¡Al rescate!

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Música sugerida para el capítulo: "Goom Gum - Set & Setting".

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Al mismo tiempo que los gatos dan un magistral salto, las plumas de metal afilado comienzan a volar por todas partes. Las palomas se desperdigan por las paredes y el salón, abriendo sus alas. El liviano metal, recubierto de finas plumas, ayuda a que tengan mejor aerodinámica y movimiento. Rufus se queda parado en medio de la sala, como expectante. Mientras están en el aire, tanto Nala como Catusalém logran sortear la dirección de muchas de las plumas metálicas. Con los garrotes magnéticos también golpean otras, aunque el tipo de metal y corriente eléctrica de los mismos las atraen. La cantidad es sumamente peligrosa, por lo que no se salvan de sufrir alguna cortadura en las piernas, en los brazos o hasta incluso en el rostro. Los maullidos de dolor se entre mezclan con los golpes de garrote. Cae una paloma y caen dos. También cae Cat, porque dos seres se abalanzan sobre él, pero no tarda mucho en deshacerse de ellos, tras un certero golpe de garrote de Nala.

Rufus sigue estando en medio del salón, mientras ve como alrededor de él se va desenvolviendo la pelea. No interviene porque no es necesario. Por más que los gatos hagan un esfuerzo e intenten obtener una victoria, el número de enemigos es demasiado grande. Tanto Cat como Nala valen por cinco o seis palomas cada uno y pelean formidablemente bien, pero no tardarán demasiado en ser vencidos por el cansancio y la alienación. Los golpes de garrote se multiplican, al igual que las cortaduras, los maullidos y las bolas de pelo dando vueltas en el aire. Entre tanta confusión Nala logra llegar hasta un escritorio que quedo dado vuelta en el suelo y hace contacto con uno de sus auriculares. Después da un salto y se incorpora nuevamente a la pelea.

Unos largos y tensos minutos de incansable pelea transcurren. Catusalém es finalmente atrapado, entre cuatro palomas que sostienen con fuerza sus extremidades. El gato ha dejado el interesante saldo de quince palomas inconscientes. Le sigue Nala, que ha luchado valerosamente, dejando unas veinte aves intentando incorporarse. Muchas de las palomas se quitan los cascos, inspeccionando cuidadosamente los golpes. Otras están todavía en el suelo. La gata se deja atrapar, mucho más calmada que Cat.

—Han peleado bien. —Les dice Rufus, mientras inspecciona cada uno de los golpes, de las lastimaduras, de los chichones. —No tienen idea de lo mucho que nos servirían. Es una lástima.

—¡Suéltenme! —Grita Catusalém, intentando hacer fuerza para que las poderosas garras lo dejen.

El cansancio y la fatiga de los brazos y piernas se lo hacen imposible. En ese momento, tiene más voluntad que poderío físico. Aún así es un ser bastante difícil de sostener. Nala, en cambio, permanece relajada, rodeada de cierta tranquilidad. Ha luchado con rapidez y fuerza bruta, aunque no se ha dejado atrapar porque haya estado cansada.

—Supongo que eres más inteligente que tu amigo. —Le dice Rufus, creyendo que la gata ha aceptado la derrota sin chistar.

—Crees bien. —Le contesta ella, aunque por una razón diametralmente distinta a la que piensa el líder de las palomas.

—Entonces, me parece haber escuchado que los gatos dijeron que los llevaríamos muertos. ¿No? —Agrega el líder, mirando a Catusalém.

El gato le devuelve la mirada, cargada de ira e impotencia. Sigue forcejeando con las palomas que lo tienen apresado, aunque ya está casi definitivamente rendido. Nala comienza a reírse, pero tímidamente, por lo bajo. Como si no quisiera ser escuchada. Como una burla. Entonces Rufus se acerca, mirándola de arriba abajo y con una de sus manos levanta el mentón de la gata. La felino muestra los dientes y abre la boca, esbozando una sonrisa macabra.

—¿Qué es tan gracioso? —Le pregunta.

No es necesaria la respuesta. Un pequeño pitido, muy mínimo, comienza a escucharse haciendo un suave eco por las paredes de la casi destruida base. Algunas palomas murmuran y el líder los hace callar. El pitido sigue sonando hasta que Rufus comienza a buscar su origen. Cuando llega hasta donde está el escritorio lo da vuelta de una fuerte patada. Del otro lado hay un auricular sonando. El sonido es muy bajo, pero es tan constante que molesta al oído. La paloma lo agarra y se lo coloca en una de sus orejas, haciendo a un lado parte del casco. Primero escucha y sus ojos se entrecierran. Después clava la mirada en Nala, abriendo los ojos sorprendido. Sus labios alcanzan a reproducir lo que está escuchando: "Ya estamos aquí".

De pronto las ventanas que quedaban en pie y sanas estallan, haciendo un ensordecedor ruido. Los pedazos de vidrios vuelan por todas partes y justo en medio del salón cae un artefacto circular y dorado que comienza a emanar un sonido sumamente agudo. Lo suficiente como para que los cascos de las palomas sufran interferencias y los tímpanos les estallen. Algunos logran sacarse los cascos, otros caen secos al suelo. Tras el estallido y el artefacto comienzan a entrar por las ventanas decenas de gatas grises y blancas, que se enzarzan en una sangrienta pelea con las palomas que quedan en pie. Tanto Catusalém como Nala son soltados por sus respectivos opresores y sobre todo el gato obtiene un segundo aire gracias a la adrenalina.

Rufus alcanza a cubrirse. Cuando agarró la bocina de auricular se sacó parte del casco, por lo cual al ver ingresar el artefacto pudo quitárselo a tiempo antes de sufrir el sonido. Cuatro gatas se le abalanzan encima, pero el líder es demasiado poderoso como para resistir un embiste de esas características. Se deja rodear, pero activando un mecanismo de defensa eléctrico parecido al ideado por Conrado, hace que las gatas salgan volando producto de un fuerte choque de onda. Después comienza a tirar plumas afiladas en todas direcciones, sin hacer discriminación de objetivos. Le da a alguno de sus colegas, pero también a muchas de las gatas. Su tarea no parece ser defenderse, sino ocasionar la mayor cantidad de bajas sin importar los efectos colaterales. Esa clase de estrategia dura y perversa es muy peligrosa, pero al mismo tiempo muy efectiva.

Delante de él cae de pronto Catusalém. En la mirada se puede adivinar la expectativa por saldar una vieja deuda. Rufus sabe que Cat está cansado, agotado y casi completamente indefenso, pero aun así es sumamente peligroso. Por los ojos del gato pasa la imagen de Nira quedándose sin oxigeno y la noche peleando con las palomas. De sus dedos salen afiladas garras y de un momento al otro se abalanza sobre Rufus. El líder de las palomas se deja increpar al tiempo que desliza por los conductos circulares pegados a sus brazos innumerable cantidad de afiladas plumas metálicas. Sobre la cabeza de ambos se ven pasar las patas erguidas de las gatas, las garras afiladas, las plumas de metal, los cuerpos de las palomas siendo expulsados al aire de un golpe certero y las pelusas ensangrentadas de los pelos gatunos.

—¡No estás preparado para esto gato! —Grita Rufus insolente.

Ambos se enredan en un ida y vuelta de golpes e intercambian fuerzas en una lucha sin tregua. La paloma tiene razón, el gato no soportará mucho tiempo más peleando a ese nivel. Quizá si estuviera descansado podría defenderse mejor, pero recibe más golpes de los que puede soportar y de un momento a otro cae al suelo, completamente extenuado. Rufus se acerca, como quien quiere degustar suavemente la victoria esperada. Al aproximarse ve la sonrisa de Catusalém, mezclada con el rojo de la sangre que le sale de la boca.

—¿Hasta en momentos como este te atreves a sonreír? —Le dice la paloma.

Después yergue el brazo y lo aproxima al cuello del gato. Un suave sonido da la señal de que por el tubo están por salir una metralla de afiladas plumas directo al gato, pero no sucede. Catusalém lo sabía, pero Rufus ha estado tan concentrado en la pelea que no ha reparado en vigilar a su alrededor. No se ha dado cuenta de que su intensa cantidad de proyectiles hirió a más palomas que gatos y que la pelea está completamente controlada. Detrás de la paloma aparece de pronto Nala, que le da un fuerte garrotazo en la cabeza, haciendo que esta vuele por los aires, desmembrando por completo al líder.

NIRA en DeadpunkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora