13. Lotus flower

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Capítulo 13

Lotus flower

Lotus flower

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❄️


Como cada día, Evangeline se había pasado la mañana entrenando. Con el paso del tiempo había perfeccionado sus habilidades y se había convertido en una guerrera ágil y rápida. Su manejo de la espada era impecable al igual que su puntería con el arco, aunque seguía siendo fiel a su par de espadas gemelas.

Aquella mañana se había enfrentado a un grupo de siete soldados y venció a cada uno de ellos. Oreius podía decir que estaba orgulloso de la joven que había conocido como una niña y que ya se había convertido en toda una adolescente.

Un fauno se lanzó contra ella en un último intento por derribarla, pero fue inútil. Evangeline fue mucho más rápida y logró esquivarlo y desarmarlo con un rápido movimiento de muñeca. En pocos segundos, el fauno tenía las manos alzadas en señal de rendición con el filo de dos espadas contra su cuello.

Evangeline sonrió satisfecha antes de bajar las espadas y girarse hacia Oreius, que estuvo observando durante todo momento.

―¿Alguna vez te cansaras de humillar a mis hombres?

―Creo que tus hombres se humillan a sí mismos ―murmuró ella enfundando sus espadas y escuchando algunos sonidos de molestia a su alrededor.

La verdad es que estaban acostumbrados a los comentarios de la chica, pero a ninguno de ellos les molestaban realmente. Evangeline pasaba cada mañana entrenando con ellos sin falta y se habían encariñado. Se había ganado el respeto de todos por su disciplina, perseverancia, constancia y agilidad.

―¿Quién es el siguiente? ―preguntó mirando al grupo de soldados. Muchos estaban sentados en el suelo, agitados por el esfuerzo anterior― ¿Nadie?

Los únicos que habían sido capaces de vencerla, además de Oreius, eran Edmund y Peter. Los tres llevaban una cuenta de cuantas veces había perdido y ganado cada uno y, hasta el momento, Edmund llevaba la delantera por solo dos duelos.

Lucy, que apenas estaba comenzando a entrenar a sus doce años, aun no tenía tanta experiencia para unirse a sus competencias, pero la verdad es que ansiaba poder hacerlo. Por otro lado, Susan se limitaba a mantener un entrenamiento básico para no perder la práctica y ser capaz de defenderse ante cualquier inconveniente. Aun así, nadie era capaz de vencerla con el arco y la flecha.

―El entrenamiento ha acabado para usted, princesa ―dijo Oreius haciendo que ella frunciera el ceño.

―Pero si aún no es medio día.

―Las reinas me han avisado que necesitan reunirse con usted antes de la comida y me han solicitado que su entrenamiento termine más temprano.

―¿Te dijeron por qué?

ECO DE HIELO | Edmund PevensieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora