Amarrada

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Música sugerida para el capítulo: "AZHARI - Eastern Fantasy".

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—Comprenderás que para mí es muy importante mantener mi nombre completamente en secreto. Si alguna vez llegaran a agarrar a alguno de ustedes o los torturaran o lo que fuera, es mucho más seguro que no lo sepan. Jade es la única que lo sabe, pero lo sabe porque ella me ayudó a borrarlo de todos los sistemas, de todos los sitios.

—Nira... -Dice Conrado. —Jade nos dijo que...

—Sí, —Interrumpe ella, —que nuestros nombres estaban en ese archivo del gobierno, incluso el mío. No es tan fácil borrar a una persona del mundo digital, pero al menos logró sacarme de los estratos más superficiales. La cuestión es que mi nombre, mi verdadero nombre, es una carga tan peligrosa que solo quiero llevarlo yo. Thania lo sabía, pero yo no voy a repetirlo.

—Está bien Nira, no tienes que preocuparte. —Contesta Conrado. —No es algo que te pediría.

La líder cierra los ojos y comienza a pensar en esos días dentro de la fortaleza de Thania. Bucea en sus sensaciones, en sus sentimientos y en los recuerdos que poco a poco van apareciendo. Son pálidos y fríos como sus manos, pero cercanos. Como si todo aquello hubiera pasado el día anterior...


Atada alrededor de un poste empotrado en la pared, Nira respira con dificultad. Poco a poco va abriendo los ojos, que le duelen y le pesan. Es casi imposible sostenerlos abiertos, pero lo logra. Alrededor suyo flota un hedor mortecino y la oscuridad es casi total. Por unos minutos, siente la inmensa felicidad de no recordar quién es o qué sucedió. Tampoco sabe dónde está, pero eso comienza a esfumarse de pronto, con la rapidez de un viento de invierno. Primero vienen a su mente los recuerdos de la fatídica noche, después la pelea, después el brazo.

—¡Conrado! —Intenta gritar, pero el sonido sale tan débil y entrecortado que casi se podría considerar más un suspiro o un lamento ahogado.

El brazo le duele fuertemente. De manera constante siente punzadas y espasmos. No siente, aun así, la muñeca, ni la mano, ni los dedos. No puede moverlos. Están anestesiados o completamente desconectados de su cuerpo. Lentamente sus ojos van acostumbrándose al entorno y logra ver que está dentro de un pequeño salón derruido. La rodean distintos veladores apagados, alacenas, muebles finamente ornamentados, entre otras cosas. El olor es nauseabundo. Olor a cerrado y a barniz oxidado. Alguien se acerca. Unas fuertes zancadas se aproximan. Desde la oscuridad total emana un cuerpo erguido e imponente. Los tibios reflejos de luz que entran por una ventana, probablemente del sol, colorean suavemente los reflejos rojizos del pelo. Es Thania.

—Mal... ma... maldita... —Suspira Nira, con gran dificultad.

—No es mi culpa. —Responde Thania, con gran delicadeza. —Tú te metiste en este problema sola niña. Si no te hubieras escapado cuando tenías seis años nadie tendría que estar buscándote. Hubiera sido más fácil que te quedaras en tu casa... "Nira".

Nira piensa. ¿Es probable que Thania sepa su historia? ¿Qué sepa quién es? Aunque ella es consciente de cuál es su nombre, no lo ha pronunciado en años y no ha escuchado a nadie pronunciarlo jamás desde que escapó. El nombre flota en el aire, sutilmente, con musicalidad.

—No me creas una estúpida. —Continúa la gigante, ya sin la delicadeza ni la suavidad. —Por tu culpa perdimos el rastro de tu madre. Ella salió en tu búsqueda y las perdimos a las dos. Hubiera sido más fácil que te quedaras. Probablemente ahora estarías mejor.

Nira piensa cuidadosamente las palabras que va a decir, o intentar decir. No hay nada más importante para ella que saber que su madre está viva y donde está. Nunca creyó que hubiera muerto, pero ahora puede tener la seguridad. Su padre le enseño bien a esconder sus rastros. "No confíes en nadie Nira, mucho menos cuando un enemigo tenga información que tú necesitas".

—No... no se... —Murmura la mujer de pelo violeta.

Thania se acerca repentinamente, de dos zancadas y la toma del cabello con fuerza. Levanta la cabeza con violencia y Nira exhala un grito. Ambas quedan rostro con rostro. Una lastimada y casi desvanecida, la otra con los ojos embebidos en ira. Durante unos segundos los ojos celestes brillan en la oscuridad, como si quisieran meterse dentro de los pensamientos de la otra.

—¿Qué diablos es lo que no sabes? —Suelta la gigante.

—Haaaagh... No... no se dé que ha... blas...

—¡Tú! —Retumba la voz de la gigante en el salón. —Tú vas a decirme a donde está tu madre. Tú eres "Nira". La niña que escapó, la que se nos escapó...

La cabeza de Nira bailotea, mientras la gigante zarandea sus pelos descontroladamente y aprieta los dientes. No solo el reflejo de los ojos celestes brilla con intensidad, también los blancos e impolutos dientes que parecen tallados en marfil.

—¡No se dé que me hablas! —Grita finalmente Nira, exhalando todo el aire posible, haciendo un gran esfuerzo. Después se lamenta por el dolor.

—¡Maldita sea! —Grita Thania, soltando a Nira. —¡No tengo ganas de esto!

La gigante vuelve sobre sus pasos y las zancadas parecen ser mucho más fuertes. Se la nota impaciente y sobre todo ansiosa. Sus manos están sedientas de sangre.

—No tengo ganas de discutir contigo. —Resuelve después, respirando con tranquilidad. —Vamos a avisar a todas las autoridades que te tenemos. No habrá nadie en todo Deadpunk que no sepa que atrapamos a la pequeña niña que escapó. Si no eres capaz de decirme a donde está tu madre entonces haremos que ella venga hasta ti... querida.

Después se da vuelta y se va, ensayando un pequeño baile y moviendo la pollera de su vestido con diversión. Así como apareció repentinamente entre las sombras, vuelve a ser engullida por ellas. Nira se queda sollozando, mientras su corazón intenta estallar y gritar que sí, que ella es quien Thania dice que es. Sus labios se tuercen y el gusto a hierro se inocula en su boca. Se muere por saber que información tiene esa gigante destructora. Pero no puede dar el brazo a torcer. De pronto escucha un ruido. El salón se ilumina un poco más, probablemente de forma artificial y a lo lejos se destaca un pórtico. No lo había notado, pero hay dos perros apostados en la puerta. Dos perros de Neón. Nunca los había visto tan detenidamente.

Descansan con tranquilidad. Sus ojos están cerrados y su pelaje aparece ensangrentado, con partes peladas y otras con algún tipo de pegote. Respiran con suavidad, como si nada los turbara, como si no fueran maquinas de matar. Después ingresan al salón unos guardias con algunos artefactos y le hacen estudios a Nira. La desatan, la bajan, limpian sus heridas y le cambian el vendaje del brazo, no sin antes pasarle un anestésico de ondas. La líder está tan débil que no puede ni si quiera pensar en defenderse o escapar. De pronto, uno de ellos saca de su bolsillo un artefacto rectangular de color rojo que tiene tres pantallas superpuestas. Coloca algunos códigos en la maquina y después la acerca al modulo de oxigeno, que comienza a rellenarse de pronto.

—¿Có... cómo...? —Solloza Nira.

—Shhhh... —Dice uno de los guardias.

Después vuelven a atarla y se van, dejándola en la misma posición en la que estaba. Al cabo de unos instantes, ya más tranquila y fresca, sin tanta molestia por las lastimaduras, Nira se duerme. De la oscuridad de sus ojos emana la figura y el rostro de su madre. La llama por su nombre, después le da un abrazo y le dice que todo va a estar bien. Alrededor de ellos hay caos, hay edificios viniéndose abajo, hay casas quemándose y gente gritando. Todos corren despavoridos en todas direcciones. Todo está por acabarse, todo es un tormento, pero Nira no tiene miedo. Su madre la sostiene con fuerza y vuelve a decirle que todo va a estar bien. Después la suelta y comienza a alejarse. Nira se queda sola, mirando el vacío. El mundo ya no es, todo se vuelve oscuridad...

NIRA en DeadpunkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora