38. Invisible

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Capítulo 38

Invisible


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❄️❄️❄️


La mañana estaba soleada. Evangeline, Caspian y Edmund se encontraban conversando, cada uno con un vaso de vino en la mano. Evangeline rio de algo que Caspian dijo, pero Edmund estaba distraído.

Cuando Evangeline se fijó, se dio cuenta de que Edmund tenía el ceño fruncido y observaba un punto fijo.

―¿Qué tienes, Eddie? ―preguntó Evie mirando en la dirección que Edmund miraba. Tuvo que evitar sonreír cuando se dio cuenta de que miraba a Alaric, que se encontraba hablando con Lucy.

―Él como que le sonríe mucho, ¿no crees? ―dijo Edmund, apenas desviando la mirada para mirar a Evangeline y Caspian.

Ambos lo observaban con sonrisas divertidas.

―¿Qué?

―¿Estás celoso? ―preguntó Caspian intentando no soltar una carcajada.

―¡Claro que no!

―Claro que si ―dijo Evangeline―. Peter ponía esa misma cara cuando se le acercaban pretendientes a Susan, es su cara de hermano mayor sobreprotector.

―¡Claro que no! ―repitió Edmund tratando de disimular.

―Estoy seguro de que Lucy es capaz de cuidarse sola, ¿no crees? ―dijo Caspian― Es inteligente y fuerte.

Edmund no lo dudaba, pero eso no le impidió cuidar de ella en aquel viaje a Archenland en antaño, cuando tuvieron que pelear contra el Imperio Calormen. En los días posteriores a la batalla, durante las celebraciones, los hombres la perseguían como buitres.

Por supuesto, Edmund no dejó que se le acercaran más de lo necesario.

―No me gusta como la mira ―declaró Edmund cruzándose de brazos cual niño pequeño.

―¡Edmund! ―Evangeline lo regañó con la mirada― Alaric es un buen chico y es Lucy quien debe decidir si le agrada o no. Además, solo están conversando.

Edmund no pudo agregar nada más.

Eustace apareció en cubierta corriendo con una espada en la mano, chocaba con todo el mundo y por suerte, no heria a nadie. Reepicheep venía tras él.

―¿Qué hizo ahora? ―preguntó Edmund más para sí mismo que para los demás.

Corrieron prácticamente por todo el barco, con Reepicheep persiguiendo a Eustace como un león persigue a su presa. Finalmente lo alcanzó y le hizo un corte en la camisa, quitándole una naranja y golpeándolo en el rostro con ella. Eso hizo reaccionar al niño, que atacó a Reepicheep con la espada.

ECO DE HIELO | Edmund PevensieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora