CAPÍTULO VEINTIUNO
OASIS
11 de Noviembre de 2015
Los exámenes siempre me habían parecido una forma nefasta de evaluar las capacidades e inteligencia de las personas. Muchos grandes genios habían tenido notas que no se equiparaban en absoluto a su brillantez durante sus años de instituto y sin embargo habían llegado más lejos que cualquier otro con resultados excelentes... Pero, ¿qué podía hacer yo? Por el momento el sistema no es que fuese a cambiar, así que solo podía ir y hacer las pruebas de evaluación como todo el mundo.
Yo era (y soy) de esa clase de personas que no se preparan semanas antes, es más, ni siquiera lo hacía el día anterior... A lo mejor repasaba algo durante el desayuno. A veces me frustraba realmente el hecho de no poder ponerme y estudiar de una forma decente, pero las veces que lo había hecho acabé con bastante ansiedad y más aburrida que una ostra. Me encantaba leer y aprender nuevas cosas, pero en el momento en el que un tema me parecía interesante y me obligaban a estudiarlo, perdía todo el interés en este... Obviamente, al cabo de un tiempo, volvía a mí esa necesidad de saberlo todo.
Recogí mi skate del suelo y miré la fachada del edificio. Tan solo llevaba un bolígrafo colocado tras la oreja. Si había algo que tenía muy claro era que no servía de nada ponerse histérica o nerviosa, así que cuando empecé a recorrer los pasillos en dirección a secretaría me hizo bastante gracia ver a varios alumnos haciendo aspavientos, la mayoría de ellos pegados a sus taquillas revisando apuntes. En realidad, no me reía de ellos, me reía de la comparación entre mi absoluta tranquilidad y su auténtico estado de desesperación. Vi a Heather con la nariz pegada a su libro de Historia. Por el movimiento de sus ojos pude observar que no paraba de releer una y otra vez el mismo párrafo. Ann, por su parte, había organizado una especie de montón mientras ella hacía un pequeño resumen del último tema que habíamos dado. Teniendo en cuenta que según las habladurías a ella y a su clase, en la que también se encontraban Cassie, el novio de Heather (todavía seguía preguntándome qué clase de flechazo había tenido para estar tan sumamente embobada) y Sam, les había tocado una de las profesoras más estrictas del instituto, la veía extrañamente contenta. No vi a Adrianna por ninguna parte.
Al entrar en secretaría vi a Castiel sentado tras el mostrador mientras observaba concentrado la pantalla del ordenador.—Días —dije para llamar su atención.
Levantó la vista y suspiró aliviado.
—Mi salvadora.
—¿Perdón? —puse mi skate sobre la mesa.
—Necesito tu ayuda.
—¿Esto no tendría que ser más bien al revés? —solté irónicamente—. ¿Para qué? —continué intrigada y me apoyé encima de mi medio de transporte utilizando las ruedas para moverme ligeramente.
—¿Eso que llevas ahí es un bolígrafo? —señaló mi oreja.
—Sí, no te desvíes. ¿Por qué soy tu salvadora?
—¿Te gusta escribir?
—Sí, bastante. Podría decirse que es a lo que aspiro hacer en la vida.
—¿Querrías participar en el periódico del instituto?
—¿Hay un periódico?
—Sí, y yo soy el encargado de la edición.
—Secretario y editor, ¿qué es lo próximo? —comenté divertida.
—Espero que bedel no. La cuestión es que la chica que se encargaba de la columna de opinión desde hace años se ha visto desbordada este curso y ahora no sé cómo arreglar la situación. ¿Podrías encargarte de la columna?
—¿Y por qué piensas que yo no estoy desbordada también?
—Oasis, vienes a los exámenes solo con un bolígrafo.
—A lo mejor simplemente soy una macarra.Castiel entrecerró los ojos.
—No ha colado, ¿no? —sonreí de medio lado—. Bueno, ¿y cuándo empiezo?
—¿Entonces aceptas?Asentí como respuesta.
—Pues en cuanto tengas el primer artículo.
—Esta noche te lo envío.
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The Williamsburg Club
Teen FictionSeis chicas. Seis sueños. Un club. The Williamsburg Club. Oasis McCartney, Heather White, Ariel Hoffmann, Adrianna Ferguson, Casiopea Tiziano y Anastasia Rojas son seis completas desconocidas que por diversos motivos y por las vueltas que da la vid...