Era una noche fría de diciembre, rondaba el 1916, en Rusia.
Mis amigos y yo nos habíamos reunido para acabar con una clara amenaza, la influencia de Rasputín sobre el zar y la zarina era nefasta, y más en el momento en el que la monarquía no pasaba por sus mejores años.
Teníamos que hacer algo.
—Tengo una idea para acabar con él.—Informé.—Es un gran libertino, ¿verdad?—Sonreí.—¿Y si le invitamos a una noche con la preciosa duquesa Irina?
Tal y como lo acordamos, sucedió.
Enviamos una invitación para el dieciséis de diciembre y Grigori Rasputín, a pesar de las advertencias, se presentó en el palacio poco después de medianoche.
Yo, Félix Yusúpov, abrí las puertas de palacio con una gran sonrisa.
—¡Oh, Grigori, cuánto tiempo!—Le di un pequeño beso en la boca.*—Pasa, pasa.—Me aparté de la puerta y el hombre entró.—Ahora mismo Irina está ocupada atendiendo a otros invitados.—Vi una ligera mueca de desagrado en su rostro.—Mientras la esperamos, permítame servirle algo.
Nos sentamos en una acogedora sala que se encontraba en el sótano, pues así sería más fácil su asesinato. La sirvienta entró y puso un poco de vino en dos copas y dejó unos pastelitos en la mesa.
Aquellos pastelitos contenían cianuro.
Brindamos con las copas y empezamos a beber. Lo que me ponía de los nervios es que, pasado el cuarto de hora, todavía no había provado ni un bocado de los dulces.
—¿Ocurre algo, Grigori? ¿No tiene hambre, tal vez?
—Oh... no es eso. Solo que me gusta comer los dulces después de beber el vino.—Soltó una sonrisa.
—Como desee, pues.—Alcé mi copa y le di un pequeño trago.
Y así transcurrió otro cuarto de hora hasta que, finalmente, alcanzó un pastelito con sus manos.
Empecé a sudar.
Un sudor frío, fruto de los nervios y la desesperación.
Rasputín pareció observar detenidamente la pasta, sin ningún tipo de prisas por probarla.
—Vamos...—Murmuré.
—¿Decía algo?
—Oh, en absoluto.—Volvió a mirar el pastelito y, con lentitud, incó los dientes.
Una sonrisa se escapó de mis labios.
Degustó el bocado por espacio de unos cuantos segundos.
—¿Y bien? ¿Qué le parece?
—Exquisito...—Le dio otro bocado.—Realmente exquisito.
—¿De veras? ¿No tiene nada fuera de lo normal?—Pareció pensarse la respuesta.
—No. Está perfecto.
Y la ira se apoderó de mi cuerpo.
¿No funcionaba?
¡No funcionaba!
¡El maldito veneno no hacía efecto en aquel bastardo!
—No puede ser...—Empecé a temblar.
—¿El qué, Félix?
—¡No puede ser!—Tumbé la mesa de un manotazo.—¡Deberías estar muerto!—Saqué una pistola Browning de mi bolsillo y apunté a su pecho.
Dos disparos.
Rasputín cayó al suelo y empecé a reír.
—¡Por fin! ¡Chicos, está muerto!—Mis amigos entraron en la sala.—Quedaros aquí, voy a buscar cosas para deshacernos del cadáver.
Salí del sótano, pero los gritos de Purishkévich hicieron que volviera a bajar.
—¡Félix, sigue vivo!
—¡No puede ser! ¡¿Acaso es de titanio?! ¡Oswald, el bastardo sigue vivo!—Llamé al británico que, segundos después, también entró en la sala.
—¡Que alguien vuelva a disparar, maldita sea!—Bramó Dimitri.
Purishkévich sacó su pistola y volvió a disparar.
Falló dos veces y, con un par de disparos más, impidió que Rasputín se siguiera incorporando. Con el mango del arma, le dio un fuerte golpe en la cabeza, por si las moscas.
Rasputín había muerto.
Salimos con el cadáver de la casa.
Hacía frío y nevaba.
Atamos el cuerpo con cadenas de hierro y lo arrojamos al río Nevá.
—Qué hombre...—Exclamó Dimitri.
—Y que lo digas...—Respondí.
Dimos media vuelta y volvimos a entrar en el palacio, donde no hacía frío y las manchas de sangre habían quedado olvidadas en el oscuro sótano.
Fue justamente el amor más grande de Rusia el que despertó más odio.
*En Rusia, los barones se saludan con un corto beso en la boca.
Basado en hechos reales (siempre he querido decir esto XD)
¡Yay, he vuelto!
He tenido una pausita, pero ya vuelvo a dar guerra por aquí:3
No se si podré escribir mucho, pues se han acabado las vacaciones y tengo deberes y clases y... me quiero morir TT
Pero bueno, como dijo alguna vez no se quien: Si me quitas las desgracias me quitas la inspiración
...
O algo así .-.
En fin, que he vuelto, nada más ^^
Se despide, Kanade

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Relatos
Short StoryPues eso, relatos. Ea, palante Empecé a escribir estos relatos en 2014, así que la gran mayoría son una mierda. Si queréis leer algo con un mínimo de calidad empezad por los últimos, o leed la historia en la que actualmente estoy trabajando, en mi c...