He visto un lindo gatito

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Música sugerida para el capítulo: "Caprin - Aspect".

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De pronto y en un sutil movimiento, Conrado siente que algo se cae al suelo. Cuando mira, manchado con sangre, encuentra el que parece ser el ultimo medallón eléctrico que le queda. Muchas fugaces ideas pasan por su cabeza. El medallón no es suficiente como para defenderse de los perros, pero la electricidad puede ser usada de muchas formas. El pie le sigue doliendo y la sangre sigue saliendo. Quedarse sin oxigeno es una peligrosa sentencia pero, quedarse sin sangre...

—¿Qué me diría Jade en este momento? —Susurra Conrado para sí mismo. —Ten valor pequeñito.

Con dificultad se agacha, vuelve a agarrar el medallón y lo coloca justo sobre la lastimadura del pie izquierdo, que es el más herido. Con un sutil movimiento el pequeño artefacto de metal queda pegado entre la sangre y la ropa. Después se levanta, junta ambas piernas y mueve su mano, para que se deslice suavemente hasta su palma la botonera. Suspira, cierra los ojos y piensa en sus amigos. Hay que escapar, hay que hacerlo rápido y hay que ir por Nira.

—Deltas unidos. —Murmura y después aprieta el botón.

Al instante se activa el medallón y todo su cuerpo sufre una descarga eléctrica intensa. Sus manos y sus pies se arquean y cae al suelo, mientras todos sus músculos tienen movimientos espasmódicos. Por un momento pierde el conocimiento y todo queda en profundo silencio. Sumido en un extraño sueño, Conrado ve como en su cabeza comienzan a aparecer múltiples imágenes. El mundo ha caído, las maquinas han dejado de funcionar, el oxigeno es liberado a los aires, se puede respirar. Hay un nuevo comienzo...

-Sistema de soporte vital reiniciando-

Dos pequeños electrochoques combinados reinician el mundo digital de Conrado y de repente vuelve a abrir los ojos, asustado. Hay un ligero olor a carne quemada. Le duelen todos los músculos de su cuerpo, como si algo los hubiera estirado hasta el límite. Vuelve a caer en la realidad de la situación y tras un rápido movimiento se pone de pie. Le siguen doliendo las piernas, pero la sangre ya no sale despedida como una canilla abierta. El experimento ha funcionado, la electricidad ha funcionado como catalizador natural, aunque llevando el cuerpo y el corazón al límite. En ese mismo momento, a unos metros de distancia, Lupo comienza a moverse, recuperando el conocimiento.

—Pe... pequeño... —Susurra.

Conrado se mueve hasta él y lo ayuda a levantarse. Tiene heridas en todo el cuerpo, pero están bien ocultas debajo de la piel cubierta de pelos. Un rápido escaneo arroja algún que otro raspón y herida profunda pero, a juzgar por la caída, parece estar bien.

—Hay que movernos. —Dice Conrado. —Aquí debajo nuestro hay un sistema de tuberías que conozco bien. Si tenemos suerte podremos perder a esos malditos perros.

—No... no es... necesario. —Contesta Lupo.

Conrado se queda estupefacto por un momento, creyendo que el zorro esta delirando, o no está en pleno uso de sus facultades. Lupo lo mira, sonriente y sus ojos brillan, resplandecientes.

—¿Cuántos eran muchacho? —Le contesta en voz muy baja, mientras el aire que sale de su boca es acompañado por un silbido.

—No lo se. —Dice Conrado. —Mas de veinte al menos.

—Me han dicho que ustedes son muy buenos. Cl... claro... juntos y con ar... armas.

—¿Entonces...? —Murmura el pequeño rubio.

En ese momento dirige su mirada hacia la ventana por la que entraron. Esta destruida. A unos metros abajo las cajas y maderas rotas por la caída. Se toma un instante para escuchar y analizar lo que pasa a su alrededor. Hace minutos, largos minutos que lo único que parece rodearlos es un ensordecedor silencio.

—No vienen por nosotros. —Contesta finalmente.

Lupo vuelve a mirarlo, sonriente y asiente con la cabeza. Después ambos se dirigen hasta un conjunto de cajas y las acomodan para poder sentarse a descansar. El zorro parece no estar muy estable, así que se recuesta y tras unos instantes se queda dormido. Su respiración es entrecortada, pero Conrado le realiza escaneos cada ciertos minutos, para cerciorarse de que todo esta bien. Entre tanto se levanta y empieza a analizar el entorno. Están en lo que seguramente es una fabrica o deposito abandonado. Deadpunk esta lleno de ellos. Si no existieran tantos refugios como ese el grupo Delta no hubiera durado tanto. En un cuartito hay una canilla que gotea agua. Tras un rápido análisis de contaminación el pequeño rubio la usa para limpiarse las heridas. Las aberturas han cicatrizado relativamente bien. Después consigue un cacharro viejo y lleva agua hasta donde esta Lupo. Mientras duerme, le lava las heridas también e improvisa unas vendas con pedazos de ropa. En unas horas el también se queda dormido.

Al despertarse Conrado se da cuenta de que está solo. No solo eso. Han pasado muchas horas y es de noche. Se muere de hambre. Tras un rápido movimiento se activan los visores nocturnos de las gafas y se levanta con rapidez. Lupo tiene que estar por ahí. Aunque analiza casi cada rincón del taller el zorro no está. ¿Lo ha abandonado? No es posible. Vuelve entonces hasta la improvisada cama sillón de cartones y vuelve a sentarse. El nivel de oxigeno esta casi en cero. Un golpe en la muñeca y vuelve a subir algunos céntimos.

—¿Qué ha pasado Nira? —Se pregunta el pequeño, mientras piensa en su amiga. —¿A donde están? —Se pregunta después, pensando en su peludo amigo Catusalém.

De pronto se escucha un maullido. Al principio Conrado cree que es solo el recuerdo de su amigo asaltándolo en medio de la noche, pero después se escuchan mas maullidos. Se levanta de repente y se pone en alerta. Son unos muy finos sonidos, como viniendo de lejos, como traídos por el viento. ¿Está delirando? Los maullidos se hacen cada vez más y más fuertes, hasta que siente que todo el taller ha sido rodeado por gatos. La sensación no es nada agradable. Tener un gato como amigo es una cosa, tener muchos gatos alrededor es algo bastante distinto. De pronto una sombra negra pasa volando por la abertura del vidrio roto y cae en el suelo ágilmente. Conrado se prepara para ser atacado y atacar. Cierra sus puños y corre hacia la sombra gritando con furia. Unas milésimas de segundo antes de fundirse en la pelea, el claro de luna que ingresa por la ventana baña los ojos del ser. Es Lupo.

—¡Dios mío! —Grita Conrado.

El zorro, fiel a su estilo, sonríe. Las vendas que recorrían su cuerpo ya no están y las heridas parecen haber sido limpiadas. Se lo ve mucho mejor, sobre todo después de tremendo salto por la ventana, pero su pierna izquierda posee todavía un pequeño temblequeo.

—Me habían dicho que eras valiente pequeño, pero ¿atacar de noche a un zorro? Eso es pura valentía. —Se ríe Lupo.

—Maldita sea Lupo. ¿Qué ha sucedido? Y por los dioses. ¿Qué son esos ronroneos?

—Me parece que vas a querer ver esto. —Contesta Lupo.

Después se acerca a Conrado y entre los dos acomodan algunas cajas y maderas cerca de la ventana. El zorro le ayuda a subir hasta la abertura y en unos minutos Conrado esta fuera del taller, parado sobre el techo. Unas milésimas de segundo después, realizando un gran salto, llega Lupo y se pone a su lado. El paisaje desde ese lugar, con la media luna bañando todo el entorno, es increíblemente asombroso. Delante de ellos, distribuidos entre los distintos tejados y techos de las casas que rodean al depósito, hay varios gatos y zorros.

—¿Te gusta la ayuda que traje? —Le dice Lupo a Conrado.

El pequeño no puede salir de su asombro.

—¿Quiénes son? —Le pregunta.

—Un poco de aquí, un poco de allá... —Dice Lupo. —Algunos amigos míos, otros de Catusalém. Todos exiliados y marginados por su familia. Parece que finalmente hay una razón que nos ha unido para pelear.

—¿Cuál razón?

—Thania. —Contesta Lupo y a Conrado se le pone la piel de gallina.

NIRA en DeadpunkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora