Capítulo 30: Heather

155 19 2
                                    

CAPÍTULO TREINTA

HEATHER

8 de Diciembre de 2015

—No puedes comprar un vestido rosa para Oasis —dijo Ann mientras entrábamos en la tienda de ropa donde trabajaba Martha.

Nada más abrir la puerta, la chica levantó la cabeza de la revista que miraba con aspecto aburrido. Sonrió al vernos y se acercó a saludarnos. La tienda estaba completamente vacía por lo que no importaba si centraba toda su atención en nosotras.

—Heather —dijo estrujándome entre sus brazos—. Deberías venir a visitarme más a menudo.

Sonreí con timidez sin estar muy segura qué contestar. Martha siempre había sido muy atenta conmigo, pero ser amiga de la ex de mi primo me parecía de alguna forma traicionarle, era una completa idiotez, lo sabía.

—¿En qué os puedo ayudar?
—Buscamos un vestido —comenzó Ann mirando a su alrededor con los ojos entornados, como si estuviese analizando el lugar.
—¿Para alguna de vosotras? —Martha la miró de arriba a abajo.
—No —Ann rió alegre—, no creo que aquí haya un vestido apropiado para mis dos amigas.

Martha abrió la boca sorprendida, pero antes de que dijese algo que pudiese ofender de alguna forma a Ann y que provocase una pelea en mitad de la tienda me dispuse a explicarle nuestra idea.

—Es para una amiga. Se niega a ir al baile de invierno, pero vamos a obligarla —dije convencida de ello, aunque iba a ser difícil.
—Estoy segura de que lo conseguiréis.

Nos indicó que esperásemos y entró a la parte trasera de la tienda. Ann y yo nos quedamos solas en un incómodo silencio. Miré a mi alrededor intentando obviar el hecho de que Ann tenía la vista fija en mí. Para medir tan poco, podía hacerte sentir realmente incómoda solo con mirarte.

—Por favor, deja de escudriñarme —susurré al cabo de unos minutos, no aguantaba más la presión.
—Oh, qué mona, te pone nerviosa que te mire.

Apartó la vista, pero el silencio seguía siendo insoportable. Tal vez fuera mi subconsciente y estaba empezando a tener problemas de culpa o realmente me quisiera decir algo, pero iba a explotar de la tensión que se estaba acumulando a nuestro alrededor.

—Vale, dilo ya —exclamé nerviosa.
—No tengo nada que decir, es tu problema y el de Daniel. Yo no me meto.

Suspiré. Estaba siendo una paranoica. Debía relajarme y dejar de pensar que todo el mundo iba a lanzarse a atacarme a la mínima. En ese momento Martha volvió con un montón de vestidos.

—No sé la talla de vuestra amiga, pero aquí hay unos cuantos que igual sirven.

Pasamos la siguiente media hora buscando un vestido que le gustase a Oasis, o que, como mínimo, no intentase quemar. Apenas hablamos en ese tiempo, lo cual agradecí, a pesar de que hubiese dicho que no iba a intervenir me asustaba la idea de que me dijese que no estaba actuando bien respecto a Daniel, a fin de cuentas, era su mejor amigo y yo le había dejado.

Finalmente encontramos un vestido que nos pareció apropiado, el problema iba a ser conseguir que se lo pusiese. Salimos de la tienda con este y yo con la promesa de que iría a ver a Martha pronto.

—Eres buena chica, Heather, demasiado buena para Daniel —dijo Ann de pronto—, no me quiero meter en esto, pero bueno supongo que voy a hacerlo. Deja pasar un tiempo y luego, tal vez, volváis a ser amigos, pero de verdad no le cierres la puerta para siempre. Él también es un buen chico, aunque no lo justifico.

The Williamsburg ClubDonde viven las historias. Descúbrelo ahora