Capítulo 6: Cassie

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CAPÍTULO SEIS

CASSIE

14 de Septiembre de 2015

Empecé a correr hacia él mientras abría los brazos. Él corría en mi dirección, por lo que, llegados a un punto, nos encontramos. Como era mucho más alto que yo, tuve que ponerme de puntillas. Nuestras narices se rozaban. Era perfecto. Me incliné hacia delante hasta sentir sus labios contra los míos. Pero algo me llamó la atención, algo en ese beso no estaba bien. Sabía como a... comida de gato.

Abrí los ojos al instante. Mi gata, Julieta, me miraba sentada sobre mi pecho. Suspiré y le revolví el pelo.

-Me has chafado el sueño, zorrita.

Miré mi móvil que estaba en la mesilla:

07:45.

No. Iba a llegar tarde. Salí de la cama a la velocidad de la luz, no podía permitirme un retraso en el primer día, los profesores ya me tenían fichada. Corrí hasta el baño, el cual estaba cerrado con pestillo. Como si fuera la mejor idea del mundo, empecé a aporrear la puerta.

-Alessandro, si quieres seguir conservando tus gónadas ya puedes ir saliendo de mi baño. Voy a contar hasta tres.

Antes de llegar al dos, se abrió la puerta. Tras ella, estaba mi hermano pequeño.

-¿Qué es una gódana? -me preguntó, pasando por delante de mí.

Su pijama de Batman le quedaba muy grande, ya que era un niño delgado y pequeño. Demasiado para sus doce años de edad.

-Gódana no, cateto, gónada. Y ya lo sabrás a su debido tiempo. Ahora no tengo tiempo para tonterías.
-Se lo voy a preguntar a mamá.
-Haz lo que quieras.

Cerré la puerta con un portazo y me miré al espejo. Perfecto, mi pelo negro parecía la manta raída de un sin techo, y mis ojeras solo mejoraban la imagen. Con un peine, intenté darle forma, pero al final tuve que usar la plancha. Cuando hube terminado, me lavé los dientes y volví corriendo a mi habitación. Al menos no tenía que escoger la ropa, mi odioso uniforme me sonreía con petulancia desde la silla de mi escritorio.

-Algún día te voy a quemar, estoy harta de vivir bajo tu dictadura.

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Bajé las escaleras rápidamente e hice una parada significativa en la cocina. Tenía que abastecerme de chocolate, porque sino no iba a aguantar un día de instituto. Mi madre y mis dos hermanas mayores estaban desayunando tranquilamente.

-Casiopea, ¿a dónde te crees que vas con esa camiseta? Las normas de tu instituto son muy simples, y es un uniforme muy bonito.

Lo que más llamaba la atención de mi madre, a parte de sus ojos y su belleza, que yo no tuve la suerte de heredar, era su fuerte acento italiano. Yo llevaba aquí tanto tiempo que hablaba de una manera apropiada. El idioma de Cassie Tiziano. Algún día lo haría internacional, pero por el momento solo podía seguir pegándoles mis expresiones a mis amigas.

-No dice nada en ninguna parte del reglamento de régimen interno que esté prohibido llevar camisetas de persona normal.
-Cassie, no puedes sacar todo de contexto para tener siempre la razón tú -me dijo mi hermana, poniendo los ojos en blanco.
-Llevo diecisiete años haciéndolo, y no creo que vaya a parar de hacerlo.

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