24. Closer

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Capítulo 24

Closer


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❄️❄️❄️


El enano, que se hizo llamar Trumpkin, utilizó un arco que se encontraba en el bote para pescar algunos peses. Mientras comían, les contó como fue que los Telmarinos lo habían capturado.

Un hijo de Adán había corrido al bosque, siendo perseguido por soldados telmarinos. Justo antes de que Trumpkin fuera capturado, hizo sonar el cuerno de la reina Susan. El enano no sabía por que aquel chico tenía el cuerno. Las leyendas contaban que al hacerlo sonar los reyes y reinas de antaño volverían, pero el cuerno se había perdido hace años.

Al parecer, las leyendas eran ciertas.

Luego de comer, utilizaron el bote para salir de la Isla. Peter remaba mientras Edmund mantenía la dirección.

El paisaje era tan hermoso como los hermanos Pevensie recordaban, pero había algo distinto. Algo en el ambiente se sentía más frío y lúgubre.

―Que quietos están ―murmuró Lucy rompiendo con el silencio.

―Son árboles. ¿Qué esperabas?

Edmund frunció y miró al enano. No le gustaba para nada el tono que había utilizado con su hermana menor.

―Solían danzar.

―Poco después de que se fueron los telmarinos nos invadieron. Los sobrevivientes se ocultaron en el bosque y los árboles... ellos se sumieron en un sueño profundo del que no han vuelto a despertar.

―No lo entiendo. ¿Aslan dejó que esto pasara?

―¿Aslan? Nos abandonó al mismo tiempo que ustedes ―la verdad es que hasta hace un par de horas Trumpkin ni siquiera creía posible que los antiguos reyes y reinas fueran a volver. La existencia de Aslan para él no era más que un mito.

―No quisimos abandonarlos ―dijo Peter.

―Pero eso no cambia las cosas ¿o sí?

―Llévanos con los narnianos. Eso sí.

Todos guardaron silencio durante largos minutos. Los hermanos Pevensie sentían una gran culpa; culpa por haberse marchado justo antes de que su pueblo fuera invadido. Sentían que deberían haber estado ahí y estaban enfadados con ellos mismos porque no había sido así.

―¿Qué pasó con la princesa Evangeline? ―preguntó Edmund de repente, llamando la atención del enano.

―¿Quién?

―La princesa de Narnia.

―¿La Reina de Hielo? ¿Su esposa? ―Peter dejó de remar y todos los ojos se posaron en Trumpkin― Dicen que cuando ustedes se fueron ella cayó en un sueño profundo y nunca volvió a despertar. Su corazón se congeló, igual que su cuerpo.

ECO DE HIELO | Edmund PevensieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora