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Yuki Tsunoda y Pierre Gasly se conocieron cuando compartían equipo en AlphaTauri. Al principio, la relación entre ellos era simplemente profesional, pero poco a poco se fueron acercando, compartiendo risas, confidencias y, eventualmente, desarrollando un lazo que iba más allá de la amistad.
Una tarde, después de un largo día de entrenamientos, Pierre decidió dar el primer paso. Mientras estaban en el hospitality del equipo, Pierre miró a Yuki con una sonrisa juguetona.
— Yuki, hay algo que quiero decirte desde hace tiempo —dijo Pierre, con un tono más serio de lo habitual.
Yuki, sorprendido por el cambio de tono, levantó la vista de su teléfono y lo miró con curiosidad.
— ¿Qué pasa, Pierre? —preguntó Yuki, aunque en el fondo, ya sentía que sabía lo que venía.
— Me gustas —confesó Pierre, sin rodeos—. Quiero que seamos algo más que compañeros de equipo, algo más que amigos.
Yuki se quedó en silencio por un momento, procesando las palabras de Pierre. Su corazón latía con fuerza, y una sonrisa tímida se dibujó en su rostro.
— Tú también me gustas, Pierre —respondió Yuki, casi en un susurro—. Me encantaría que intentáramos algo juntos.
Así comenzó su relación, y con el tiempo, se volvieron inseparables. Compartían risas, entrenamientos y momentos tiernos que solo ellos entendían. Era una relación que el paddock entero amaba, una pareja que se complementaba perfectamente.
Sin embargo, llegó el día en que se anunció que Pierre se trasladaría a otro equipo para la siguiente temporada. La noticia los tomó por sorpresa, y aunque sabían que era una gran oportunidad para Pierre, la idea de separarse les dolía.
— No puedo creer que ya no seremos compañeros de equipo —dijo Yuki, con la voz cargada de emoción mientras ambos caminaban por el paddock en su última carrera juntos como compañeros.
Pierre lo miró con cariño y le pasó un brazo por los hombros.
— Yo también te voy a extrañar, Yuki. Pero sabes que esto no cambia nada entre nosotros. Nuestra relación es mucho más que compartir un auto o un garaje —dijo Pierre, con una sonrisa reconfortante.
Yuki asintió, sintiendo un nudo en la garganta.
— Sí, lo sé. Y aunque te veré en la pista, será diferente... pero nada va a romper lo que tenemos, ¿verdad?
Pierre se detuvo y tomó el rostro de Yuki entre sus manos.
— Nada, Yuki. Absolutamente nada. Vamos a seguir siendo una pareja increíble, aunque estemos en equipos diferentes.
Se dieron un beso rápido, conscientes de las miradas a su alrededor, pero sin importarles mucho. Estaban seguros de su amor, y eso era lo que más importaba.
Los meses pasaron, y aunque Pierre y Yuki ya no compartían equipo, su relación seguía fuerte. Era común verlos en el paddock hablando en francés o japonés, riendo a carcajadas cuando uno de los dos decía algo que el otro no entendía del todo.
— Je t’aime, Yuki! —decía Pierre, en broma, durante una conferencia de prensa.
— Watashi mo, Pierre! —respondía Yuki, mientras ambos fingían entenderse a la perfección.
El paddock los adoraba. Eran una de esas parejas que, a pesar de las dificultades, seguía brillando. Y cuando su primer aniversario de relación se acercaba, planearon una pequeña celebración entre carreras, sabiendo que su amor era lo único que necesitaban para ser felices.
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