39. Nightmares

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Capítulo 39

Nightmares


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Coriakin les ofreció comida y agua, así que los soldados se quedaron reponiendo sus energías en el primer piso de la mansión. Caspian, Edmund, Evangeline, Lucy, Alaric, Drinian y Eustace siguieron al mago hacia el segundo piso, al mismo lugar en el que antes lo habían encontrado Lucy y Alaric.

―¿A qué te referías con que volviste invisibles a los Dufflepuds para protegerlos? ―preguntó Lucy caminando junto a Coriakin.

―Era el modo más sencillo de protegerlos de la maldad.

―¿Hablas de la bruma? ―preguntó Edmund.

―Hablo de lo que yace bajo esa bruma ―indicó el mago.

Al entrar en la habitación, lucía algo diferente a cuando Lucy y Alaric estuvieron ahí. En lo alto del cuarto flotaban libros y en los muros se proyectaba el cielo nocturno y sus constelaciones. La luz del sol entraba por las altas ventanas, iluminando el centro de la habitación.

Coriakin se acercó y abrió un enorme pergamino, que se extendió por el suelo como si de una alfombra se tratara. La imagen del pergamino parecía cobrar vida, mostrando las nubes, el océano y las tierras alzándose sobre él.

Todos se acercaron, rodeando el mapa.

Evangeline sintió como Edmund se ponía junto a ella y se estremeció al sentir como ponía su brazo alrededor de su cintura. Se mordió el interior del labio para ocultar una sonrisa y apoyó parte de su peso en él.

―Es un mapa muy bello ―murmuró Eustace sin darse cuenta, llamando la atención de todos y ganándose una mirada extrañada y burlona de sus primos―. Bueno, para ser el mapa de un mundo imaginario.

Edmund ocultó una risa, viendo como en una de las orillas del mapa se proyectaba la primera Batalla de Beruna, aquella en donde Peter lideró a las tropas contra el ejército de la Bruja Blanca.

Habían pasado años, pero el recuerdo de aquel día estaba marcado en su memoria.

―Es la fuente de sus problemas ―dijo Coriakin y la imagen del mapa comenzó a cambiar.

Alejándose de las tierras de Narnia, era como si viajara a través del océano, tomando la ruta que ellos mismos estaban usando y que deberían continuar.

―La Isla Negra, un lugar lleno de maldad. Puede tomar cualquier forma, convierte en realidad sus sueños más oscuros ―aquello lo dijo mirando a Edmund y Evangeline. Una extraña sensación se instaló en el pecho de ambos, una inquietud que les era familiar.

ECO DE HIELO | Edmund PevensieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora