27. Telmar

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Capítulo 27

Telmar


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La parte de formar el plan fue la más difícil. Todo debía estar perfectamente calculado y cualquier error podría ser fatal. Se hizo más de una reunión, prácticamente una tras otra. La cámara se llenó de planos y mapas para organizar los grupos, el paso a paso y que todos supieran a donde dirigirse.

Había una gran presión sobre ellos y podía sentirse en el aire. Todos tenían claro que no había margen para equivocaciones y sus mentes trabajaban al límite.

Cuando el plan estuvo formado, dedicaron un día para repasarlo, para que cada narniano supiera cuál era su papel y para entrenar. Susan sugirió que sería una buena idea tener un día de entrenamientos considerando que habían pasado casi dos años desde que ellos habían estado en Narnia, aunque en cuanto tomaron las armas pareció como si el tiempo jamás hubiera pasado. Seguían siendo excelentes guerreros, soldados y líderes.

Finalmente, antes de que la tarde cayera, todos se prepararon para partir. El primer grupo que debía salir era el que avanzaría por tierra, seguidos por Edmund que era quien debía ingresar primero por aire y luego Caspian, Peter, Susan, Trumpkin y Evangeline. Lucy se quedaría en el Altozano con los niños y algunos soldados y mujeres que no lucharían.

Evangeline había repasado el plan mil veces en su cabeza, en busca de algún error o indicio que podía indicar que algo podría salir mal. Ya se encontraba prácticamente lista, se escondió algunas dagas entre la armadura y se colgó sus espadas gemelas a la cintura.

Levantó la mirada, encontrándose a Edmund. Ni siquiera había notado su presencia, pero la estaba mirando fijamente.

―¿Estás listo? ―el asintió y se acercó a ella.

―No me gusta la idea de separarnos ―murmuró Edmund. Tenía el ceño fruncido y la molestia se reflejaba en su expresión.

―A mí tampoco, pero ya estamos perdiendo un guerrero importante al tenerte en esa posición y con una persona que dé la señal basta.

―Lo sé, te necesitan con ellos. Es solo que...

No parecía ser capaz de expresar lo que pasaba por su cabeza. Evie sintió un remolino de emociones que se mezclaban con las suyas.

La preocupación estaba consumiendo a Edmund. El miedo de que algo le pasara a ella o a sus hermanos lo mantenía en un estado de angustia que ni él mismo se podía explicar. La situación era muy distinta a los tiempos antiguos. Ahora no tenían el apoyo y la guía de Aslan y si algo pasaba, no solo estaban en riesgo la vida de los narnianos, sino que también la de su familia.

ECO DE HIELO | Edmund PevensieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora