34. The Dawn Treader

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Capítulo 34

The Dawn Treader


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❄️❄️❄️


Lucy anunció su llegada en cuanto entraron a la casa. Ella estaba encargada de hacer la comida, pero como tía Alberta no estaba ahí, Edmund aprovecharía de ayudarla con lo que necesitara.

―Hola, tío Harold. Busqué zanahorias, pero solo tenían nabos. ¿Empiezo a hacer la sopa? Tía Alberta llegará pronto ―dijo Lucy pasando por la sala y dirigiéndose a la cocina para dejar las compras y quitarse el abrigo. Su tío, que se encontraba leyendo el periódico, la ignoró completamente―. ¿Tío Harold?

A Edmund no le importaba que su tío fingiera que no existían la mayoría del tiempo, pero en momentos como ese, donde ignoraba deliberadamente a Lucy, realmente le gustaría estar de vuelta en Narnia para hacer que su tío respetara a su hermana menor de la manera que merecía.

Pero aquí, en su mundo, no podía hacer nada. Mientras se quitaba el abrigo sacó su lengua burlándose de su tío, que no notó absolutamente nada.

―¡Papá! ¡Edmund se burlaba de ti! ―gritó Eustace Scrubb.

Edmund se giró y vio a su pequeño primo de pie en las escaleras. Eustace le lanzó una bola de papel bañada en saliva a Edmund, a lo que el pelinegro inmediatamente reaccionó con rabia corriendo hacia las escaleras.

―¡Eres un...!

―¡Padre, quiere golpearme! ―gritó Eustace, pero fue ignorado completamente.

―¡Edmund, mira! ―fue Lucy quien salvó a Eustace. Apareció frente a su hermano y alzó una carta, con el rostro mostrando una enorme sonrisa― La envía Susan.

Más tarde, luego de haber preparado la comida y de que tía Alberta hubiera llegado, Lucy y Edmund se retiraron al cuarto de Lucy. Se sentaron uno junto al otro en la cama de ella y Lucy comenzó a leer la carta.


"Desearía que estuvieran con nosotros, ha sido una gran aventura, pero nada como nuestros días en Narnia. América es muy emocionante, pero nunca vemos a nuestro padre. Trabaja todo el tiempo. Fui invitada a la fiesta de té del Consulado Británico por un oficial naval, que además es muy apuesto. Creo que le gusto un poco. Parece que los alemanes han hecho difícil cruzar el océano, son tiempos duros. Mamá espera que puedan pasar unos meses más en Cambridge..."


Lucy dejó de leer.

Edmund, que a mitad de la carta se había puesto de pie, se giró a mirar a su hermana menor procesando lo que acababa de escuchar.

ECO DE HIELO | Edmund PevensieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora