Emboscada

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Música sugerida para el capítulo: "Fideles - The Puzzle".

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Como si fueran pequeñas arañas trepando por un muro, las pequeñas y peludas manecitas de los zorros y gatos van acercándose a la ventana elegida. A Conrado no le gusta nada tener que ser una carga, pero no hay otra forma de que el pequeño pueda subir a esa altura. Lupo realiza un gran esfuerzo. Probablemente aquella escalada lo deje agotado, pero no muestra signos de cansancio o de molestia. Conrado desea con todas sus fuerzas que lleguen rápido y puedan ingresar, solo para tener que dejar de ser una carga para su amigo. El ambiente permanece extrañamente silencioso. Al cabo de unos extensos minutos, probablemente hayan llegado a una hora o más, llegan a la ventana. Uno de los gatos se acerca hasta ella y saca de su bolsillo un pequeño artefacto en forma de bolígrafo. Es muy probable que sea un vitrotransmisor.

Efectivamente, el gato acciona un mecanismo y de la punta sale una potente luz anaranjada. Ilumina todo el sector de la ventana que posee vidrio y la luz se torna rojiza. Después, como si fuera una especie de humo, el vidrio comienza a condensarse y evaporarse. En realidad, todo ese vapor viaja hasta el extremo del vitrotransmisor. Unos segundos después el vidrio ha desaparecido y uno a uno los seres van ingresando en la habitación, en completo silencio. El pequeño cuarto esta suavemente iluminado con un candil de luz roja y no posee demasiados muebles. Probablemente sea un cuarto de guardado, quizá un deposito o tal vez no tenga un uso especifico. En ese momento, parece ser un lugar seguro.

Cuando todos están adentro, el gato vuelve a sacar el artefacto e ilumina todo el sector absorbido. La luz rojiza comienza a tornarse anaranjada y el vapor es expulsado de pronto hacia la ventana, haciendo un pequeño crujido. De un momento a otro, el vidrio ha aparecido de nuevo. Los vitrotransmisores se utilizan en arquitectura para adaptar distintos tipos de vidrios a ventanas multiformes, o para reubicar vitrinas. Jamás se le hubiera cruzado por la cabeza a Conrado utilizarlos de esa forma.

—Silencio. —Murmura Lupo.

El zorro tiene accionado el relevador de espacio y está haciendo un diagnostico del entorno. Después de realizar la evaluación envía la información al resto de los presentes, para que cada uno pueda saber en donde se encuentran y que espacios son más peligrosos que otros. A simple vista, están rodeados de una veintena de cuartos. Cada uno de ellos tiene dos o tres puntos de calor. Se mueven relativamente despacio. Quizá sea un horario de descanso o estén trabajando en otros menesteres. De cualquier manera hay que moverse con sumo cuidado. Saliendo del cuarto, los gatos, zorros y Conrado se encuentran con dos largos pasillos. Uno de ellos termina en una escalera ascendente, el otro en una descendente.

—Creo que deberíamos bajar. —Dice Nathaniel.

—¿Porqué? —Responde Lupo.

—Si en algún lado tienen presos a nuestros amigos, tiene que ser abajo.

—No le veo razonamiento. —Exclama el zorro.

—Muy bien, decide tú entonces. —Agrega el gato.

Lupo se queda pensativo unos instantes y después lanza un gran suspiro. Mira hacia ambos lados del pasillo y examina con su relevador los distintos puntos de calor en ambos extremos. Si suben, se encontraran con pocos guardias, o lo que sea. Si bajan, estarán atestados de ellos. Lamentablemente, la elección más peligrosa es la correcta. Catusalém y Nira deben estar muy bien custodiados.

—Que sea abajo entonces. —Murmura Lupo.

Con finos movimientos y casi sin tocar el suelo los animales van desplegándose por el largo pasillo y después comienzan a bajar por una escalera sin fin. Quizá sea a propósito o quizá no, pero la fortaleza esta ligeramente inclinada, por lo que los seres tienen que ir sosteniéndose de las paredes e ir haciendo fuerza hacia atrás para no caer. Conrado se quita suavemente los zapatos para hacer menos ruido y el grupo lo agradece. El pequeño saca a demás de su bolsillo el holodetector y lo enciende. Se supone que para rastrear la dirección ip del holograma se tiene que estar lo más cerca posible del punto de salida del programa. Una vez allí tendrá que hackear el sistema para obtener la dirección. Sería de una increíble ayuda poder contar con Jade en ese momento, pero intentara hacer todo lo que este en sus manos.

Unos minutos después las escaleras se acaban e ingresan a un gran salón. La extensión es al menos cuatro veces lo que es toda la casa exilĭum. Está completamente vacío. Lupo comienza a mostrar signos de confusión. Frunce el ceño. Baja rápidamente su visor y uno de sus ojos se ilumina en verde. Analiza los cuartos que supuestamente rodean al salón y encuentra movimiento en casi cada uno de ellos. Los puntos rojos se mueven, van y vienen lentamente, pero ninguno realiza grandes acciones o camina largos espacios. Conrado nota su preocupación.

—¿Qué pasa Lupo? —Le pregunta.

—Algo no anda bien. —Contesta él.

Al final del salón, coronado por un marco sin puerta rodeado de flores rojas y de manecillas de reloj, hay otra escalera descendente.

—¡Vamos Lupo! —Le dice Nathaniel, en voz baja pero con firmeza. —Hay que seguir bajando. Si tenemos una oportunidad es esta.

El resto del grupo asiente, animando al líder tácito a que continúe con su labor. Lupo mueve la cabeza, como si quisiera sacarse de encima los pensamientos conspiranoicos y continúa su paso. El resto lo siguen. Delante de ellos aparece la escalera, que vuelven a bajar. Esta está todavía más inclinada que la anterior y cuesta mucho bajar. Después de unos minutos los pies están cansados y los pulmones agitados y músculos tensos molestan. Finalmente, tras un largo rato, vuelven a dar con un gran salón, idéntico al anterior.

—¡Esto no es cierto! —Dice Lupo. —Hay que descansar.

El grupo se queda un instante en silencio, mientras el líder vuelve a tocar sus auriculares y analizar el entorno. El resultado que arroja es exactamente el mismo. En un momento, azotado por los pensamientos oscuros que vuelven a rodearlo, cree escuchar una respiración.

—¡Silencio! —Les dice a sus compañeros. —¡Nadie respire! ¡Nadie murmure ni diga nada!

El zorro se encorva, abriendo grandes los ojos y tratando de afilar las orejas, que se mueven en todas direcciones. No vuelve a escuchar una respiración, pero su olfato es demasiado delicado como para darse cuenta de que algo está sucediendo en aquel entorno.

—¿Qué sucede Lupo? ¡Tenemos que continuar! —Exhala Nathaniel.

Lupo se da vuelta, mirándolo con ira. De sus ojos parece salir el mismísimo infierno. Conrado, que esta cerca, vuelve a tener esa sensación de que el zorro va a atacar al gato en cualquier momento. Como en la casa exilĭum, lo mira desafiante y el resto de los gatos y zorros están expectantes, esperando el comienza de la pelea. Al igual que el niño, no entienden el porqué del desafío, pero no se atreven a decir ni hacer nada.

—¿De verdad lindo gatito? ¿Tu estúpido y sofisticado olfato no huele nada?

Lupo agarra su arma y la prepara, accionando el interruptor de carga de energía. Después comienza a apuntar a la nada, a las paredes. En ese momento Conrado se da cuenta de que el holodetector está titilando como loco. Lo saca de su bolsillo y se da cuenta de que hay una increíble actividad holográfica en ese lugar.

—¡No estamos solos! —Grita el zorro.

Los demás accionan sus visores y en ese preciso momento ven como todas las manchas de color rojo desaparecen por completo de los alrededores. Unos segundos después comienzan a aparecer nuevamente, pero en el gran salón, justo donde están ellos. Al levantar los visores, ven como salen de entre las paredes, materializándose, los cuerpos de decenas de guardias fuertemente armados y protegidos. Han estado escondidos todo ese tiempo detrás de un holograma. No es lo peor, justo en medio, apareciendo al ultimo, coronando una gran entrada, se corporeiza Thania. Ni Conrado ni Lupo la recordaban tan grande, pero al lado de todos los demás parece francamente un gigante.

—Muy bien... —Murmura. —Lo has hecho muy bien. Me los has traído a todos, justo como te lo pedí... Nathaniel.

NIRA en DeadpunkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora