La paranoia

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Música sugerida para el capítulo: "KAS_ST - Breathless".

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A medida que camina y que va adentrándose más en las profundidades de Deadpunk, el gato va notando las diferencias sustanciales de la ciudad con lo que él recuerda antes de ser apresado por Thania. Es que la explosión, implosión, o lo que sea que ocurrió en la fortaleza dejo extrañas secuelas. No solo el cielo esta distinto, sino que el ambiente también. La sensación general es de sentir que algo se ha caído, se ha derrumbado. Al principio Cat pensó que el quiebre solo había ocurrido en las inmediaciones de donde estaba la fortaleza. El viaje al conurbano y la posterior ida a la ciudad le han dejado en claro que no. Hace ya dos días que no anochece. No está completamente de día, pero tampoco se cierne el oscuro anochecer a la hora determinada, tan típico de la ciudad. Algo grave ha sucedido y nadie ha tenido la posibilidad de adivinar que es.

La base de operaciones de Nala está bien escondida, aunque el gato la conoce de primera mano. Él mismo ha tenido que recurrir a la ayuda de su compañera muchas veces, adentrándose en las oscuridades de los pasajes infinitos que hoy, curiosamente, están iluminados. La ciudad se ve diametralmente distinta y no se escucha el típico sonido de los tubulares llegando con el viento. La preocupación, que se ha extendido a todos los rincones de la ciudad, es que han dejado de funcionar. Si los tubulares no funcionan eso significa que el oxigeno no puede ser producido. Si no hay oxigeno...

—Ya estas enterado. —Le dice Nala.

—Tendría que ser ciego para no darme cuenta de lo que pasa. —Contesta él.

Su relación es más bien cordial, aunque ambos se quieren mucho, pero no lo demuestran. Su pasado en común y los sentimientos respecto a la libertad de su pueblo hace que se sientan más familia de lo que en realidad son. Después de hacer algunos comentarios secos y de pocas palabras, finalmente de estrechan las manos y Nala atina a abrazar a Cat, aunque los dos quedan a mitad de camino. Sus pómulos se rosean. En lo que a las familias de gatos respecta, Nala es una Beta. Es una gata gris de raza pura que tiene la potestad de dirigir a los gatos que no sean alfa, es decir, los del rango mayor. También era la encargada de dar a luz la mayoría de los gatos que después se convertirían en la base de fuerzas militares. Entre otras cosas, era muy probable que su familia aceptara el ofrecimiento de Marion, el padre de Catusalém, de casarse con su primogénito, hasta que ella escapo. Decidió huir de todo ese mundo...

—Hay una paranoia generalizada. —Continúa la gata. —La gente cree que porque los tubulares ya no se escuchan el oxigeno se está acabando. También se cree que no hay anuncios oficiales al respecto, porque están esperando que ese momento llegue y dejarnos morir a todos...

—¿Tú qué crees? —Le pregunta Catusalém.

—No lo sé Cat... Me tiene intranquila no escuchar los tubulares. En cualquier caso, no importa mucho lo que yo crea, sino lo que tengo que inspirar. Mis gatas están trabajando veinticuatro horas al día, llevando ayuda y tranquilidad a todas partes, pero no alcanza. La mayoría de los seres están nerviosos. Se han multiplicado los robos y se han registrado el triple de saqueos de lo que es normal. La gente quiere conseguir oxigeno a toda costa antes de que se acabe. Las maquinas están trabajando al doble de su capacidad para poder producir más vapor y la mayoría se rompen, la gente se está quedando sin trabajo.

—Tranquila. —Susurra Cat, agarrándola de las manos. ¿Los tubos de transmisión siguen funcionando?

—Sí. El vapor se moviliza normalmente. El oxigeno escasea, pero eso no es algo nuevo. El problema es que gracias a la paranoia las personas intentan comprar todo el oxigeno posible y eso genera más escases. Pero Cat...

Nala se da cuenta de que el gato la está mirando con preocupación desde hace unos minutos. La ha escuchado atentamente y la ha tomado de las manos con total sinceridad, pero en sus ojos hay otra cosa. Hay en su rostro una inquietud que tiene que ver con un tema que no es justamente del que están hablando.

—Tú no estás aquí por eso... —Le susurra la gata gris, con cierta confusión.

—Lamento que no. —Contesta él.

Nala se queda mirándolo unos segundos. Después le suelta las manos y empieza a caminar nerviosamente, pero con el pecho inflado. A través de la ventana se ve la claridad de Deadpunk, como hace décadas no se mostraba.

—Es tu padre Cat. Es tu padre otra vez.

—Sí. —Responde él. —Pero esta vez no estoy huyendo de él.

—¿Eso qué quiere decir?

—Estoy juntando un ejército.

Nala mueve la cabeza hacia los lados. Después esboza una media sonrisa y exhala una pequeña risa.

—No estás hablando en serio. —Le dice.

—Tú eres la última de las familias importantes con las que me falta hablar. —Le contesta Cat.

—¿No esperaras que nos unamos a esa lucha suicida verdad? No estamos preparadas para luchar Cat.

—¡Por favor Nala! —Suplica el gato. —Lo llevan en la sangre. Son gatas guerreras. No se los pediría si no estuviera seguro de que se puede lograr la victoria, o al menos una tregua.

—¡¿Una tregua?! —Grita Nala, mostrando los dientes.

—Podemos lograr que mi padre desista de perseguir a los exiliados, de que nos deje vivir en paz.

—Por los dioses Cat. No eres tan ingenuo.

—No lo soy. Por eso estoy convencido de que podemos con esto. Algo se acerca Nala, algo grande. Tú lo sabes.

—Yo no sé nada. —Dice ella, más tranquila.

—La falta del sonido de los tubulares, la interrupción en las comunicaciones. El hecho de que ninguno de los dos esté usando auriculares. Algo grande esta por suceder y no tiene que ver con el oxigeno, tiene que ver con nuestro destino. Con nuestra forma de vivir. Con la forma en la que conocemos las cosas o en lo que creemos. ¿No lo sientes en los cabellos? ¿No lo sientes en tu interior?

—¿Y cual es la razón para iniciar una guerra en medio de todo lo que está pasando? —Pregunta Nala.

—Tengo el extraño, o más bien el perverso presentimiento, de que los más poderosos son los que saldrán airosos de todo esto. Algo sabe mi padre, alguna información tiene respecto a lo que está pasando. Se ha vuelto más huraño y más violento de lo que era. Está enceguecido por el poder y completamente descorazonado.

—Cat. —Dice Nala, acercándose al gato y mirándolo a los ojos, que parecen tener un pequeño chispazo al cruzarse con los de él. —No puedo seguirte porque tienes un presentimiento.

Catusalém se aleja. Con los labios fruncidos. Ahora es él el que mira a Deadpunk por la ventana, creyéndola más bella de lo que nunca la vio. La luz se extiende por las callejuelas y los edificios ocres se iluminan color miel. Los reflejos del extraño cielo golpean las ventanas, generando pequeños arco iris en el húmedo ambiente.

—Bueno. No es solo un presentimiento. Nathaniel está desde hace dos días en el asilo Nala...

—¡¿Qué?! ¿En el asilo? ¿Qué sucedió? —Exclama la gata, con profunda impotencia.

—Fue Thania. Quizá debería haber sido yo, o quizá deberíamos estar hoy los dos en el asilo. Probablemente ese era el deseo de mi padre cuando se atrevió a hacer negocios sucios con ella. Finalmente le toco a él. En un acto de heroísmo me salvo de ser involucionado.

—Oh... por los dioses. Lo lamento muchísimo. —Contesta ella. Por un momento, parece que la imagen de Nathaniel aparece por sus ojos, con tristeza.

—Él está bien. —Dice Catusalém. —Pero créeme que mi padre no descansara hasta vernos a todos en ese maldito asilo. Ya sabes que tuve que llevar allí a Jonás, a María, a Ruth, a Ben...

De pronto, como si de un presagio de algo terrible que está por ocurrir se tratara, las garras de Catusalém y las de Nala salen automáticamente de los dedos. Los pelos se les encrespan y miran hacia arriba, listos para defenderse. El techo explota bruscamente y comienzan a llover palomas...

NIRA en DeadpunkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora