La caída de la casa exilĭum

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Música sugerida para el capítulo: "Evgeniy Nuzhnov - Elements".

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—¿De qué está hablando? —Dice Lupo.

Al instante se da vuelta y le apunta a Nathaniel.

—¡Nos entregaste! —Grita, eufórico y enfurecido.

El gato lo mira fijamente, con una marcada expresión de derrota. No lo mira como alguien que acaba de traicionar a sus amigos, o colegas. Lo mira como alguien que ha sido obligado a hacerlo, aunque eso no lo exima de culpas. Al mismo tiempo Conrado se da vuelta y examina a Nathaniel. El pequeño hubiera jurado que en su rostro había un ápice de sinceridad cuando se unió a la causa. Esta claro que no y eso lo hace sentirse traicionado. Es la primera vez que experimenta esa sensación amarga. El semblante de los asistentes se ensombrece. Los guardias comienzan a caminar y los rodean. Thania mira y disfruta del espectáculo.

—Lo lamento tanto Lupo. —Dice Nathaniel. Después se dirige a Conrado. —Perdón, muchacho.

—Haaa... No. —Responde Lupo cínicamente. —No tienes que pedir disculpas, esto lo pagas ahora.

—¡No Lupo! —Grita Conrado, mientras se abalanza sobre el zorro, pero uno de los guardias alcanza a sostenerlo de los brazos. Igualmente no hubiera llegado, ya es tarde.

Lupo apunta a Nathaniel y acciona el disparador magnético. No funciona. Vuelve a colocarlo en posición y reiteradas veces acciona el disparador. El arma está muerta. No tiene energía. La mira con desconsuelo y después mira al gato que esta frente a él.

—La única arma que estaba cargada era la mía Lupo. —Le dice Nathaniel. —Y solamente tenía un disparo. Estaba seguro de que sería la primera que agarrarías. Sabía también que solo usarías un disparo. Lo lamento tanto Lupo...

—¡Tu no lamentas nada! —Grita el zorro.

De pronto, una voz grave y resonante se posiciona sobre la conversación, inundando el salón y multiplicándose en un fuerte eco por las paredes.

—Lo lamento. —Dice Thania. —Pero ha sido demasiado espectáculo por hoy. Creo que es suficiente. Mátenlos.

Nathaniel se da vuelta y la mira, confundido.

—No. No quiero que mueran.

—Pero yo sí. —Dice ella. —¿No querías a tu hermanito? ¿No querías entregarlo a tu padre y volverte el héroe de tu familia? Pues bien. Yo quería la casa exilĭum a cambio y me la has traído. Además con regalo incluido. —Dice, levantando la ceja y mirando a Conrado.

Al pequeño la mirada de aquella mujer lo intimida profundamente. Siente que sus ojos celestes como el fuego pueden examinarlo por completo. Es como si solo con verlo supiera cuáles son sus secretos, sus aspiraciones, sus más profundos deseos. La gigante de pelo rojo le sonríe, casi con ternura, después vuelve la mirada a sus guardias.

—¡Que los maten! —Grita y se da la vuelta.

—Haaaa no... no sucederá tan fácil. —Dice Lupo. —No tenemos armas de mano, pero tenemos armas.

Con una rapidez que hasta la mismísima Jade con sus implantes puestos envidiaría, el zorro golpea su auricular y todos los visores anti humo del grupo se encienden automáticamente. Casi al mismo tiempo saca de su bolsillo una pequeña esfera azul y la arroja con todas sus fuerzas al suelo. Al llegar al mismo la esfera explota y el salón, que es increíblemente grande, comienza a llenarse de humo. Conrado alcanza a ver que Thania se da vuelta y en ese momento desaparece. Literalmente. Seguro está usando algún tipo de escudo reflector o hasta incluso una tecnología desconocida, pero ya no es visible. También, en el preciso instante en el que la bomba de humo explota, lo último que ve el pequeño rubio es a Lupo saltando hacia Nathaniel, que se cubre con las manos y al resto de gatos y zorros dando un fuerte salto. Las manos que sostenían a Conrado lo han soltado y lo primero que atina a hacer es tirarse al suelo.

Lo que se ve a continuación es magnífico, por no decir terriblemente peligroso. Desde el suelo, Conrado ve como si el techo estuviera vomitando fuegos artificiales. La esfera de humo empieza a largar chispazos y a volar en distintas direcciones, golpeando las paredes. Al mismo tiempo los guardias comienzan a disparar y haces de luces de distintos colores se entrecruzan golpeando las paredes y chirriando con violencia. Por su cabeza el pequeño ve pasar guardias y gatos, guardias y zorros. Saltan sobre él y por momentos también lo empujan o rozan. Vuelan bombas magnéticas, se escuchan gritos, se accionan capacitores eléctricos y sobresalen maullidos. Cerca de él cae un gato. Después otro. Están muertos. Detrás escucha caer dos guardias, también están muertos. Hay que pensar con rapidez.

—¡Ven aquí maldito seas! —Se escucha gritar a Lupo. —¡Conrado! ¡La dirección ip! —Dice después.

De pronto el pequeño recuerda que tenía una misión especial. Con un suave golpe del auricular sus anteojos se empañan de verde y puede ver a través del humo, aunque con dificultad. La esfera sigue golpeando las paredes y lanzando chispazos, los gatos y zorros siguen cayendo muertos, al igual que los guardias. Conrado saca de su bolsillo el holodetector y lo prende. Está de suerte. Por la forma en la que titila el artefacto el punto de salida tiene que estar cerca. Como si fuera un detector de metales, comienza a moverlo en distintas direcciones mientras continua reptando por el suelo. Las luces se van intensificando dependiendo de cuan cerca esté, hasta que la barra de proximidad se pone completamente verde. En ese momento el pequeño accede a su mundo digital y establece una conexión Inter virtual con el artefacto y el punto de salida del holograma. Infinitas barras de diagramación técnica se deslizan por sus ojos, a demás de cientos de claves y códigos de acceso encriptados.

—¡Maldición! —Suelta Conrado. —No podre hacer esto ni en un millón de años. ¡Jade! Dame fuerzas.

El pequeño comienza a teclear a toda velocidad, mientras continúa escuchando como alrededor caen cuerpos, pero no puede perder tiempo. Uno a uno va analizando los distintos puntos de acceso y sus claves. Con un pequeño truco que le enseño Jade puede decodificar los más sencillos, pero no podrá con todos, no al menos en el corto plazo. Las manos se mueven indómitamente y uno a uno van saltando los distintos códigos. De pronto, como si alguien hubiera bajado el volumen, se dejan de escuchar los golpes. No hay haces de luces volando por el techo, tampoco chispea la esfera, ni caen los cuerpos. Algo ha sucedido. Conrado deja lo que está haciendo y tras unos segundos lo ve con sus propios ojos. El humo comienza suavemente a desaparecer. El niño rubio se levanta. Delante de él hay un cementerio de cuerpos. Hay algunos guardias. En cambio, en lo que respecta a gatos y zorros, están todos muertos, excepto Nathaniel y Lupo. Es un alivio que el ultimo este vivo, pero igual está gravemente herido. Se sostiene el brazo, le sangran las piernas y una de sus orejas esta caída. El resto de guardias vivos los están apuntando.

—¿Qué sucede? Dice Conrado.

Finamente, como saliendo nuevamente de un holograma, aparece Thania. Su tez es aun más pálida de lo que era antes de desaparecer y sus ojos destilan una increíble violencia. Pasa su fornido brazo por detrás de la espalda y saca una pequeña arma, con forma romboide, que tiene dentro un líquido de color celeste. Casi podría jurarse que aquel color es exactamente igual al de sus ojos. Lo sostiene con fuerza.

—Ahora sí. Creo que es suficiente. —Dice Thania. —Creo que hoy me iré a casa con tres nuevas mascotas. Que lastima que tú no puedas ser la cuarta. —Dice mirando a Conrado.

Después se toca uno de los auriculares y se escucha un clic. Delante de ellos se materializa Catusalém. El gato esta golpeado, pero parece estar bien. Tiene en la boca un círculo magnético de color celeste e igualmente magnéticas cuerdas brillantes que le rodean los brazos y los pies. No puede moverse.

—Haaa... Pero creo que deberíamos estar todos. ¿No les parece? —Murmura Thania.

Vuelve a apretarse el auricular y vuelve a escucharse un clic. Delante de ella y a unos metros de Catusalém, aparece también Nira. Esta mucho más golpeada y herida que Cat, aunque parece estar estable. Tiene uno de sus brazos completamente vendado y sangre en la venda. Sus pies y boca permanecen magnetizados al igual que su amigo.

—¡Ese no era el trato! —Grita Nathaniel.

Thania se da vuelta y lo mira con enojo y violencia.

—El trato era llevar a tu hermano con tu padre, pero jamás dijiste como. Al final parece que los llevare personalmente. Con eso supongo que la deuda estará saldada...

NIRA en DeadpunkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora