Un poco de mambo

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Música sugerida para el capítulo: "Atóm (IE) - Now and forever".

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Los cascos salen volando por el aire, en el preciso instante en el que Catusalém da un gran salto por el aire. Nira, que ha alcanzado a visualizar todo el entorno en pocos segundos acciona su arma sónica y apunta directamente a los paneles de cerradura de la puerta, dándoles de lleno. Después se da vuelta y hace lo propio con los paneles brillantes que contienen información que rodean la sala de operaciones. Al instante se genera un corto en la electricidad y la iluminación comienza a titilar descontrolada. La puerta está cerrada y ellos hacinados. Mientras los pedazos de vidrio incandescente vuelan por el aire, el gato va saltando de guardia en guardia. Estos, confundidos, accionan sus armas con rapidez pero apuntan a cualquier lugar, generando un completo caos. Uno de esos golpes sónicos alcanza a rozar el cuerpo de Nira, que sale despedida hacia el suelo. Cae con todo el peso del cuerpo sobre su brazo funcional.

—¡Nira! ¿Estás bien? —Grita Catusalém, mientras forcejea rápidamente con un guardia.

—¡Diez puntos gatito! —Grita ella. Mientras intenta incorporarse.

Entre el caos de los vidrios volando, el corto circuito de las luces y los guardias confundidos con lo que está sucediendo, no la han visto caer. Por unos segundos tiene tiempo para incorporarse y volver a agarrar el arma con su brazo sano, mientras el gato sigue forcejeando con los guardias y hace que varios cascos pasen volando por el aire. Nira se levanta, expulsa algunos choques sónicos de su arma y le da a varios oponentes. De pronto siente como el metal del traje que recubre su espalda cruje y sus pies se despegan del suelo. Alguien, increíblemente fuerte, la ha levantado del suelo. Es la misteriosa mujer mitad ciborg que vieron al ingresar. Había desaparecido en el tumulto, pero ha vuelto a hacer acto de presencia a espaldas de la líder. Tiene un brazo metálico con martillos neumáticos y por la fuerza con la que ha doblado el metal y el plástico, Nira no puede moverse cómodamente y queda desprotegida.

—¡Cat! ¡Cat! —Grita Nira, mientras intenta acomodar su brazo bueno con el arma para poder disparar a la mujer.

—¡Un segundo! ¡Estoy complicado aquí! —Maúlla él, en el preciso instante en el que está tratando de sacarse dos guardias de encima y utilizando otro como escudo humano de los choques sónicos que vuelan por el aire.

Increíblemente, una de esas ondas sónicas da en una parte rosada de los paneles que rodean el techo y tras un fuerte estruendo sale despedido nuevamente al suelo.

—¡Ustedes no son los guardias 382 y 383! —Vuelve a balbucear la mujer, con voz magnética. —¡Tienen que ser liquidados!

En ese momento, plagada de tensión, cansancio, agotamiento y presión, la cabeza de Nira comienza a trabajar a mil revoluciones por minuto. Si algo puede servir de intensivo para la líder a la hora de la pelea es el sentimiento de que está en un callejón sin salida. Hace un rápido cálculo entre el panel supuestamente reflectante del techo y la velocidad de la onda de choque y mira a Catusalém, que ha logrado sacarse de encima los guardias que lo atosigaban.

—¡Cat! Arrójame algo a los pies con fuerza! ¡Ahora! —Grita Nira.

El gato, que conoce a su amiga desde hace mucho tiempo, no necesita preguntar para que lo necesita. El tiempo apremia y en las situaciones extraordinarias se exigen medidas de ese tipo, aunque no se entiendan. Rápidamente el gato golpea a uno de los guardias y le saca uno de los cascos. Da dos giros en el aire y con todas sus fuerzas lanza el casco hacia los pies de Nira que, justo antes de que la golpeen los levanta. Al pasar por debajo de ella dan de lleno en la misteriosa mujer medio ciborg, logrando así que se desestabilice. La mano de martillos neumáticos suelta a Nira y en ese preciso instante ella acciona su arma, directamente hacia el panel del techo. El lugar específico en el que da hace que el disparo vuelva directamente hacia ellos. La líder alcanza a tirarse nuevamente al piso, mientras la ciborg sale despedida hacia atrás, golpeada con toda la fuerza de la onda. Nira mira al suelo.

—Ya se nos está haciendo costumbre. —Le susurra.

Después vuelve a levantarse y lo más rápido que puede se saca parte del traje de guardia, aunque no la parte que recubre su brazo izquierdo, que es el lastimado. Pedazos de traje y arma caen al suelo, mientras Nira pasa por arriba de una mesada y con una increíble velocidad llega hasta Catusalém, que nuevamente lucha con dos guardias e intenta sacarse de encima las armas que siguen siendo accionadas en todas direcciones. Se caen pedazos de techo, rebotan las ondas en guardias y mesas. Las sillas vuelan por los aires. Saltan pequeños fragmentos de vidrios y la luz de alerta titila violenta. Nira se deshace de los dos guardias y se pone espalda con espalda con el gato.

—Ya era hora de recibir un poco de ayuda por aquí. —Dice él, mientras un choque sónico le da de lleno en le pierna, haciendo que salga despedido hacia el aire.

En una gran demostración de agilidad felina, el gato usa el propio empuje que le ha dado el disparo para abalanzarse contra una pared y usarla de trampolín para saltar sobre dos de los cinco guardias que quedan en pie. Más allá del constante caos de todo viniéndose abajo se escucha bastante claro el sonido de las garras saliendo de sus dedos. Con dos zarpazos deja inconsciente al primer guardia, con tres más al segundo. Los otros tres guardias que quedan son atacados directamente por Nira, que no vacila un instante en valerse de sus poderosas piernas y el único brazo sano que tiene para deshacerse de ellos. La movilidad y agilidad de la líder no son motivo de envidia, pero la fuerza con la que impulsa sus extremidades y la violencia desmedida con la que propina los golpes sí.

Dentro de ella hay un ser oscuro. Ella lo llama monstruo. Son todos esos anhelos, esas nostalgias, esas frustraciones e impotencias que la persiguen desde pequeña. Entre ellas la bronca y la ira por no poder encontrar a su madre ni saber que pasó. También el no haber podido ayudar a su padre cuando lo asesinaron. Todas esas emociones intenta ocultarlas la mayor parte del tiempo, pero reprimir los sentimientos pueden destruirla, por eso los usa a su favor. Cuando la pelea se presenta, todas esas emociones son la fuerza con la que golpea a cada adversario o a cada enemigo. No lo ha dicho, pero el hecho de que sus golpes no hayan dañado en lo más mínimo a Thania implican para Nira algo bien claro: No tiene que ver con que sea grande o fuerte. Thania esconde detrás de sí emociones y sentimientos más profundos y oscuros que Nira.

Unos segundos después todo ha terminado. En medio del salón, agotados y lastimados, se encuentran Catusalém y Nira. Alrededor de ellos, infinita cantidad de vidrios rotos y paneles destruidos. También guardias inconscientes y pedazos de trajes desparramados y arruinados. Las luces del techo y las paredes siguen titilando y ahora que todo es más silencioso puede escucharse el golpe del otro lado de la puerta. Están intentando abrirla. Del otro lado debe estar atestado de guardias. Catusalém se agacha, agarra un arma y se va hacia atrás.

—¿Qué pasa? —Pregunta Nira, confundida.

El gato se acerca a una de las ventanas que hay en el extremo de la sala y le dispara un choque sónico. La ventana se resiente. Vuelve a darle otro y comienza a partirse. Después vuelve a disparar varias veces, hasta que finalmente se destruye. Es un material bastante duro.

—Ahora entiendo porqué las ventanas no estallaban. —Dice Nira.

El gato mira por el espacio vacío que ha dejado la ruptura y levanta una ceja. Después invita a Nira a que se acerque. Delante de ellos hay un gran espacio circular, parecido al conducto de un torpedo nuclear colosal repleto de escaleras, puentes de metal colgante e infinitos compartimientos. En ese momento la puerta del salón se abre y comienzan a entrar decenas de guardias. El gato y la líder se miran.

—¿Lista para otro salto de fe? —Dice él.

NIRA en DeadpunkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora