Capítulo 20: Ann

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CAPÍTULO VEINTE

ANN

31 de Octubre de 2015

Esa mañana había estado tocando el violín durante horas. Desde pequeña me había cultivado en las artes y la música gracias a mi abuela y con el paso del tiempo me di cuenta de que el instrumento que mejor tocaba y que más me llamaba la atención era el violín.
No debía tener más de once años cuando mi abuela me lo compró. No era muy bueno y el pobre llevaba mucho trote encima, pero era mío y eso bastaba, más o menos, ya que las cuerdas de este estaban más que desgastadas y, concretamente, la de Mi sonaba peor que los quejidos de un pobre gato atropellado.
Un tanto desesperada por mi bebé, me dispuse a buscar una tienda que vendiera cuerdas de violín.
Seguramente Cassie, que llevaba aquí mucho más tiempo que yo, conocería alguna, así que la llamé.
Tardó unos segundos en contestar:

—¿Sí?
—Cassie, soy yo, Ann.
—Ya, ya sé que eres tú. ¿Necesitas algo?
—Sí, el caso es que una de las cuerdas de mi violín está muy gastada y necesito cambiarla cuanto antes. Me duele escucharlo de esa forma. ¿Sabes de alguna tienda de confianza?
—Conozco una de confianza, sí. Si quieres vamos juntas.
—Perfecto. Dentro de un rato ven a mi casa.
—Claro, hasta luego.
—Gracias, Cassie.

Pasados veinte minutos sonó el timbre, era ella.

—Gracias por venir —dije mientras le abría la puerta.
—No es nada.
—Por cierto, esta noche voy a celebrar una fiesta de Halloween aquí, podrías venir.

La cara de Cassie se iluminó al escucharme decir la palabra fiesta.

—Supongo que eso es un sí —reí.
—¡Claro!

Guardé el monedero en mi bolso y salimos de casa. Mientras caminábamos le iba comentando cómo iba a ser la fiesta.

—Total, va a ser algo sencillo, sin mucha gente.

En ese momento no sabía que esa misma noche se iba a liar tanto que iban a desencadenarse ciertas circunstancias que me marcarían de por vida.
Entramos a la tienda donde también estaban Heather y Adrianna. Entonces Cassie gritó a mi lado:

—¡Oasis! ¿A que no sabes qué?
—¿Tienes una fiesta de Halloween esta noche y estás intentando convencerme para que vaya y así que tu madre te deje ir? —dijo de corrillo sin levantar la vista casi. O Cassie era muy predecible u Oasis era adivina.
—La vida, ¿cómo lo has adivinado? —la morena abrió los ojos como platos.
—A veces das verdadero miedo —dijo el chico rubio que estaba junto a Oasis y de alguna forma no paraba de mirarla.

Pobre, lo que le espera...

—Y tanto —intervine y me acerqué hacia el mostrador—. Soy Ann —le tendí la mano.

El chico hizo una especie de reverencia y dejó un beso en el torso de mi mano.

—Encantado, soy Nick —rió.
—Estás invitado a mi fiesta —dije—. Los chicos guapos siempre lo están —le guiñé un ojo y luego miré a Oasis—. Oasis, venga, es en mi casa, tienes que venir. Por cierto, Heather —me giré hacia la rubia—. Tú y Adrianna también estáis invitadas.

Ante la negativa de Oasis, Cassie se enfrascó en una conversación para intentar convencerla ya que no la dejarían venir si no iba acompañada de alguien responsable.
Después de la ardua negociación que terminó con una afirmación, volví a hablar:

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