semana acudía, con la esperanza, con el deseo de que por fin apareciera, sin embargo, eso nunca sucedía, y siempre acababa regresando a casa derrotado.

Abrió los ojos y observó a la gente pasando a su alrededor. Entendió que ya era tiempo de que despertara, que aceptara que esa chica rubia nunca iba a regresar, por lo que debía de seguir con su vida como lo hacían las demás personas, pero ¿cómo iba a hacerlo? Se había enamorado profundamente de esa turista, le entregó su corazón en siete días, con un solo beso le dio hasta su vida, aunque al parecer eso no fue suficiente para ella.

Respiró despacio y hondo. Trató de contener las lágrimas. Consultó el reloj, ya llevaba media hora ahí sentado, sintiéndose otra vez como todo un perdedor, en espera de un fantasma que jamás llegaba, y que quizás nunca lo haría. Se prometió que aquella sería la última vez que lo hacía. Cuando estuvo listo, se levantó. Miró las flores, decidió tirarlas en el primer bote de basura que se encontrara en el camino.

Permaneció unos minutos parado, dispuesto a dejar ahí todos sus sentimientos, para cuando diera el primer paso, pudiera regresar a vivir su vida, como lo hizo antes de que esa chica apareciera en su camino. Apretó fuertemente el tallo del ramo, aguantó el llanto, le dolía profundamente desprenderse de ese amor que sentía, jamás en su maldita vida había tenido la oportunidad de enamorarse de alguien como lo hizo con ella, sólo le bastó siete días para crear toda una vida en su compañía. Se regañó mentalmente, había hecho castillos en el aire, y ahora tenía que recoger sus pocas esperanzas para pisar tierra.

Entonces dio el primer paso, no obstante, se detuvo de golpe. Abrió mucho los ojos. Respiró rápidamente. Trató de despejar su mente, ya que la sentía nublada, no sabía si lo que miraba en ese momento era un espejismo, o si realmente estaba sucediendo. Las lágrimas volvieron. Abrió y cerró los ojos varias veces para comprobar que lo que se encontraba enfrente de él no fuera obra de su imaginación. Fue hasta que ella se detuvo a unos cuantos centímetros de él que supo que era verdad.

La chica lo observó detenidamente, su corazón latía eufórico, sus piernas temblaron, puesto que había soñado con ese momento durante todo el trayecto a Oaxaca. Durante el vuelo planeó mentalmente el discurso que daría en ese instante, sin embargo, se quedó sin palabras al tenerlo tan cerca.

Sin más, Katherine se abalanzó sobre él y lo besó. Carlos sin pensarlo dos veces le respondió el beso. Entonces ella lo supo, su lugar, su corazón y su vida estaban con ese hombre moreno. Ahora estaba preparada para estar a su lado, ya no había demonios y monstruos de los que escapar, venía completamente limpia y lista para tener una nueva historia, un nuevo comienzo con ese guía turístico, porque al besar a su némesis se dio cuenta de que ya no lo amaba más, pues ya no despertaba nada en su interior, y comprendió que solamente un hombre había logrado hacerlo, y que ese se encontraba en Oaxaca.

Ambos se besaron desesperadamente, habían esperado demasiado para ese momento. Tardaron más de tres meses en encontrarse de nuevo, y comprendían que esta vez estarían juntos para siempre.

Simplemente yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora