9. Sacrifice

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Capítulo 9

Sacrifice


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❄️


Todos se habían reunido frente a la carpa de Aslan y los hermanos Pevensie llegaron al mismo tiempo que la Bruja.

Edmund se puso a un lado de Evangeline en el momento justo en que Jadis levantó la mirada hacia ellos. Estaban asustados, al igual que Peter, Susan y Lucy. No sabían que quería la bruja, pero estaban seguros de que no era nada bueno y que probablemente tenía que ver con Edmund y Evangeline.

Jadis se paró de su trono y avanzó hacia Aslan, dándole otra mirada a Edmund y Evangeline antes de mirar al imponente león.

―Tiene un traidor entre tu gente, Aslan.

Todos sabían que hablaba de Edmund y se escuchó una creciente exclamación entre los presentes. Evangeline tomo la mano de Edmund y entrelazó sus dedos con los suyos, buscando darle apoyo de alguna forma.

―Su ofensa no fue contra ti ― habló Aslan.

―¿Olvidaste las reglas sobre las que se erigió Narnia?

―¡No me cites la gran magia, Bruja! Yo estuve ahí cuando fue escrita.

―Entonces recordarás que todos los traidores me pertenecen. Su sangre es propiedad mía.

Se escuchó un sonido metálico y lo siguiente que Evangeline vio fue a Peter apuntando con su espada a la bruja.

―Trata de llevártelo ― desafió, pero Evangeline estaba segura de que eso no serviría de mucho.

―¿Crees que el uso de mera fuerza me negará mi derecho... pequeño rey? ―Jadis alzó las cejas con burla antes de dirigirse a todo el campamento― Aslan sabe que si no tengo sangre, como la ley lo exige toda Narnia se verá trastornada y perecerá en fuego y agua. Ese niño... ― apuntó directamente a Edmund y Evangeline no pudo evitar poner su cuerpo frente a él, a modo de escudo contra la bruja― morirá en la Mesa de Piedra como es tradición.

La bruja miró a Aslan, completamente segura de que obtendría lo que quería.

―No te atrevas a rechazarme ― le dijo al león con una sonrisa de suficiencia en el rostro.

―Suficiente. Hablaré contigo a solas.

Antes de dar media vuelta, Aslan dirigió una mirada hacia el pequeño grupo de niños, específicamente hacia Evangeline. En el momento en que sus ojos chocaron con los del león, de alguna forma ella supo lo que tenía que hacer.

Desde que Aslan y la Bruja entraron a la carpa, muchos soldados narnianos se sentaron a esperar. Los hermanos Pevensie hicieron lo mismo, estando claramente nerviosos. Edmund jugueteaba con el pasto, sin ser capaz de levantar la mirada.

ECO DE HIELO | Edmund PevensieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora