Las palomas

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Música sugerida para el capitulo: "London Calling -  Michael Giacchino".

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Cuando Nira llega, agarrándose el hombro derecho y con la música aun a todo volumen, la mayoría de las palomas están inquietas. Entra en el taller con el mentón en alto y la espalda recta. Los pájaros no parecen reparar en su mueca de dolor y en que renguea ligeramente. Ella hace un inmenso esfuerzo porque aquello no se note. Los hombres llevan el cuerpo recubierto de plumas, como si fuese una especie de armadura. En la cabeza además tienen cascos, con forma animal, que son fuertes. Ese particular grupo de ladrones que visten como si fueran aves e intentan mimetizarse con el entorno por sus colores grisáceos y pálidos no son especialmente pacientes; tampoco dejan pasar una oportunidad de debilidad. El taller se encuentra a las afueras del barrio perimetral, que la mayoría conoce como Sión. Es una vieja usina de vapor con residuos tóxicos y basura electrónica que ha servido de depósito, pero ahora está abandonada. Las palomas son al menos diez y se encuentran en semi círculo, rodeando a un pequeño personaje de pelos amarillos y grandes anteojos modulares. Es Conrado. Aunque tiene no más de catorce años y una estatura de 1,55 permanece tranquilo, a la espera de una cara conocida.

—Nos tenías impacientes. –Dice una de las palomas, probablemente el líder, que se libera del semi círculo, acercándose hasta Nira. Su semblante es perturbador. Tiene grandes ojeras y algunos cabellos ligeramente violetas. Es un adicto, como ella. El color violeta no es uno que especialmente se elija para llevar por moda o por alguna cuestión estética. Es más bien una marca, una diferenciación.

—Su impaciencia no es mi problema. Conrado, ven conmigo. –Contesta Nira, con una voz pausada y de bajo volumen, pero con la fuerza y gravedad características de una tormenta. Nira no es alguien que se deje intimidar, aunque este en inferioridad numérica.

Conrado camina lentamente hasta ella y se coloca a su lado. Tiene entre los dedos toda clase de botones que puede accionar en cualquier momento, todos los cuales tienen su función. El taller, sitio común para esa clase de reuniones, está repleto de explosivos, bombas de humo, misiles de aceite y redes expansóras. Todo está cuidadosamente preparado para salir de una situación embarazosa o para perder el rastro de algún enemigo.

—Su impertinencia... –Dice la paloma.

—Mi impertinencia –interrumpe ella, –me ha permitido alcanzar grandes negocios. No tengo demasiado tiempo, ¿de cuánto estamos hablando?

La paloma se sacude una de las manos, como si quisiera quitarse una molestia. Se lo ve claramente ofuscado, pero no puede permitirse haber llegado hasta allí e irse sin más. Respira profundamente y mira hacía el suelo. Intenta buscar aliento. Después dirige su mirada a Nira, que lo aguarda en una posición relajada, frente a él.

—Son unos cincuenta tachos. –Responde finalmente.

—¡Cincuenta! –Balbucea Conrado. –Eso es mucho.

—Cincuenta tachos. –Dice Nira. –¿En donde están exactamente y cómo podemos llegar a ellos?

—El puerto sur, a veinte kilómetros del paralelo de Hilda. Nosotros les damos los códigos de las embarcaciones para que puedan ingresar, a demás de la hora específica y ustedes sacan los tachos. El cómo y de qué manera es asunto suyo. Afuera los va a estar esperando uno de nosotros.

—Necesito un instante. –Responde Nira, haciendo rápidos movimientos de pestaña.

-Establecer conexión con Jade.EXE-

De pronto, por el ojo derecho de Nira comienzan a bajar múltiples textos con información sobre el puerto, sus horarios de anclaje, los registros de condensadores de vapor existentes y las plataformas de despegue y descarga. A demás de eso, también se diferencian los turnos y nombres de los distintos trabajadores y guardias.

NIRA en DeadpunkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora