Capítulo especial #1

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CAPÍTULO ESPECIAL #1

MARKUS

28 de Septiembre de 2015

08:00 (AM)

Casi me caía de sueño mientras caminaba por los pasillos de la Facultad de Derecho. No tenía por qué haberme dado tanta prisa por llegar a clase, al fin y al cabo no empezaba hasta y cuarto, pero me gustaba llegar pronto.
En la entrada me había topado con una parejita muy entusiasta en absorberse la vida mutuamente. A pesar del ridículo de aquella escena, sentí una punzada en el estómago al acordarme de Victoria. No lo entendía. Se suponía que estábamos bien. ¿Por qué me engañó? Había empezado a quererla...
Cuando Victoria y yo empezamos a salir a finales del último año de instituto fue perfecto. Al principio no me creía que alguien como ella se hubiera fijado en mí. Ella, con su piel morena y su pelo rizado, sonriendo a todo el mundo, bailando por todos lados, captaba la atención de toda la gente a su alrededor. Su entusiasmo por todo me cautivó y me rompió el corazón en mil pedazos cuando me dejó hacía ya dos meses, por su instructor del gimnasio. Parecía mentira, me había dejado por un polvo rápido con un tío mayor y cachas. Pensar en esto sólo me hacía sentir más incómodo y desagradable. Intentaba deshacerme de estos pensamientos cuando me di cuenta de que ya había llegado al pasillo donde teníamos la primera clase del día, Derecho Natural, y, como siempre, Ariel estaba ya sentada junto a la puerta, con sus auriculares puestos.
Al acercarme hacia ella levantó la cabeza y me miró, pero luego volvió a retraerse, así que me senté a su lado, deslizándome por la pared y la observé mientras tenía los ojos cerrados. Puede que fuese una osadía hacer lo que hice, pero en su momento no lo pensé. Acerqué la mano a su oído, le quité el auricular y le dije en voz baja:

—Buenos días a ti también.

Ariel se sobresaltó para luego cambiar su expresión por una de fastidio.

—¿Qué haces?
—Saludar, ¿no es obvio?
—La próxima vez saluda sin palabras —dicho esto me quitó el auricular de la mano y se lo volvió a poner.

Los siguientes diez minutos fueron los más largos de toda mi vida.

Después de esa clase tenía una hora libre, al igual que Ariel y Annaïs, por lo que los tres nos dirigimos hacia la cafetería. Nada más entrar, me dirigí a la barra para pedirme un café. No sé si había hecho bien dejando a aquellas dos solas. Si Ariel ya sacaba las garras conmigo, no quería imaginarme con Annaïs... Cuando mi café estuvo listo, cogí el vaso de papel que me ofrecían y las busqué con la mirada. Ambas se habían sentado en una de las mesas del fondo, al lado de la puerta, no obstante, cada una estaba en una esquina diferente. Supongo que Annaïs había sido más sensata esta vez. Fui en su dirección y al llegar me senté al lado de Annaïs, teniendo de esta forma a Ariel de frente. Esta estaba mirando un folleto que, por lo visto, habían dejado por todas las mesas.

—¿Qué dice? —pregunté.
—Una tontería sobre un recital de poesía moderna —soltó Annaïs mientras apoyaba los codos en la mesa y bufaba.
—Me gustaría ir —dijo Ariel, levantando la vista—. Es en un café de Williamsburg.
—Voy contigo, si quieres —dije, sin pensar.

Ariel se quedó pensativa durante unos instantes y, después de alzar una ceja, habló:

—Claro.

01:00 (PM)

Sonó el timbre de fin de clases en la facultad, metí mis cosas en la mochila y salí al pasillo, donde me encontré otra vez con Ariel. Habíamos tenido clases diferentes por lo que estábamos en grupos separados.

The Williamsburg ClubDonde viven las historias. Descúbrelo ahora