Thania

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Música sugerida para el capitulo: "Cybercop - Krypto Zero".

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La noche se presta misteriosamente quieta. Es una noche en la que el viento parece haberse detenido repentinamente. Los tubulares, que se escuchan cotidianamente desde cualquier punto de Deadpunk han cesado su marcha, interrumpidos por el entramado edilicio. El entorno esta oscuro, cubierto por un fino manto de smog y las pocas luces que pululan los edificios se encuentran titilantes u oscurecidas, llegando al final de su vida útil. Tres sombras se prestan al asalto, moviéndose estratégicamente entre los techos. Una sombra más, de hocico alargado y grandes auriculares, reposa expectante, a unos veinte techos de altura. Su misión es vigilar, acompañar con la mirada y solo formar parte si es estrictamente necesario. Una quinta persona reposa sobre su sofá, con todos sus modulares virtuales alrededor, mirando la puesta de sol y las aves entre la ventana, mientras espera las indicaciones del grupo.

La zona industrial sur es un lugar algo desierto, sin mucha gente. Muy sucio y lleno de desechos y basura de todo tipo. Las pocas casas habitadas que rodean los dos kilómetros a la redonda que lo componen son de los operarios de naves o sus familias. Hace algunas décadas alguien encontró una especie de mina de vapor que se generaba entre dos entramadas calles. Hoy, después de todo ese tiempo, el aire casi se ha secado. Aún así, algunas familias siguen cosechando la poca humedad que se ha vuelto a generar, gracias a la construcción de más y más pisos y la ausencia del sol por las tardes. La zona está poco a poco revalorizando su aire, pero lentamente. Aún es solitario, aun es frio y oscuro...

—Cocón, ¿tenemos las bombas puestas y los drones en posición? —Pregunta Nira.

—Está todo listo jefa. —Contesta el pequeño, complacido. —Bombas, drones, expansoras, aspersores, todo en posición y listo para usar al golpe de un botón.

—¿Catusalém? —Continúa la líder.

—Egresos e ingresos vigilados, dos guardias por puerta, propulsores en línea y Lupo en los techos, esperando mi señal. —Maúlla el gato.

—¿Sabe que no puede intervenir a menos que sea necesario? —Le pregunta Nira.

—Completamente. Yo diría que hoy se va a divertir, pero no a intervenir. —Responde el gato.

—¿Jade? —Dice finalmente la líder.

—En línea, esperando que todo se desenvuelva bien. Tengo todos los programas abiertos y estoy atenta a cualquier contratiempo. Algo preocupada Nira. —Dice la medio ciborg.

—Hoy va a salir todo bien. Muy bien. ¡Deltas unidos! ¡Vamos!

Las tres sombras descienden desde los techos, a diferencia de la última vez, sin pompas ni extrañas piruetas. Todo se hace en completo silencio. Nira y Conrado van moviéndose a través de una serie de objetos que están distribuidos entre el puerto y Catusalém se moviliza por los techos hasta que todos están al acecho del puerto numero 2. Allí esperan, pacientes. Es el único lugar en el que hay luces. En unos minutos comienza a escucharse el típico ruido destartalado de las naves llegando a destino. En este caso es una nave bastante pequeña, pero si viene llena le ganaran una buena cantidad de créditos, esta vez sin necesidad de pagar a nadie parte del botín. Nira ve pasar delante de sí el futuro que desea. Se imagina comprando la nave, comenzando a cosechar, dejar de robar y de vender basura electrónica para vivir...

—¡Atención! Los operarios deberían están descendiendo de la nave. Hay que actuar rápido. —Dice Jade.

Al mismo tiempo y después de una señal sonora que los tres reciben en sus mundos digitales, Nira se abalanza contra la nave, Catusalém sobre los dos guardias apostados en la puerta del taller y Conrado queda a cargo de otros dos que vigilan el descargue. La acción se realiza sincronizada y con una eficiencia alarmante. Pero el final no es el esperado.

—Nira, tenemos un problema. —Dice Catusalém, que está frente a dos guardias que no son más que ciborgs inutilizables y congelados.

—Nira, creo que por aquí no se ven las cosas mejor. —Susurra Conrado, ante la misma situación. Los ciborgs no se mueven, no están operativos, no funcionan.

Delante de sí, estupefacta, Nira se encuentra con una nave completamente vacía. No ha bajado ningún operario, tampoco hay algo para descargar. No es lo único. La nave está repleta de la misma marca que viene atormentándola desde hace semanas: el corazón sobre el reloj, los cuchillos atravesados.

—¡Maldita sea! ¿Qué es esto? —Grita atormentada.

De pronto, comienza a abrirse detrás de ellos el portón del taller del puerto numero 2. Es una puerta gigante, que hace un excesivo ruido mientras sube. En ese mismo momento, el brazalete de Nira comienza a titilar con violencia y a emanar un ruido extraño. No debería funcionar si no está enviando o recibiendo claves. Pero sin embargo emana una extraña luz verde y la misma marca titila con violencia. El corazón sobre el reloj también está ahí. No solo eso, las comunicaciones comienzan a fallar. Los visores de los tres se desactivan y cuando intentan acceder a sus mundos digitales les es imposible.

—Ni... N... ira... o.... qu... cui... do... en.... peli... gro...

-Comunicación con Jade interrumpida-

—¿Qué sucede? —Maúlla Catusalém.

—Maldita sea. No era posible que todo fuera tan sencillo. —Dice Nira.

Las pocas luces que rodean los edificios de pronto se apagan y el portón termina de llegar arriba. Sale de él una luz tan fuerte que es enceguecedora. A lo lejos parecen divisarse unas siluetas, aunque no se entiende muy bien a quienes pertenecen. Nira se tapa los ojos, al igual que sus amigos, pero poco a poco comienzan a acostumbrarse al fuerte resplandor.

—No me gusta que me roben y mucho menos tu. —Susurra desde el interior una voz grave.

Nira hace un esfuerzo por ver, mientras entrecierra los ojos y se empieza a dibujar, a lo lejos, la silueta de una mujer. Es una mujer alta, fornida, con una espalda ancha. De sus manos parecen salir cuchillos. Unos segundos más y Nira se da cuenta. El brillo encandilante de los ojos celestes y la gran cabellera de color rojo fuego delatan la identidad. Es la mujer que la golpeo en la fiesta de Catusalém.

—Nira... —Dice justamente el gato.

—Sí Cat, es ella. —Responde la líder, apretando los dientes y cerrando los puños.

Detrás de la mujer del pelo rojo, que tiene un perfecto vestido azulado con pequeños relojes y corazones, aparecen las siluetas de otros personajes. Son hombres con cascos de metal redondeados y telas alrededor del cuerpo. No se les ve la cara. Son mineros. Mineros del ministerio de la zona norte.

—Están algo lejos de casa chicos ¿no? —Pregunta Nira, desafiante.

—Cat. —Susurra Lupo, que esta aun apostado sobre uno de los techos, cuya sombra vaguea susurrante. —¿Qué está sucediendo allí abajo?

—Es la mujer de rojo Lupo. La mujer que atacó a Nira en la fiesta. —Maúlla el gato.

—¿Thania? —Responde él.

—¿Thania? ¿Ese es su nombre? —Dice el gato.

—Cat... —Temblequea la voz de Lupo. —No importa lo que suceda, no importa cuántas armas tengan ni cuan preparados estén. Salgan inmediatamente de ahí. ¡Salgan ahora amigo! Thania...

-Comunicación cortada-

La mujer, de dos metros de altura y tez blanca como la nieve, no solo tiene fuego en el pelo, también en los ojos. Los entrecierra con furia. Nira no entiende por qué, pero parece tener un problema específicamente con ella. La mujer es demasiado grande, los mineros son muchos...

—Nira, creo que tendríamos que irnos. —Dice Catusalém.

—No lo creo Meow. Me parece que no. —Responde ella, apretando los puños.

NIRA en DeadpunkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora