La tormenta rugía con fuerza afuera del circuito, el cielo oscuro iluminado por los relámpagos que cruzaban el horizonte. Max siempre había tenido una relación complicada con las tormentas. Desde niño, no le gustaba el sonido del trueno, ni la sensación de descontrol que traía el viento. Aunque con los años había aprendido a ocultar ese miedo, aún quedaban momentos en los que no podía soportarlo solo.
Aprovechando que la lluvia comenzaba a azotar el paddock, Max se escabulló hacia las instalaciones de Ferrari, su destino más habitual cuando sentía que no podía estar solo. Nadie lo vio, o al menos eso quería creer. Sabía exactamente hacia dónde se dirigía, sus pasos rápidos pero cautelosos, hasta llegar a la habitación de Carlos.
Tocó suavemente la puerta, y en segundos, Carlos la abrió, sabiendo perfectamente por qué estaba ahí.
-¿Otra vez la tormenta? -preguntó Carlos con una sonrisa suave.
Max asintió, mordiéndose el labio, sintiéndose un poco avergonzado, pero también aliviado de que Carlos entendiera sin necesidad de explicaciones. Sin decir más, Carlos lo hizo pasar y cerró la puerta detrás de ellos, dejando afuera el caos del clima.
Ya era casi una rutina entre ambos. Max buscaba el refugio de Carlos cuando las tormentas aparecían, y aunque nunca lo decían en voz alta, ambos sabían que había algo más en esos momentos que solo consuelo. Max, tan fuerte en la pista, se volvía vulnerable en esas noches, y Carlos siempre estaba allí para sostenerlo.
Carlos se acostó en la cama, acomodándose contra las almohadas, y Max no tardó en seguirlo, como si ese lugar le perteneciera desde siempre. Se deslizó debajo de las sábanas y se acurrucó sobre el pecho de Carlos, apoyando su cabeza justo en el centro, escuchando el latido constante y calmado del corazón de su compañero.
Carlos pasó un brazo firme pero protector alrededor de la cintura de Max, atrayéndolo más cerca. El calor de su cuerpo, el sonido rítmico de su respiración, todo ayudaba a calmar los nervios de Max. El mundo afuera podía estar en caos, pero aquí, en los brazos de Carlos, todo estaba en orden.
-Estás bien, Max -susurró Carlos, mientras su mano trazaba círculos lentos en la espalda de Max-. Nada va a pasarte mientras estés conmigo.
Max no respondió, no con palabras al menos. En su lugar, se acomodó aún más, dejando caer medio cuerpo sobre el de Carlos, como si eso fuera lo único que necesitara para sentirse seguro. Su cabeza permaneció apoyada en el pecho de Carlos, y el brazo de Carlos apretó su cintura con más fuerza, asegurándose de que Max se sintiera protegido.
Cada trueno parecía un poco más lejano, cada relámpago un poco menos brillante, mientras Max se dejaba arrullar por el calor y la seguridad que solo Carlos podía darle en esos momentos. Aunque era él quien dominaba tantas situaciones en la vida, aquí, en esta habitación, permitía que Carlos lo dominara, le diera paz en medio de la tormenta.
El silencio se hizo más profundo, y poco a poco, los latidos del corazón de Carlos y el sonido constante de la respiración tranquila de Max fueron lo único que quedaron en la habitación. Carlos cerró los ojos, disfrutando de la sensación de tener a Max tan cerca, sabiendo que, aunque no lo dijeran, esa cercanía significaba mucho más de lo que cualquiera podría imaginar.
La tormenta podría durar toda la noche, pero para ellos, ya no importaba.
Iza_na_ Porfin alguien del Versainz!!!
Espero les haya gustado reccuerden votar y pedir lo que quieran.
Chauuu💗🇦🇷