El corazón de Evangeline permanece congelado, lo que la convierte en la fiel sirviente de la Bruja Blanca, conocida por ser fría, despiadada y cruel.
Dos Hijos de Adán y dos Hijas de Eva llegan a Narnia y por primera vez en dos años el corazón de Ev...
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Al sur de la ciudad de Beruna en el Reino de Narnia, los narnianos erigieron un montículo sobre la Mesa de Piedra en la que una vez la Princesa Evangeline sacrificó su vida para salvar la del Rey Edmund. Aquel lugar se convirtió en un templo que con el paso de los años se hundió bajo la tierra y fue conocido como el Altozano de Aslan.
En aquel templo, además de la Mesa de Piedra, existía una enorme imagen de Aslan. Y justo frente a ella, reposaba un ataúd de cristal.
Dentro del ataúd yacía dormida la Reina Evangeline.
Las historias decían que, durante la Edad Dorada, cuando los reyes de antaño gobernaban en paz y armonía, la Princesa Evangeline y el Rey Edmund se enamoraron y contrajeron matrimonio, convirtiéndola a ella en reina.
Lastimosamente, en el momento en que los dos Hijos de Adán y las dos Hijas de Eva cruzaron el portal abandonando Narnia, su corazón se congeló por completo, al igual que el resto de ella. Ahora se la conoce como la Reina de Hielo, dado a su frío estado.
Sus ojos se cerraron y sus pestañas se llenaron de escarcha, su piel se volvió pálida y sus labios perdieron el color. Su aspecto rejuveneció y como si los años no hubieran pasado, adoptó la imagen que tenía a cuando era apenas una adolescente.
Aun así, a pesar de no tener latido ni señal de vida, no había muerto. Los narnianos la ocultaron en donde su cuerpo pudiera estar a salvo, manteniéndola resguardada a la espera de su despertar. Pasaron mil trescientos años, en donde el cuerpo de la princesa se mantuvo congelado sin señal de alteración.
Algunos narnianos creen que su existencia es un mito, al igual que la existencia de Aslan.
En aquel periodo de tiempo Narnia fue atacada e invadida por los telmarinos. Los narnianos sobrevivientes se ocultaron en el bosque y los árboles, que solían danzar, se fundieron en un sueño profundo del que no han vuelto a despertar.
Pero después de mil trescientos años algo cambió.
Era plena noche cuando un príncipe telmarino hizo sonar el Cuerno de la Reina Susan.
Y en aquel momento el corazón de la Reina de Hielo volvió a latir.
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Edmund Pevensie no era exactamente el mejor relacionándose con los demás.
Tenía un pequeño grupo con dos amigos de la escuela con los que podía pasar los ratos entre clases, a diferencia de su hermano Peter que siempre parecía estar rodeado de amigos distintos. Y cuando Edmund no estaba en el internado, estaba siempre con sus hermanos.