7. Origin

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Capítulo 7

Origin


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Estaban sentados uno junto al otro, amarrados contra un árbol.

Edmund insistió en que alguien debía limpiar la herida del rostro de Evangeline, lo que lo llevó a recibir un par de golpes en el rostro. Ya se le había formado un notable moretón en el pómulo y tenía un corte en el labio y otro junto al ojo. A diferencia de Evangeline, a él también lo amordazaron para que no pudiera hablar.

Ella por otro lado tenía el rostro cubierto de sangre. La herida emite un dolor punzante e intentaba mantener el rostro neutro, porque con cada movimiento sentía que el dolor se volvía diez veces peor.

La Bruja Blanca estaba convocando a todos sus seguidores y se preparaba para la guerra. Minotauros, enanos y ciclopes no paraban de llegar y trabajaban en armas y estrategias.

Evangeline sabía que no les quedaba mucho tiempo. A estas alturas Jadis habría descubierto que Edmund ya no le sería de gran utilidad y que la mejor forma de evitar que la profecía se cumpla era deshacerse de él. Tenían que escapar y tenían que hacerlo rápido.

El problema es que no tenía idea de cómo.

Ginarrbrik estaba junto a ellos a cada momento, molestándolos y burlándose.

Como si sus pensamientos hubieran sido adivinados, un lobo entró corriendo al campamento mientras jadeaba. Soltó un fuerte aullido alertando que estaba siendo seguidos y las actividades de todos los soldados de Jadis se interrumpieron.

Al levantar la mirada, Edmund y Evangeline vieron a un grupo de narnianos liderados por un centauro corriendo hacia ellos.

―¡Agarren al muchacho! ―se alcanzó a escuchar y Evangeline supo de inmediato que se referían a Edmund.

Habían venido por él.

El enorme centauro apunto a Ginarrbrik con su espada, mientras el resto de los soldados narnianos se desplegaban a luchar contra los seguidores de Jadis.

―Libera al muchacho ―ordenó el centauro, a lo que Ginarrbrik asintió de forma temblorosa mientras cortaba las cuerdas que mantenían a Edmund amarrado. Evangeline no pudo evitar sonreír al ver a Ginarrbrik temblando de miedo.

En cuanto se vio liberado, Edmund se quitó la mordaza del rostro mientras Ginarrbrik comenzaba a retroceder para huir, pero un fauno se lo impidió.

Edmund se apresuró a recoger la daga de Ginarrbrik para comenzar a cortar las cuerdas que mantenían amarrada a Evangeline.

ECO DE HIELO | Edmund PevensieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora