Suspiró pesadamente esperando pacientemente.Jugueteo con unas figuritas de madera en forma de dioses griegos.
—¡Profesor!
Chilló incrédula ante ese manotazo.
—Deja, no es tuyo.
Lo observo sentida por ese gesto, siempre me trata bonito, me recargo en mi asiento acariciando mi mano.
Mi mirada se desvía recorriendo toda la oficina, que he escrutado mil veces.
—¿Dónde estás viviendo actualmente? —inquiere sin despegar la mista de los resultados de mis exámenes.
—Bath.
Su expresión indiferente cambia por un ceño fruncido, levanta la mirada atraves de su lentes. Esos amables ojos celestes me observan entrecerrados. Inquisitivo.
—¿Por?
—Vivir en Black Rose House me abruma, todo el dolor está ahí. Ya no podía con eso.
No mentía, últimamente no puedo quitarme esta sensación que se forma en mi pecho cada que piso lo que antes solía llamar casa. Simplemente se siente extraño. Doloroso.
—¿Solo eso? —inquiere dejando los papeles de lado.
Desvió la mirada.
—¿A dónde quiere llegar? —me atrevo a preguntar, observando la foto enmarcada en el estante.
—Pongo atención. Siempre —aclara remarcado su acento—. He visto el distanciamiento entre los Dagger y tú, se supone que Dylan y tú son como uña y mugre, ¿qué sucedió?
—Tuvimos una pelea. Una grande.
—Eso ya lo sé —confiesa moviendo las manos exasperando—. ¿Cuál fue el motivo?
—Somos demasiado tóxicos entre nosotros, no lo sé —me encojo de hombros.
Una carcajada me hace regresar mi vista al profesor Jenkis. Su cabeza se mueve de un lado a otro entre burla y incredulidad.
Deja de reír solo para mirarme fijamente, me molesta que se ría. Se supone que él es bueno dándome consejos, por eso confío en él. No para que se burle de mis desgracias.
—¿Tóxicos? —repite—. Por favor demonio, ¿que es la familia sin un poco de toxicidad y peleas? Son adolescentes, no piensan, no ven más allá de sus propios y patéticos problemas. Déjense de pendejadas y hablen como adultos. Esto es absurdo viniendo de herederos de la mafia.
Intento hable para defenderme pero me interrumpe.
—Creí que eras madura, fuerte. Pero esto no es alguien maduro y mucho menos fuerte, es de alguien inseguro y débil.
Me rompo.
Golpeo el escritorio del profesor dejando caer la palma de mi mano con fuerza, levantándome de mi lugar.
—¡Soy insegura y débil! —exclamó al borde del llanto—. Cada cosa que hago bien se ve opacado por mil cosas peor, no puedo más. He soportado demasiado desde que llegué aquí. Es imposible para mí seguir siendo fuerte. Lamento mucho decepcionarlo profesor.
—No eres débil, ni insegura.
Rio irónicamente.
Gruño al sentir el escozor en la palma de mi mano, la sujetó acariciando la piel rojiza.
—Estas cansada —señala por lo que ve.
Cubrí mi rostro con la palmas de mi ambo, asintiendo.
—Lo estoy. Mucho.

ESTÁS LEYENDO
La Herencia Blackwood
Mystery / ThrillerTras cinco años de ausencia, Elizabeth Blackwood regresa a Inglaterra para despedirse de su último familiar. Pero su retorno la arrastra hacia un abismo sombrío, donde las mafias internacionales -rusa, mexicana, italiana, japonesa e inglesa- juegan...