La líder y el gato

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Música sugerida para el capítulo: "Eleven Of July - Hybris".

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El segundo día vuelve a ser igual y el tercero también. Thania ingresa en el salón, agarra a Nira del cabello y la zarandea con fuerza, mientras intenta sacarle información. No hay palabra comprometedora que salga de la boca de la mujer de pelo violeta. Ninguna vez. Al final del día, los guardias ingresan, se cercioran de que esté bien y le cambian las vendas. Le dan algo de comer, pero muy poco y la dejan tal cual. Al cabo de unos días Nira se da cuenta de que no la están curando. Le cambian vendas sí, le dan algunos anestésicos, pero su brazo sigue igual. Por alguna razón necesitan mantenerla de esa forma, sin que su estado empeore, pero que tampoco mejore. El modulo sigue allí, roto. Si tan solo pudiera ingresar a su mundo digital y escuchar un poco de música. Ni si quiera sabe donde están sus auriculares...

Al cuarto día llega Catusalém. El gato esta algo lastimado, pero se lo ve mejor que Nira. Excepto el fuerte golpe que tiene en el rostro y la suciedad, parece estar bien. Lo traen dopado. Entre varios guardias lo amarran a otro de los postes que hay en el salón y lo dejan allí. Nira está algo dormida cuando lo ve entrar, así que no intenta despertarlo, pero al cabo de unas horas, el mismo comienza a moverse. Tampoco tiene sus auriculares, pero su modulo está intacto. Es inútil, no pueden comunicarse con nadie, ni pedir ayuda, ni enviar una señal de ubicación sin la conexión auditiva. El gato rezonga. Algo en su pierna le molesta, después se da cuenta de donde está y comienza a investigar todo a su alrededor. De pronto, da con Nira.

—Gatito... —Dice Nira, sentada en el suelo.

Catusalém sigue quejándose de algunos dolores y después se incorpora, haciéndole una tierna sonrisa.

—Que bueno verte Nira. Tenía la terrible sensación de que...

Antes de continuar, el gato mira el brazo de su amiga. Verla de esa manera lo hace quedarse un poco más tranquilo.

—Estoy bien. —Le dice ella. —¿Cómo estás tú?

—Igual. La verdad que estar ahora contigo me pone mucho mejor. Es una preocupación menos.

—Me pregunto cómo estará Conrado. —Solloza Nira. —No la tenían nada fácil allá afuera.

—No te preocupes. —Maúlla el gato. —Está con Lupo y eso es una garantía.

—¿Te hicieron preguntas Cat?

—Muchas... —Suelta él. —No fue fácil estar allí, pero no me han sacado nada que les sirva, aunque yo a ellos sí.

—¿Qué está sucediendo? —Pregunta Nira.

Catusalém es consciente de que es muy probable que ella sepa que están metidos en un lio y porqué, pero ambos se conocen bien. Es casi seguro que han de estarlos vigilando, seguramente escuchando y esa pregunta está acompañada de ese miedo. El gato decide seguirle el juego, que es la mejor forma de cubrir su espalda. Al fin y al cabo, él sabe porque está allí y que es lo que quieren con él.

—Mi padre ha pedido mi cabeza, eso es un secreto a voces desde hace mucho tiempo. Los conflictos entre las familias han ido escalando bastante los últimos meses y parece que yo, por alguna razón he quedado en medio. Mi padre hizo algunos negocios con Thania y no se si no se los cumplió o ella no quiso que eso sucediera. En fin... ahora ella me tiene. Yo soy lo que mi padre más desea y curiosamente mi padre le debe varios favores a esta gigante.

—Eso no se oye nada bien. —Contesta Nira.

—La verdad que no. —Susurra el gato. —Encima de todo quedaste tú en medio. Me parece que Thania piensa que eres alguien que no eres.

—Ya lo sé. Hace días que intenta interrogarme, pero no cree mis palabras.

Los dos se quedan en silencio. El discurso ha sido bastante convincente y es seguro de que si están siendo escuchados hayan dado en la tecla. Eso arreglaría parte del problema, aunque no el de Catusalém, que ha pasado a ser una suerte de preso político. En el caso de Nira, tocara esperar si realmente su madre aparece por ella. Aunque hace años que no la ve, Nira esta segura de que, en su inteligencia, no es muy probable que su madre caiga ante ese tipo de provocaciones sin estar cien por ciento segura. Eso si está viva...

—¿Has visto como desaparece? —Susurra Catusalém.

—¿Quién? —Pregunta Nira.

—Thania. —Continúa él. —No sé qué clase de tecnología utiliza. Parece como si fuera un holograma, una cosa antigua, pero no sé cómo lo usa. Simplemente comienza a desaparecer, como si la nada misma la engullera.

—No lo había notado. Pero ahora que lo dices...

A la mente de Nira viene esa sensación extraña que ha tenido los últimos días. Piensa en ello y se da cuenta de que cada vez que Thania se va parece que estuviera desapareciendo en la oscuridad. La realidad es que no le ha prestado demasiada atención. Nira ha pensado que tenía que ver con la luz, con las sombras, pero si lo piensa bien es claro. No solo eso, la noche de la fiesta de Catusalém recuerda haberla perdido de vista varias veces. Incluso tratándose de alguien tan grande y con características tan marcadas. Nadie la había visto. Era como si apareciera y desapareciera.

—La noche de la fiesta... —Solloza Nira.

—¡Exacto! —Dice el gato. —Esa es la razón por la que nadie la vio y por lo que pudo escabullirse tan rápido.

—¡Maldita perra! —Exclama Nira. Después se queda pensando unos segundos en esa expresión y se da cuenta del detalle que ha venido observando día tras día.

—¿Has visto a los perros? —Le pregunta la líder a Catusalém.

—Sí. —Contesta él, con duda. —Duermen en las puertas de estas especies de celdas. También están en los corredores. ¿Por qué?

—¿Por qué? ¿No has notado nada extraño? No se... no los he visto saltando, ni sedientos de sangre, ni aspirando oxigeno del aire.

—No están lo suficientemente envenenados Nira. —Dice el gato.

El rostro de confusión de ella deja pasmado.

—Supongo que es algo que no sabías...

Nira mueve la cabeza de lado a lado, con la duda aun recorriendo su mirada y su semblante.

—¿Has visto alguna vez un perro interespecie? Claro que no... —Suelta Cat. —Los perros son criados por el gobierno en granjas de trabajo. Desde pequeños les inoculan ese veneno maldito, que los destruye por dentro. No tengo idea con que lo hacen o que ingredientes tiene, pero es un veneno adictivo. Los perros tienen un gran olfato, mejor que el de cualquier animal, a demás de una agilidad envidiable y una resistencia que excede a cualquier otra especie. Por eso no los han dejado evolucionar. Este veneno impide el crecimiento celular y destruye las cadenas de encimas que mantienen unidas las neuronas del sistema nervioso. Así los vuelven armas perfectas, fáciles de controlar. Armas... pero están vivos.

Nira vuelve a mirar al perro que reposa en la puerta. Esta hecho una bolita, parece que tiene frio. Se escucha además la respiración entrecortada, como si le costara respirar pero su lomo se mueve suavemente. Duerme con tranquilidad, como si no hubiera nada en el mundo que lo molestara. Nira está segura de que no volverá a ver a los perros de la misma forma, aunque seguirán siendo las peligrosas armas mortales que han sido hasta aquel día.

—Detrás de esos dientes partidos, de ese veneno que los enceguece y les nubla el juicio hay un ser que respira y que siente. —Completa Catusalém. —Tengo la teoría de que si ellos los usan en contra nuestra...

El gato no termina la frase, pero Nira sabe lo que ha querido decir. Cómo es probable que estén escuchando, es mejor mantener ciertas formas y hablar con sumo cuidado de cualquier plan o pensamiento. La líder mira al gato, que está a unos metros y le hace algunas señas con el rostro. Ambos saben que juntos son más fuertes que separados y por sus miradas y sus gestos también ambos comprenden algo. Es imperativo que salgan de allí. Tienen que escapar.

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