31. The battle

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Capítulo 31

The battle


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―Lucy y Susan ya se marcharon ―dijo Evangeline entrando a la cámara principal, en donde Edmund ayudaba a Peter a prepararse junto a la mesa de piedra.

Ambos muchachos levantaron la mirada hacia ella.

―¿Estarán bien? ―preguntó Peter.

―Si, Caspian les dio su caballo para que avanzaran más rápido. Ya deben estar muy lejos de aquí.

Peter asintió y recibió el casco que le tendía Edmund. Los tres se sumieron en un silencio que se sintió ensordecedor. La tensión se sentía en el ambiente, pero era difícil hablar al respecto.

―Puedes ganarle ¿verdad? ―preguntó Edmund de repente.

En un principio Peter no respondió. Se veía pensativo, algo poco usual en él. Entre los Pevensie, Peter parecía siempre tener que decir, pero desde los últimos acontecimientos, había tomado la costumbre de pensar mucho más antes de hablar.

―No lo sé ―respondió finalmente―. Por eso voy a pelear contra él, para averiguarlo.

Peter y Edmund se miraron y por un breve momento, Evie se sintió como una intrusa entre ellos. Tuvo la sensación de que ambos Pevensie necesitaban sentarse y tener una conversación, pero desgraciadamente no tenían tiempo para eso.

―Ya es hora ―murmuró Evangeline en voz baja.

Peter asintió y se puso el casco, en lo que Edmund envainaba su propia espada. Los tres vestían sus armaduras con el símbolo de Narnia, aunque Peter era el único que la llevaba por completo al ser quien se enfrentaba a Miraz.

―¿Todos están en sus posiciones? ―preguntó Peter.

―Si. Solo una cuarta parte de nuestras tropas están afuera, el resto esperan en el interior del Altozano a la señal ―indicó Evangeline.

―Espero que no sea necesario recurrir a ella ―dijo Edmund tomando la espada de Peter.

Los tres se dieron una última mirada antes de salir de ahí. Caminaron por los túneles en completo silencio, hasta que llegaron a la salida del Altozano. Los gritos de las tropas que se encontraban en el interior del templo se mezclaban con los gritos del exterior. Al salir, por un momento los tres se sintieron ensordecidos por ellos. Aun así, no lo demostraron.

Mantuvieron el paso firme, con Peter caminando en medio. Los tres tenían expresiones impasibles, mientras Miraz los observaba desde su asiento.

En cuanto llegaron a la zona en donde se llevaría a cabo el duelo, Evangeline le entregó el escudo a Peter y luego él desenvaino su espada, listo para iniciar el combate. Inmediatamente un nuevo grito provino de las tropas narnianas, mientras Miraz se ponía su casco y tomaba su propia espada.

ECO DE HIELO | Edmund PevensieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora