17. Away

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Capítulo 17

Away


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❄️❄️❄️


―Te ves miserable.

Evangeline levantó la mirada hacia Lucy.

Había pasado todo el día en el despacho de Edmund, haciéndose cargo de sus labores mientras él se encontraba de visita junto a Susan en el Imperio de Calormen. Lucy se estaba haciendo cargo del trabajo de Susan y entre ambas se repartían las labores de Peter.

―No puedes culparme. No entiendo como Edmund hace esto cada día, es horriblemente aburrido.

―No lo decía por eso.

Lucy se sentó frente a ella y apoyó los antebrazos en el enorme escritorio lleno de papeles. Si Edmund llegara en ese momento seguramente sufriría un infarto, era realmente ordenado con sus cosas mientras que Evangeline era todo lo contrario. En dos semanas se notaba que era ella quien había estado trabajando ahí.

―¿Por qué sería entonces? ―preguntó Evangeline pasando de un documento a otro, añadiendo el anterior a la enorme pila.

―Porque lo extrañas.

Evangeline se detuvo abruptamente y levantó la mirada hacia Lucy. La menor de los Pevensie la observaba con una media sonrisa y por un momento Evangeline temió que sus brillantes ojos azules pudieran ser capaces de leer lo que pasaba por su mente.

¿Qué si lo extrañaba? Claro que sí. Estar lejos de Edmund estaba siendo una tortura, pero no admitiría eso.

Durante las últimas dos semanas lo único que había hecho era pensar en él, en todo lo que hacían juntos y en todo lo que podrían estar haciendo si él no se hubiera ido. Y por supuesto, tampoco podía dejar de pensar en lo que había ocurrido antes de que se marchara.

Mentiría si dijera que durante las noches no se quedaba despierta pensando en eso. Se había pasado horas intentando descifrar que significaba lo que había ocurrido, como habían llegado a esa situación y si eso cambiaria algo entre ellos. Esperaba que no.

Tampoco lograba entender que la había llevado a estar en aquella situación. No paraba de preguntarse por qué no se había apartado, por qué se había quedado tan cerca de él esperando que la besara, deseando que lo hiciera. Incluso ahora seguía preguntándose como sería la sensación de los labios de Edmund sobre los suyos.

―Claro que lo extraño; a él, a Susan y a Peter. Es la primera vez que pasamos tanto tiempo separados y es raro.

―Evangeline, no tienes que mentirme. Seré menor que tu pero no soy tonta.

ECO DE HIELO | Edmund PevensieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora