Juego de niños

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Música sugerida para el capítulo: "Equinoxx & CRBRVS Ethnica".

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En un rincón del gran patio que rodea la mansión, juguetean dos gatos de color anaranjado. Uno de ellos tiene las orejas más largas y blancas, a demás del hocico del mismo color. El otro es casi completamente naranja, con las orejas más pequeñas. Los verdes y profundos ojos de ambos resaltan en su redondeada cara. Se tiran arena, juegan a los disparos, de mordisquean los tobillos. Cerca, pero sin molestarlos, cuatro gatos antropomórficos armados los vigilan. La gran mansión de torres y techos españoles a dos aguas esta en el centro de un gran conglomerado de casas muy pobres y de callejuelas muy peligrosas. Cada una de las ventanas de la inmensa construcción tiene ojos vigilando, atentos a cualquier movimiento.

—Papá ha estado discutiendo otra vez con el tío Luigi. —Murmura Nathaniel, mientras mordisquea la oreja de su hermano, que maúlla de dolor.

—Ya te dije que no tienes que estar escuchando las conversaciones de papá. Eres muy pequeño. —Responde Catusalém.

El hermano menor suelta la oreja e intenta agarrar al otro de la cola. No es tarea fácil. La cola de un gato es el punto de equilibrio más importante, es un arma que bien protegida puede ayudar a tener mejor agilidad y movimiento pero, en manos del enemigo significa perder una pelea. Ambos dan un par de vueltas, intentando agarrarse las colas, pero finalmente el mayor es el que reduce al otro. Nathaniel maúlla por la derrota, pero cuando Catusalém está festejando y haciéndole burla, vuelve a hincarle los dientes en las largas orejas.

—También lo escuche discutiendo con tío Benny, pero eso no duró demasiado. Tío Benny es un cobarde, es fácil de doblegar. —Suelta Nathaniel, con cierto resentimiento y soberbia.

En ese momento Catusalém se despega y para el juego. Se queda mirando a su hermano con el ceño fruncido. El más pequeño intenta atacarlo de nuevo, pero el adulto lo frena con una de sus manos y lo empuja, dejándolo confundido.

—Eres muy pequeño para estar diciendo esas cosas. ¿De dónde has sacado eso? —Le pregunta.

Desde hace un tiempo, Nathaniel ha estado escuchando a su padre en secreto. Catusalém está enterado de lo que él hace desde hace mucho, pero su hermano es más pequeño y él no cree que tenga que inmiscuirse en esos asuntos todavía. Nath ha estado cambiando en los últimos meses. Se ha vuelto más altanero, más orgulloso. Es lo que termina sucediendo con todos los lacayos de su padre, pero Cat busca otra cosa, busca ser otra persona.

—Papá lo dice. Papá le dice al tío Benny que es un idiota y yo creo que es verdad.

—¡Nathaniel! —Grita Catusalém y su hermano finalmente baja la cabeza, avergonzado.

Los guardias son alertados por el tono de voz del hermano mayor, por lo que fruncen el ceño y se quedan mirando unos instantes. Catusalém se tranquiliza y vuelve a jugar con su hermano durante un rato, para apaciguar las aguas. Ambos corretean por el largo patio, intentando alcanzarse el uno al otro. A propósito, Catusalém lleva a su hermano a una esquina alejada, para que los guardias no puedan saber de que están hablando.

—No son palabras que tengas que poner en tu boca Nath. No tienes que repetir todo lo que papá dice. Tú no eres el, eres...

—¡Ya se! ¡Soy muy pequeño! ¡Siempre dices lo mismo! —Interrumpe el menor de los hermanos.

Catusalém frunce los labios.

—No tienes que convertirte en él. —Le dice finalmente.

Lo que más anhela Cat es algún día salir de ese lugar. Ya no es tan pequeño, ya no es un simple gatito. Se da cuenta de lo que está sucediendo alrededor. De los tratos que hace su padre, de las personas que visitan la casa. De las cosas que salen en secreto por el bunker y por los tubos que están debajo de la casa. Tampoco ha pasado por alto muchos de los seres interespecie que aparecían en la casa hace meses, diciendo que eran amigos del padre y después no volvían a pisar jamás la casa. Uno de los guardias se lo dijo una vez. "¿Pequeño Cat, recuerdas ese zorro desertor que solía venir por aquí? Le conto a tu padre sobre el escondite de una de las familias de zorros aquí cerca. Tu padre los asesinó a todos por traidores, incluido el soplón".

Cat no entiende cómo es que un guardia debe decirle a él cosas como esa, pero ha tenido la impresión, desde hace algún tiempo, que es su propio padre el que pide que se entere. Algo, muy dentro de sí, le dice que no falta mucho tiempo para que su padre lo mande a llamar y le comience a enseñar como es el negocio, que es lo que hay que hacer, como se afloja la lengua de la gente y peor, que se hace con los enemigos. Su hermano pequeño lo mira delante de él. En sus ojos hay ira, hay incomodidad, hay esa profunda soberbia que Cat ha visto tantas veces en el rostro de su padre. En el pequeño es la soberbia por el ansia de poder. En el padre es la codicia y la borrachera de poder hacer lo que quiere.

—¿Y tú sí? —Le dice Nath.

—¿Yo qué? —Responde confundido Catusalém.

—¿Tú sí quieres ser como papá? ¿Quieres que todos te teman y que todos te hagan caso? ¿Que todos te respeten y bajen la cabeza ante ti? Pues yo no voy a ser uno de esos.

—Te han envenenado la cabeza hermano. Yo no quiero nada de eso. —Responde el mayor. —¿Porqué no simplemente jugamos y dejas de decir estupideces?

—Entonces papá tiene razón... —Dice Nath, lo suficientemente bajo como para que su hermano escuche, pero como para que parezca que no ha querido decirlo.

—¿A qué diablos te refieres?

—Papá dice que la única tarea de mamá era darle un primogénito que sirviera para algo, pero que ella no ha servido ni si quiera para hacer lo único para lo que sirve. Lo escuché el otro día diciéndole eso a uno de sus estúpidos amigos. Si yo hubiera nacido primero... —Dice el pequeño, con la soltura con la que se dice una frase armada por un poeta.

—¡Tienes que cerrar la boca! —Le contesta Cat, apuntándole con el dedo.

—Tiene razón. Mamá no sirve ni para dar un primogénito como la gente... —Contesta el pequeño.

En ese momento Catusalém pierde la cordura y se escucha el sonido de como saca sus garras. El hermano pequeño hace lo propio, con sus ojos embebidos en violencia y expectativa. Ambos se abalanzan sobre el otro y comienzan a desgarrarse el cuero cabelludo, mientras saltan por los aires pelusas de los pelos arrancados. Mientras están enzarzados en la pelea, se profieren todo tipo de insultos y se lastiman y cortan en los brazos, la cara y los pies. Si bien Nathaniel es más pequeño, es Increíblemente fuerte. Al mismo tiempo, Catusalém se contiene, lo suficiente como para no dañarlo de verdad, pero el pequeño es toda ira y toda impotencia, está atacando con toda su fuerza y toda su voluntad.

Los guardias comienzan a llegar, alertados por la pelea e intentan separar a ambos gatos, que se han mordido y rasguñado al punto de romper su ropa y de manchar sus anaranjados pelos de un rojizo perlado. Una maraña de pelos da vuelta alrededor de los dos cuerpos, mientras maúllan con gran dolor y enojo. Los guardias son mucho más grandes y fuertes, pero los pequeños no hacen caso y a demás de eso también los lastiman. Les cuesta muchísimo poder separarlos, aunque finalmente lo logran. Catusalém mira a su hermano, con tristeza, pero el otro lo mira con odio, como si quisiera matarlo. Lo peor de la pelea es que después tendrán que hablar con papá. Cat odia "hablar con papá".

De pronto, como si fuera un trueno repentino antecesor de una gran tormenta, se escucha un disparo. Todos los guardias son alertados. Están sumamente nerviosos y acceden al instante a sus intercomunicadores implantados en los auriculares. Tras unos segundos vuelve la calma y cada uno de ellos vuelve a sus posiciones. El disparo ha sonado exactamente en el despacho de su padre, Cat lo sabe. Podría jurarlo, pero si los guardias están tranquilos es porque nada le ha pasado al patriarca. Ya más tranquilos, Los hermano se acercan.

—¿Con quién estaba reunido papá? —Murmura Catusalém, lo suficientemente bajo como para que solo su hermano lo escuche.

—Con tío Luigi. —Responde Nath.


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