Del pasado

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Música sugerida para el capítulo: "AKSY - Impulse".

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—La realidad es que no lo sé pequeño. No lo sé a ciencia cierta, pero Thania está detrás de ella y no creo que esté detrás de un muerto. —Contesta Nira, con cierto escepticismo.

—Pero... ¿Por qué una mujer como Thania estaría detrás de tú madre Nira?

—No les he contado toda la historia Cocón. Ahora Catusalém la sabe, así que creo que es momento de que tú también sepas que fue lo que sucedió y que me ayudes a atar cabos. Aunque supongo que un poco de comida no nos vendría mal para seguir conversando. —Dice Nira, poniéndose colorada.

—¡Oh! Lo siento. —Contesta el pequeño rubio.

Después se levanta y se dirige hacia la pequeña cocina improvisada en la casa exilĭum. Gran parte de los víveres que tienen guardados parecen sacados de las fiestas de Catusalém. Conrado se pregunta si, en secreto, el gato habrá estado ayudando a aquellos seres. Llena un plato con mucha comida, para que no haya interrupciones y después vuelve hasta donde Nira. Lleva también una jarra con agua y la deja delante, para que ella pueda estar cómoda. Revisa sus vendas y la manta y ve que el proceso de curación va bien. Lento, pero bien. El círculo ligeramente anaranjado sigue titilando. Aún hay reserva para varios días. Nira toma unos bocadillos y se los lleva a la boca con desesperación, después toma un poco de agua y vuelve a mirar a Conrado, casi sin darse cuenta de que él estaba presente. Su rostro se tiñe de rojo.

—Lo siento, es que yo hace mucho que no...

—No te preocupes Nira. —La interrumpe él. —Puedes comer con tranquilidad, hay comida. En lo que si deberíamos empezar a pensar es en el oxigeno. Sé que aún faltan varios días, pero mejor prevenir.

—Lo sé. —Dice ella, mientras las palabras van mezclándose con el movimiento de la mandíbula y los sorbos de agua. —Mañana nos la ingeniaremos de alguna manera para conseguir unos créditos.

Al decir esas palabras, Nira va paseando su mirada por las distintas mesas y aparadores que tiene la guarida, encontrando alguna cosa que pueda ser de utilidad y que pueda servir para vender o intercambiar. Nuevamente, se topa con la mirada del pequeño. Vuelve a ponerse roja.

—Lo siento... Sé que todo esto era de alguien, que ha de tener un valor sentimental y verlo como simples cosas a vender...

—Está bien. —Dice Conrado. —Nira, ellos no volverán.

Nira suspira. Después vuelve a tomar otro bocadillo y un último sorbo de agua.

—Yo les dije que cuando era pequeña mi padre era contrabandista. Era casi la única manera de ganarse la vida en los suburbios. Él con un grupo de personas se encargaban de robar cargadores y transformadores de distintas casas y negocios y los vendían después en un mercado negro. Cada tanto algún que otro personaje lograba subir unos cuantos pisos y no lo volvíamos a ver nunca más. El resto nos quedábamos allí, estancados. Claro que yo era niña y había muchas cosas que no lograba entender. En aquellas épocas Deadpunk no estaba tan poblada e incluso a esa altura se distinguía bien el sol y la luz. Cocón... —Dice Nira, agarrando al pequeño de una de sus manos. —No había perros.

—¿No había perros? —Contesta él, sorprendido.

—Supongo que no eran necesarios. No lo se, yo los empecé a ver mucho después, cuando comenzaron a levantarse más y más edificios y se empezaron a utilizar todas esas maquinas voladoras... En fin. Les hablé de mi padre y de que me dijo que algún día vendrían por mí. Pero no les dije nada sobre mi madre.

—Tampoco nos animamos a preguntar. —Responde Conrado.

—Mi madre hacía el mismo trabajo que él. Era contrabandista. Era lo suficientemente rápida e inteligente como para infiltrarse en distintos estratos sociales y conseguir las mejores ventas y los mejores productos.

—Como tú. —Dice el pequeño, acompañado de una amplia sonrisa.

—Sí, puede que algo de ella tenga. —Contesta Nira con nostalgia. —Pero no todas las virtudes te traen beneficios. Así como estábamos poco a poco logrando ascender en el estrato social, mis padres se iban ganando sus buenos enemigos. Mi madre, como te decía, era demasiado inteligente. Demasiado... Sus infiltraciones comenzaron primero como una mera forma de ganarse la vida, de conseguir mejores productor, de valernos a nosotros de más créditos. Pero me parece que no era de las personas que solo se quedan con la superficie. El mundo del contrabando es también un mundo plagado de filtraciones, de información. Ella algo sabía, algo había averiguado, o peor, algo estaba a punto de destaparse.

—¿Y tú no llegaste a saber nada de eso Nira?

—Yo tuve que irme Cocón. Cuando vinieron por mi padre supe que después vendrían por mí. Mi madre podía soportar el hecho de no tenerlo a su lado o de haberlo perdido, pero perderme a mí era algo que no hubiera sido capaz de soportar. Cuando asesinaron a papá...

Los ojos de Nira se ensombrecen. No solo por el recuerdo del pasado, sino porque ella estuvo presente. Estuvo allí. Parada sobre uno de los techos que circundaban a su casa. Escondida detrás de unos escombros que conocía a la perfección, donde nadie podría verla. Atacaron a su padre por la espalda y le pidieron información sobre su mujer. No pudieron obtenerla, así que comenzaron a golpearlo. Le aplicaron dos cargas magnéticas y terminó volando en mil pedazos. El recuerdo de esos momentos le hace saltar algunas lagrimas de bronca.

—Puedes parar si así lo quieres. —Le dice Conrado. Ahora es él quién la agarra de la mano.

—Está bien. —Contesta Nira, secándose algunas lágrimas. —Cuando mataron a papá supe que vendrían por mí y me fui. Cambie mi nombre. Pasaron algunos años y volví a mi casa, aunque siendo alguien completamente nuevo, siendo otra persona. Comencé a preguntar, a mover algunos contactos y todos me decían lo mismo: que mi madre estaba muerta. Busque información, me gane también nuevos enemigos, pero no conseguí nada. Ni un día, ni una razón, ni un cuerpo. ¿Sabes pequeño? Yo siento que ella también tuvo que esconderse, eso es lo que siempre supuse y ahora estoy segura.

—¿Y por qué esa seguridad? —Le pregunta Conrado algo ansioso.

Nira vuelve a engullir algunos bocadillos como si no hubiera probado comida antes y baja una jarra de agua. Su cuerpo esta poco a poco recuperándose. Conrado está sorprendido, aunque lo que no sabe es que Nira también está sufriendo las consecuencias de la asistencia de la poderosa droga. Ella no puede decírselo, pero le es tremendamente difícil ocultar el hambre y la sed, que son no más que síntomas de la falta de libertad. Después de un instante, Nira suspira con fuerza y vuelve a tomar aire para continuar con su relato.

—Mi madre sabía cosas. Ella logro averiguar algo y por eso era peligrosa. La querían y aun la quieren. Amigo... Han pasado más de diez años y todavía la siguen buscando. No solo yo. La busca el gobierno, la buscan gentes importantes. Pero ¿por qué? ¿Qué puede ser tan complejo o tan secreto que esconda esta ciudad? ¿Realmente esa información vale la vida de las personas? Lo peor de todo es que también me buscan a mí. Yo supuse que, después de tantos años, yo no sería relevante. Pero la realidad es bastante distinta y me salvé por poco.

—¿A qué te refieres? —Pregunta confundido, Conrado.

—Es curioso. Thania creía que yo era yo. Es decir, creía que era la hija de mi madre.

Conrado se ríe, entre confundido y divertido.

—Es complejo amiguito. Thania quería usarme de señuelo para llegar a mi madre, pero mi madre nunca llegó. Así que ella terminó pensando que yo era una impostora. Tenía pensado asesinarme sin reparos las la noche que llegaron ustedes.

—¿Y cómo llegaste a todas esas conclusiones? —Pregunta Conrado.

—Bueno. —Dice ella. —Empezaré por el principio.

NIRA en DeadpunkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora