Diablo de hielo

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Todo empezó un día gélido de enero, cuando con los pies helados por la ventisca y la cabeza llena hasta arriba de trabajo, conocí al Diablo.

Era una mañana fría y gris de domingo. Había salido a comprar el periódico y, con el vaho constantemente saliendo de mi boca, me senté en un banco cercano a la fuente que se encontraba en la única plaza medianamente grande de mi pequeña ciudad. No fue hasta pasados unos minutos que me percaté de que a mi izquierda había una joven consumida por un grueso libro. Intrigado, y disimulando lo mejor que pude, la observé de reojo.

Era blanca como la nieve y delgada como el alambre, su constitución era tan delicada que hasta rozaba la debilidad, y parecía que una sola suave brisa era capaz de quebrarla. Su pelo era largo hasta media espalda, perfectamente peinado y de un precioso color chocolate. Sus ojos, azules como la mar, viajaban de forma tranquila por las hojas de aquel libro, y sus labios entreabiertos estaban cortados por el frío. Pareció darse cuenta de que la observaba, pues dejó de leer y me miró de reojo durante unos instantes en los que aparté la vista avergonzado, después esbozó una pequeña sonrisa y mis mejillas se tiñeron de carmín. Volvió a dirigir su mirada a las palabras del libro como si nada hubiera pasado, y la volví a observar, sintiendo como mi corazón daba fuertes golpes contra mis costillas.

Dolía, en cierto modo.

Bajé un poco más mi mirada hasta llegar a sus delgadas y largas piernas, miré también su ropa, que era muy elegante y volví a subir a su sereno rostro.

No conocía de nada aquella chica y me sentía extrañamente atraído, de hecho, nunca me había sentido atraído de este modo. Curiosidad y deseo se entremezclaban en mi cabeza creando una verdadera confusión, y me vi obligado a hablarle antes de que se fuera y su recuerdo quedara olvidado para siempre.

—¿Sabes? Al final el asesino es el mayordomo.—Comenté señalando el libro.

—Curioso.—Me mostró el título.—No sabía que en "Historia del Universo" intervinieran mayordomos.

Miré por unos instantes el libro de Stephen Hawking y solté una sonrisa, después, subí la vista hacia sus dos océanos.

—¿Interesada en ciencia?

—Desde luego.—Cerró el libro sobre su regazo.—¿Y tú?

—Soy más de letras.

—¿Poesía?—Asentí contento.—Alguien dijo alguna vez que la ciencia era otro tipo de poesía.

Touché.—Reconocí que tenía razón.

Y de repente todo se quedó en silencio. Nervioso, froté mis manos y desvié la mirada hacia la fuente, después, observé la escarcha que se formaba sobre las lunas de los coches y por último volví a mirar a la chica.

—Ahora que lo pienso... no me has dicho tu nombre.—Comenté con voz suave.

—Lucía, mi nombre es Lucía.

—Yo soy Mateo, pero puedes llamarme Mat.—Y nos dimos un apretón de manos.

A pesar del gélido clima su piel estaba mucho más helada de lo que llegué a imaginar, y un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Pese al malestar que comenzaba a sentir le dediqué otra sonrisa, aunque mis ojos no la correspondieron. Por unas milésimas de segundo me pareció ver cómo sus dos zafiros se convertían en rubíes. Solo fue un momento, solo un instante, quizá ni siquiera fue real... un sudor frío comenzó a resbalar por mi frente y mi corazón latió con más fuerza, pero ya no era atracción.

Era terror.

¿Qué me pasaba?

Solté su mano y la miré de hito en hito.

—¿Ocurre algo?—Preguntó.

—Nada, solo que...—Me sujeté la frente con una mano.—Solo me siento un poco mareado...

Colocó una de sus manos sobre mi hombro y me estremecí completamente.

Algo iba mal.

—¿Quieres venir a mi casa? Quizá tenga algo que te ayude.

Mi yo interior gritaba a los cuatro vientos que no...

—Está bien.

...pero acepté.

Nunca más volví a ver la luz del sol.

La verdad es que no tenía pensado publicar esta historia, pero la tenía por ahí y como últimamente no estoy trabajando en ninguna que pudiera publicar... En fin, aquí tenéis. Iba destinada a un concurso, por eso es tan corta, pero resultó que solo se podían presentar en catalán y quedó en el olvido. Si tenéis alguna idea o queréis que escriba sobre algo en concreto simplemente ponedlo en los comentarios. Espero que os haya gustado.

Se despide, Kanade

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