Dentro del tubo

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Música sugerida para el capítulo: "Kryptos - Garuda".

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—La verdad, ahora me vendría muy bien un jugo de vertiente. —Desliza Nira.

Los caños son angostos, oscuros y huelen mal. El nivel de oxigeno es bastante bajo, aunque no tanto como los suburbios de Deadpunk. El problema es la peligrosa mezcla de nitratos, fosfatos y plásticos que decantan las maquinas. A demás de eso, Conrado no se equivocaba, entran con lo justo y eso les resta mucha velocidad. Les será difícil llegar al final del túnel antes de que los desechos salgan por el desagüe. A Nira no le importa, ella dice que la vida se compone de 5 por ciento suerte y 95 por ciento adrenalina. Un pensamiento que la ha llevado a estar al limite muchas veces.

—Wooow... Esas cosas si que son fuertes. —Agrega Conrado. 

Los jugos de vertiente son distintos tipos de tóxicos sacados justamente del rio y mezclados en niveles mínimos. Lo suficiente para causar taquicardia, pequeños espasmos y una delirante euforia. Conrado no lo sabe, pero después de que Nira tuvo la recaída tomando "libertad" no ha vuelto a consumir. Por un lado porque no tiene los créditos suficientes y por el otro porque estar tan cerca de la muerte le dejo un gran susto. Está limpia hace varios días y eso la pone ansiosa. Transpira, no puede pensar con claridad y está deseosa de un poco de adrenalina natural. Es capaz de animarse a las más peligrosas situaciones.

—Supongo que lo dices porque te contaron pequeño. —Le sonríe ella, examinándolo con la mirada y levantando una ceja. Después le pone una mano en el hombro y le da palmaditas de ternura.

—Por supuesto. —Responde él, tratando de ocultar su mentira. 

Al lado Catusalém trabaja en el micro arreglo de unos barbijos Hazel que aun tienen algo de adrenalina. Con una pequeña pinza eléctrica va soldando unas microrroturas que destacan entre los filtros circulares. Son una antigüedad, pero siempre son necesarios y pueden sacarlos de una situación complicada. Escucha atentamente lo que dice Nira y comienza a pensar en los distintos eventos que tiene en el corto plazo.

—En dos días tengo una fiesta Nira. Si salimos vivos del río puedo darte un pase libre, pero tienes que controlarte. —Maúlla el gato. 

—¿Y cuando me he descontrolado en una fiesta tuya? —Responde ella. 

—En todas. —Responde él. Lanzando una risa, que contagia también a Conrado.

—¡Atención chicos! —Interrumpe Jade. —Los operarios están llegando.

Han estado casi una hora dentro del tubo, esperando. La ansiedad de Nira los ha hecho entrar bastante tiempo antes. Ella argumentó que era por protección, que podía llegar algún guardia, alguien que tuviese un turno nocturno. La realidad es que no quería que vieran su rostro transpirado ni su semblante caído. Su cara esta mas pálida de lo normal. 

Los operarios comienzan a trabajar y a acceder a los sistemas de las maquinas. Parece que están completamente ajenos a lo sucedido la noche anterior. Cada una de las usinas tiene un domo protector por dentro, en caso de cualquier catástrofe o problema exterior. Por dentro todo funciona con normalidad. Poco a poco van apareciendo los distintos ruidos de las maquinas. Primero configuran el sistema, después se encienden los tubos, después el flujo de agua para enfriar los motores...

—Bueno chicos, no les voy a poder ser de mucha ayuda, así que les deseo la mejor de las suertes. —Dice Jade. —Tengan a disposición los barbijos Hazel, estén atentos a los pisos que son resbalosos y al llegar al rio pongan sumo cuidado en no consumir nada del agua y en llegar a los techos lo mas rápido posible. 

—¡Deltas unidos! —Dicen al unísono, susurrando.

Nira toma las manos de sus compañeros, los mira a los ojos y comienza a contar, al mismo tiempo que del otro lado Jade le va susurrando el tiempo exacto. 5... 4... 3... 2... 1... De pronto se escucha un poderoso estruendo y una repentina ráfaga de aire nauseabundo los despeina. El ruido del motor iniciando hace un ensordecedor crujido y las paredes parecen comenzar a moverse. El suelo empieza a temblar y Nira aprovecha para gritar.

—¡Ahora!

Lo más rápido que pueden comienzan a correr, encorvados e incomodos, a través del tubo. La ráfaga de aire ayuda a que sean empujados, pero la realidad es que no llevan la velocidad suficiente. Los minutos comienzan a pasar y el ruido comienza poco a poco a descender. Los tubos están ya casi limpios. De un momento a otro la ráfaga de viento comienza a descender y se divisa, muy a lo lejos, una abertura de luz. Es la luz de la salida. Faltan al menos ciento cincuenta metros. No van a llegar.

—¡Cat! ¡Aprovecha y sal de aquí! Nosotros nos arreglamos con los barbijos.

—¡No señora! —Maúlla el gato. —¡Unidos o nada!

Al cesar el ruido, otro gran estruendo comienza poco a poco a subir en intensidad. Es un sonido agudo. Las maquinas están listas para sacar fuera todos los desechos acumulados. El zumbido les lastima los oídos. Nira agarra al gato del brazo.

—¿Señora? Maldita sea Cat. Necesito que te adelantes, tienes la agilidad para hacerlo. Nosotros nos arreglamos. Ayúdanos saliendo afuera y haciendo un relevo del perímetro. Vamos a estar bien. ¡Necesitamos saber con que nos vamos a encontrar afuera!

—Lamento decirte que Nira tiene razón. —Agrega Jade.

Maldiciendo y refunfuñando, el gato hace caso. De pronto, ese ser felino y erguido que estaba intentando moverse entre los caños se abalanza al suelo. De un instante a otro, en cuatro patas, comienza a correr a toda velocidad. Parece una mancha anaranjada siendo expulsada a toda velocidad. No tarda demasiado en llegar hasta el otro lado. Mucho mas adentro, a ciento cincuenta metros, Nira y Conrado se colocan los barbijos con sumo cuidado y activan el aspersor de adrenalina. 

—Ahora, quiero que me escuches pequeño. Vas a agarrarte de mis manos y todo va a estar bien. —Dice Nira, como si supiera exactamente lo que va a pasar. —Cuando yo lo diga vas a dejarte caer al suelo. Trata de respirar lo menos posible y cierra los ojos.

—Tengo lentes. —Contesta él, divertido.

—Si, pero yo no. —Dice ella.  —¡Ahora! —Grita eufórica.

El sonido que antes era agudo hace una implosión y el suelo que estaba temblando ahora parece moverse para todos lados. Nira y Conrado caen al suelo, al tiempo que todo se oscurece y desaparece cualquier sonido. De un momento a otro son impulsados por una potente y pesada carga de aire, basura y liquido. A medida que van moviéndose dentro del caño, Conrado va viendo como pasan a toda velocidad infinitas texturas y una gama de colores oscuros. La sensación de estar allí dentro moviéndose es de libertad, pero una libertad húmeda. Nira agarra las manos del pequeño con fuerza y ambos son expulsados de pronto con dirección al río. Mientras están en el aire, suspendidos, a punto de caer en ese torrente contaminado, sienten como un poderoso enganche los tira hacia otro lado.

Caen así sobre un montículo que tiene pedazos de caños inutilizables, basura y tierra. Los vapores que despide el rio son increíblemente nauseabundos. Conrado le acerca a Nira una especie de trapo y esta se refriega los ojos. Al abrirlos, delante de ella, increíblemente seco e impoluto, esta parado Catusalém. Como si fueran dos delantropos, los ha atrapado con una cuerda sintética y los ha arrojado hacia la basura.

—Ahora tiene virtudes de cowboy. —Le dice Conrado a Nira, mientras señala al gato.

—Maldita sea. —Contesta ella. —Hay que volver a hacer esto de nuevo, aunque el olor es indescriptible.

Alrededor, como si fuesen pequeñas dunas, se amontonan toda clase de basuras. El rio no solo funciona como un lugar de salida para todo tipo de desechos, sino que la mayoría de los drones acomodan la basura de Deadpunk ahí.

—Sí. —Hay que hacerlo de nuevo, pero después de que me bañe. —Susurra para si Nira.

NIRA en DeadpunkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora