Paholainen (3° parte)

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Una semana pasó desde lo ocurrido en la mansión de los Espenæs. El ambiente en aquella casa se había congelado como los lagos en invierno, y nadie había vuelto a nombrar ni a Hela, ni a Neida. Era como lo sucedido, núnca hubiera pasado. Ni siquiera Ingrid, que había quedado con un gran interrogante después del "consejo" de Neida había dicho media palabra sobre el tema. Pero Haakon, que en un principio se rehusó a la idea de visitar aquella casa, tenía demasiada curiosidad como para dejarlo pasar todo. Después de unos días, sacó el tema en una cena.

—Tenemos que ir a ver a Kol Espenæs.—Ingrid se atragantó con el agua y Darko, que no entendía nada, miró la escena petrificado.

—¿Qué? Ni hablar.

—¿Qué te pasa? Estabas muy entusiasmada con este misterio. Y de buenas a primeras haces como si nada. Déjame adivinar, es por lo que te dijo Neida, ¿verdad? Eso que es "imposible".—Ingrid agachó la cabeza.—Cuéntamelo.

—No...

—Yo te conté mi pasado y el de mis padres, cuéntame tu el sentido de aquella frase.

—¡No tiene importancia! Además, ¿por qué estás tan interesado en seguir con esta historia? ¿No eras tú el que decía que era una locura? Neida nos explicó la historia completa y casi nos mata Hela. Fin de la película.

—Supongo que es curiosidad...—Se encogió de hombros.

—La curiosidad mató al gato.—Puntualizó la chica.

—Pero yo no soy un gato.—Respondió Haakon chulesco.

—Bueno, si juegas con fuego te quemas. ¿Te sirve esa?—El chico se quedó en silencio y continuaron con la cena.

Pero Haakon no se rendiría tan fácilmente. Día tras día seguía preguntando de forma cansina el significado de aquella frase. Ingrid seguía sin decirselo. No fue hasta pasadas dos semanas que la chica estalló.

—¡Muy bien! ¡¿Quieres saberlo?! ¡Ahí va! ¡Mis padres no me dejaban ser cantante y me fugué!—Respiró profundamente, intentándose calmar.—Hacia Noruega...—Al principio, Haakon la miró estupefacto y parpadeó varias veces. Después, sonrió divertido.

—¿Tan dificil era decirlo?—Ingrid soltó un gruñido.

—¡Te odio!—Dijo lanzándole un cojín del sofá. Haakon estalló en una carcajada.

—Entonces, al decir que "no dejes que nade pisotee tus sueños", se refería a tus padres.

—Eso creo...

—Bueno, ahora que lo pienso sí es un poco imposible.

—Que yo sepa mis padres no tienen ninguna relación con Noruega...—Se quedó pensativa.

—Entonces, ¿me puedes ayudar a seguir investigando?—Ingrid sonrió.

—Por supuesto, Haakon Holmes.

***

Durante las siguientes semanas buscaron por internet toda la información posible sobre Kol Espenæs y toda su vida en general. Mientras, Haakon le iba explicando a Darko todo el progreso para que el muchacho no se quedara colgado.

Una mañana, mientras Ingrid tomaba un dulce café con leche en el comedor de la casa, Haakon bajó corriendo las escaleras con papeles entre sus manos y gritando:

—¡Lo tengo, lo tengo!

—¿Qué es lo que tienes?—Dejó los papeles en frente de la chica.

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