Un único camino

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Música sugerida para el capítulo: "Avis Vox - Back Me My Freedom".

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El gato agarra a la líder de su mano sana y se suben a la ventana. De un segundo al otro saltan, mientras los guardias que han entrado comienzan a tirar ondas sónicas a la ventana. Dada la cantidad de disparos que han salido contra ellos, todo comienza a derrumbarse. Nira y Catusalém caen durante unos segundos, sin saber bien cómo será el lugar al que llegarán, pero gracias a la elasticidad del gato el golpe queda mínimamente amortiguado. Antes de llegar al suelo el gato ha colocado a Nira en su espalda y ella, abrazada con su mano sana y con todas sus fuerzas, ha soportado el impacto. Después la baja y ambos se ven entonces sobre una escalera colgante, en medio de un espacio colosalmente gigante. Es como estar dentro de un gran cilindro azulado y repleto de luces ámbar. Al mirar arriba no ven más que escaleras y pasillos, al mirar abajo el cilindro se extiende infinitamente, hasta volverse todo luz.

—¿Dónde estamos? —Pregunta Nira.

—Nunca había estado en un lugar así. —Maúlla el gato. —Es alucinante, aunque la verdad, lo que deseo es poder salir.

Nira lo agarra del brazo y lo impulsa hacia su izquierda, mientras el gato se queda boquiabierto, examinando el paisaje y asombrándose con la arquitectura.

—"Si no tienes ni idea de a donde ir... —Exclama ella.

—...nunca es malo seguir una corazonada". —Termina él.

La cita pertenece a un libro que tanto Cat como Nira han leído, que se llama "los puentes colgantes de Madison". A ambos les parece estar inmersos dentro de esa novela de ciencia ficción, aunque los puentes de la novela están sobre un río. Los puentes colgantes reales y que ven frente a ellos van multiplicándose por las paredes y atravesando el cilindro. Algunos son circulares, otros ovalados y otros rectos. Estos puentes se comunican a su vez con infinitas puertas y con pasillos repletos de escaleras. También, en ciertos extremos de los puentes hay casillas redondeadas, como huevos, que tienen faroles en sus extremos, en sus techos y debajo de ellos. Es como si esos huevos estuvieran suspendidos en el aire. No hay cables, tampoco parecen haber redes magnéticas.

—Si pudiera imaginar que es este lugar, diría que es una nave. —Suelta Catusalém, mientras Nira sigue llevándolo del brazo hacia una corazonada.

Los guardias tardan en llegar y el lugar se ve envuelto en una tranquilidad alarmante. El ambiente parece estar rodeado, además, de una sutil niebla. Sumado a la tranquilidad, los miles o cientos de miles de pequeñas lamparitas de luz ámbar le dan al lugar el aspecto de una noche caminando por el Londres del siglo XXI. Tras unos minutos caminando, algo cansados y resintiéndose de las heridas, Nira decide probar abrir una de las tantas puertas que hay al costado de los puentes. La primera es un espacio vacío, también en forma de huevo o iglú. La segunda tiene dos sillones apostados a los costados y una pequeña mesa, parecidos al camarote de un tren. El tercero esta repleto de basura electrónica y no solo eso, hay auriculares.

 El tercero esta repleto de basura electrónica y no solo eso, hay auriculares

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—¡Creo que aquí nos quedamos! —Dice Nira.

Dentro del cuarto, que también está iluminado con esos embriagadores farolitos, comienzan a revisar entre la basura y a buscar artefactos que puedan serles de utilidad. Después de revolver un rato entre cosas inservibles, encuentran algunos pedazos de panel de color rosado.

—¿Estos no son los paneles en los que las ondas sónicas rebotaban? —Pregunta Nira.

—Me parece que sí. —Suelta Cat, mientras inspecciona curioso uno de ellos.

Efectivamente, son los mismos paneles. Nira recuerda que aún tiene colocado el brazalete del traje de los guardias y con unos viejos cables magnéticos se hace una especie de escudo. Después traba el extremo de la muñeca con el hombro, usando una varilla de algún tipo de metal que también encuentra por ahí y así logra mover el brazo sin demasiado esfuerzo. Catusalém también agarra pedazos de los paneles y los coloca en lugares estratégicos de su ropa. Lamentablemente no hay ninguna cosa que pueda servirles como arma.

—Pero vamos a estar más protegidos. —Dice Nira al ver el rostro de decepción de Cat. —Ahora hay que ver si rescatamos algún auricular.

Entre la basura hay algunos aunque muy antiguos, pero si pueden puentear las conexiones serán suficientes para reingresar al mundo digital, al menos en modo seguro. La tarea, sin un soldador ni tampoco artefactos eléctricos necesarios, les lleva algunos minutos. Lo curioso es que afuera el silencio siga siendo embriagador y no hayan aparecido guardias. Tras unos instantes, Nira logra reparar uno de los auriculares y rápidamente se lo coloca. Hace algunos ruidos y dos luces del extremo derecho titilan haciendo corto, pero tiene que probar. Conecta el jack a su cuello y le da un suave golpecito en un costado. Al instante su visión se pone completamente negra y aparece delante de ella una serie de puntos suspensivos moviéndose. El sistema operativo no funciona.

—¡Nira! —Le dice Catusalém, mientras golpea sus manos.

La líder da otro golpe en los auriculares y estos se apagan, devolviendo la visión a los ojos. Se los saca y los deja en el cuello, mientras escucha que afuera esta sucediendo algo. Al principio parecen crujidos lejanos, después van multiplicándose en algo más fuerte, como golpes. Finalmente todo el suelo comienza a moverse y la estructura a balancearse.

—¡Esto va a derrumbarse! —Dice Cat.

Agarra a su amiga de la mano y en la otra mano un auricular en el que ha estado trabajando y juntos salen del pequeño compartimento. AL salir afuera ven que nada esta derrumbándose, sino que más bien están moviéndose. Toda la estructura cilíndrica en la que están se separa en anillos gigantescos que giran, cada uno a velocidades diferentes. Se mueve el piso y todo a su alrededor por unos segundos, pero después regresa la estabilidad. Un suave siseo rodea todo el ambiente y se escucha entre los cilindros. Es casi como el viento golpeando una ventana, un vidrio.

—Nira. —Dice Catusalém. —Creo que estamos volando.

Mientras suelta esas palabras, de un extremo del gigantesco cilindro se ven llegar algunos guardias. Unos segundos después, de uno de los extremos opuestos aparecen más. Es hora de correr. Rápidamente la líder hace un análisis del perímetro y se fija en las posibles rutas de escape. Con toda la velocidad que puede, observa los puentes, los pasillos, las puertas. No hay demasiados lugares a los que correr. Nuevamente un salto de fe. Catusalém, que espera expectante las órdenes pertinentes, la mira con nerviosismo. Ella le sonríe y todo el ambiente se aliviana. Después sale corriendo en una dirección específica y el gato la sigue por detrás. Traspasan un puente a toda velocidad y por detrás los siguen los guardias, aunque extrañamente guardan una distancia prudencial.

Después de cruzar algunos puentes, Nira ve llegar más guardias delante de ella. Con un rápido frenado toma la dirección contraria a ellos y accede a otro pasillo y otro puente. Por atrás, nervioso, la sigue Catusalém. La respiración del gato es agitada, pero más por el nerviosismo que por el esfuerzo. Los guardias son demasiados, no ganaran una pelea si deciden detenerse. Por suerte no están lanzando ningún disparo, probablemente porque están en un lugar peligroso. Nira se imagina lo que podría pasar si algún choque magnético da en una de esas extrañas paredes o en una de las bases de esos puentes. Todo podría venirse abajo. Unos segundos después Nira ve como más guardias comienzan a llegar y debe cambiar el rumbo. Así están unos minutos, hasta que solo queda una ruta que seguir. Un último puente que aparece delante de ellos. Si en el extremo del mismo aparecen guardias será definitivamente su fin. Nira respira, toma todo el aire que puede y sale despedida en una última carrera por la libertad.

Frente a ella hay una puerta. Solo una puerta. Si se abre al menos lo más mínimo sabrá que están perdidos, pero no lo hace. Llega hasta la misma, la abre y dentro descubre la oscuridad total. Al llegar Catusalém ambos miran hacia atrás. Decenas de guardias han copado los corredores y pasillos, excepto ese. Es como si hubieran querido que llegaran a ese lugar específico. No hay otra salida, si es una trampa también estarán perdidos, pero no hay nada que hacer. Nira y Catusalém entran y cierran la puerta detrás de ellos.

NIRA en DeadpunkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora