Camiseta----Versainz

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Era una tarde calurosa en Mónaco, y Max Verstappen había invitado a Carlos Sainz a su departamento para relajarse después de un intenso día de entrenamientos. Carlos llegó con una camiseta ajustada, pero pronto, al entrar, se la quitó debido al calor, dejando al descubierto sus marcados brazos y abdominales. Max trató de no mirarlo demasiado, pero era imposible no notar lo bien que lucía Carlos sin la camiseta.

Carlos, siempre perceptivo, notó cómo las mejillas de Max se iban coloreando de un leve tono rojizo cada vez que su mirada se desviaba hacia su torso. Con una sonrisa traviesa, decidió provocarlo un poco más.

-¿Qué pasa, Maxito? ¿Te gusta lo que ves? -dijo Carlos mientras se acercaba lentamente, con una chispa juguetona en los ojos.

Max intentó disimular, pero el rubor en su rostro solo se intensificaba. Se cruzó de brazos, tratando de adoptar una postura casual, pero su cuerpo lo traicionaba. Carlos, que nunca dejaba pasar una oportunidad para molestar a Max, se detuvo justo frente a él, tan cerca que podía sentir su respiración.

-Vamos, no te pongas así -continuó Carlos, con una sonrisa más amplia-. Si te sonrojas tanto, voy a pensar que te gusta más de lo que crees.

Max bajó la mirada, claramente incómodo pero al mismo tiempo sin poder apartarse de la presencia de Carlos. Fue entonces cuando Carlos decidió que era momento de intensificar el juego. Con movimientos seguros y fluidos, rodeó la cintura de Max con sus brazos, tirándolo suavemente hacia su pecho.

Max abrió los ojos sorprendido al sentir el cuerpo cálido de Carlos contra el suyo. Instintivamente, levantó las manos, dejándolas reposar en el pecho desnudo de Carlos, sus dedos rozando los músculos firmes. El corazón de Max latía a toda velocidad, y su mente estaba en caos. Estaba demasiado cerca, demasiado consciente del calor del cuerpo de Carlos.

-Mírate -susurró Carlos cerca de su oído, bajando la voz en un tono burlón-, te pones aún más rojo cuando te tengo así. ¿Te gusta?

Max tragó saliva, sin saber qué responder. Las bromas de Carlos lo hacían sentir aún más vulnerable, y su mente se nublaba por la cercanía.

-D-Deja de bromear -murmuró Max, tratando de sonar firme, pero su voz tembló ligeramente, traicionándolo.

Carlos soltó una suave carcajada, encantado por la reacción de Max. Apretó un poco más sus brazos alrededor de la cintura de Max, haciendo que sus cuerpos se pegaran aún más.

-No te preocupes, Max -dijo, esta vez en un tono más bajo, casi seductor-. Solo estoy jugando... aunque admito que me gusta verte así. Eres adorable cuando te sonrojas.

Max, completamente superado por la situación, cerró los ojos un momento, tratando de controlar su respiración y su creciente nerviosismo. Pero por más que intentara, no podía evitar sentir que la situación lo estaba dominando por completo. Estaba atrapado entre los brazos de Carlos, sintiendo su cuerpo fuerte contra el suyo, y no podía hacer más que aceptar el sonrojo que se extendía por su rostro.

Carlos lo observaba, complacido, disfrutando de cada segundo mientras lo mantenía cerca, sabiendo que tenía el control total sobre la situación.

One shots (ships f1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora