Capítulo Especial #2

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CAPÍTULO ESPECIAL #2

NICK

Tres meses antes...

27 de Junio de 2015

—¿Cómo has dicho que te llamabas?
—Nicholas. Nicholas Parks.

La chica apuntó mi nombre en un cuaderno.

—¿Y tú? —pregunté sonriendo.
—Eso aún no te interesa —respondió cortante.

Caray, menuda era.

—Perdona, sólo era curiosidad.

La chica me examinó con la mirada unos segundos y respondió:

—Ariel. Hoffmann. Austríaca. Diecinueve años. Y eso es todo lo que te tiene que interesar.

¿Solo diecinueve? Alucinante.

—¿Por qué quieres trabajar aquí?
—¿Puedo ser sincero?

Ariel levantó una ceja.

—¿Para qué crees que te pregunto?

Me reí un poco, pero ella siguió mirándome fijamente sin gesticular, así que paré.

Recuerda que necesitas el dinero.

—Pues lo cierto es que sí, me gusta la música, de hecho toco la guitarra desde pequeño, pero tampoco estoy aquí por vocación, en realidad quiero ser cocinero, pero tengo que buscármelas para pagarme el curso, ya que mis padres no me lo pueden costear.

Cuando dije esto último Ariel miró al suelo y se sentó más recta, evitando mirarme a la cara. Esta chica era un poco desconcertante.

—Agradezco tu franqueza, Nicholas.
—Mejor llámame Nick.

Volvió a levantar una ceja.

—Está bien, Nick —dijo marcado el nombre con ironía—. Llevo aquí dos semanas y eres la única persona que ha entrado para pedir el puesto, así que supongo que estás a prueba.

Ariel debió notar el alivio en mi cara, ya que sonrió levemente. Al parecer sí podía sonreír. Menos mal.

—Esto no es muy grande, pero te lo voy a enseñar —dijo levantándose.

Estábamos sentados uno a cada lado de la caja registradora, apoyada en una estantería con un expositor de flautas y cañas para instrumentos de viento. Ariel me guió alrededor del establecimiento y me enseñó todas las secciones de discos: la más pequeña, la de Pop, apenas tenía veinte discos; y después había una gran colección de rock clásico y rock alternativo, otra de bandas sonoras de películas, y una muy grande también de música clásica. Por último me enseñó la disposición de los instrumentos. Había guitarras: clásicas, acústicas y eléctricas; púas, violines, cuerdas para guitarra y violín... y un gran etcétera. Al final me mostró la trastienda, que estaba detrás del mostrador.

—Lo utilizo como almacén, y aún así queda mucho espacio.
—Todo es genial.

Me guió de nuevo al mostrador y preguntó:

—Entonces... ¿podrías empezar el lunes ya?
—Claro, genial.
—Entonces estate aquí a las 09:30h; abrimos a las a las 10h.
—Perfecto... por cierto, ¿por casualidad no sabrás algún sitio cercano donde me pueda quedar un tiempo, que no sea muy caro? Aún no he encontrado piso, y mientras tanto tendré que dormir en algún sitio —dije sonriendo.

Ariel se quedó pensativa unos segundos y después respondió:

—Creo que no he visto ningún hostal en esta calle, y la verdad es que no conozco demasiado bien Nueva York, pero todo será carísimo. Aunque si de verdad necesitas algo, puedes quedarte en la trastienda.
—¿De verdad? —pregunté entusiasmado.
—Yo vivo aquí al lado, te tendré vigilado.

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