PRÓLOGO

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Mayo 7 del 2024, New York.

00:03

La joven Blackwood se endereza de golpe sobre su cama, con la cara blanca y el sudor corriendo desde su frente hasta su pecho acelerado, puesto que un horrible sueño la hizo levantarse. No había mucho sentido en él ,pero eran las sensaciones de angustia y terror las que obligaron a la joven a despertar de esa manera.

Un susurro de una voz fría, sin vida se repetía en su cabeza una y otra vez.

Corre.
Corre, Beth.
¡Corre!

Si tan solo la joven recordará la importancia de esa advertencia.

Abrumada por el revuelo de sensaciones en su pecho decide levantarse de su cama, el frío del suelo la hace sentir algo más que esa extraña punzada en su pecho. Arrastrando sus pies camina hasta llegar a su baño.

El departamento se siente más solo que de costumbre.
Tranquilamente se despojó de su camisón para dormir y su ropa interior, el agua caliente quemando su piel calmaba sus nervios alterados por un horrible sueño.

Duró aproximadamente una hora debajo del agua, aún desconcertada por ese malestar en su cuerpo.

¡Corre, corre, Elizabeth!

Atormentaba la cabeza de la chica.

Envuelta en un cálido albornoz sale de su reconfortante baño de medianoche, eliminando por completo el sudor de su cuerpo, el calor ayudaba a recuperar el color en su piel. Pero esa extraña sensación no se iba.

La vida puede detenerse pero el tiempo nunca, las horas pasaron rápido, mas cuando la joven no parecía quedarse quieta en un solo lugar, dormir no era una opción, aterrada de volver a soñar de esa manera tan macabra optó por terminar sus proyectos escolares, repaso un poco para los exámenes próximos.

Como era costumbre en la rutina de la joven, se arreglo como era propio de una señorita de la alta sociedad inglesa, las faldas entabladas eran su distintivo, siempre usando su casa de moda favorita, Chanel.

Arreglo su larga melena hacia atrás, siendo una linda diadema la encargada de mantener su cabello en su lugar, pequeñas ondas se formaban al final de sus puntas dándole un aspecto inocente, tierno.

No había necesidad de usar maquillaje, sin embargo ante una noche tan pesada el corrector hizo su trabajo ocultando las oscuras ojeras que se formaban debajo de esos oscuros ojos. Ese color tan peculiar solo lo compartía con una persona, su abuela.

Nain, en la antigua lengua materna, que compartían ambas.

Era un color negro profundo, mas oscuro que el cielo, pero mas brilloso que un diamante, causante de muchas bromas malvadas en su infancia, y de flechazos en su adolescencia. Para muchos una premonición de mala suerte, para otros un signo de poder.

Sea cualquiera de las razones era un hecho que la pelinegra era hermosa, una reencarnación de la diosa afrodita, enamoraba con su sencillez en su actuar e hipnotizaba con su extravagante forma de vestir, con ese estilo caro lleno de clase.

Abrigada con un felposo abrigo Saint Laurent caminaba la por el campus de la NYU, el clima a veces le recordaba al clima de casa. Al parecer solo los ingleses encontraban algo hermoso en un cielo gris pálido, con un frío que te congelaba hasta los huesos, solo ellos encontraban la felicidad en los más mínimos detalles.

— Buenos días —saluda la joven al portero.

— Señorita Elizabeth.

Elizabeth portaba una amabilidad genuina, nunca miraba mal o trataba mal a la gente, menos sin conocerla. Simplemente no había maldad en la joven. Ganándose así el respeto de la gente, y el corazón de uno que otro joven enamoradizo.

La Herencia BlackwoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora