Capítulo 32 - Aceptando sentimientos

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Kara se había transformado en una sombra de sí misma. Las paredes de su apartamento, que alguna vez fueron un refugio de calma, ahora se sentían como una prisión. Cada segundo que pasaba en soledad, el peso de la ausencia de Diana la aplastaba un poco más, como una presencia fantasmal que no la dejaba en paz. Había algo inquebrantable en el dolor que sentía por la pérdida de Diana, una culpa y nostalgia que la mantenía atrapada en un espiral de dudas.

Se sentó al borde de la cama, donde habían compartido risas y confidencias tantas noches y ahora solo quedaba un vacío imposible de llenar. Recordó cómo Diana solía entrelazar sus dedos con los suyos, la calidez que eso le daba y cómo ahora solo sentía el frío de la soledad.

Sin embargo, la intensidad de las emociones que Lena le generaba superaba el dolor de la pérdida. Cada vez que la pensaba, sentía una mezcla de deseo y culpa. Sabía que pensar en Lena de esa manera no estaba bien, especialmente cuando todavía sentía algo por Diana, pero no podía evitarlo. Lena parecía un misterio que no podía resolver y una tentación que entraba en sus pensamientos más profundos.

Kara se sentía frustrada y apretó los puños. No podía comprender cómo había llegado a este punto, donde todo lo que había creído conocer se estaba desmoronando. La suspensión del trabajo solo empeoraba las cosas, dejándola sin una distracción ni un propósito. Había dedicado su vida a ayudar a los demás, a salvarlos de su propio sufrimiento y ahora no podía ni siquiera salvarse a sí misma.

Se levantó rápidamente de la cama y caminó hacia la ventana, mirando las luces de la ciudad en la distancia. El mundo continuaba girando sin prestar atención a su sufrimiento, lo que la enfurecía. Quería gritar, romper algo o hacer cualquier cosa que la hiciera sentir mejor, pero sabía que nada de eso cambiaría lo que estaba sintiendo.

El sonido de su teléfono la distrajo. Su mano temblorosa lo agarró y vio un mensaje de Lena. Habían pasado cuatro días desde que Diana se había ido y Lena estuvo llamando, buscando alguna noticia o indicio que le dijera de que la rubia estuviera bien. Desbloqueó el teléfono y leyó el mensaje de la pelinegra.

Lena: Kara, ¿podemos hablar?

Ella experimentó una mezcla de sentimientos contradictorios debido a ese simple texto. Aunque una parte de ella deseaba ignorar el mensaje y permitir que Lena se convirtiera en otro de sus problemas sin resolver, otra parte ansiaba con escuchar su voz y sentir consuelo. El teléfono volvió a vibrar en su mano, era otro mensaje de la pelinegra.

Lena: Ya salí del trabajo y voy de camino a mi casa. Quisiera saber cómo estás. Si necesitas algo o a alguien para hablar.

Kara sintió su corazón latir más rápido. Sabía que Lena estaba tratando de ser comprensiva, de estar ahí para ella, pero en ese momento, todo lo que podía sentir era una abrumadora culpa. ¿Por qué Lena tenía efecto sobre ella? ¿Qué era lo que la hacía sentir tan viva y culpable al mismo tiempo?

Lena: Lo siento, ya es super tarde y yo aquí molestándote.

Al leer eso, Kara se apresuró a escribir.

Kara: Nunca molestas, Lena.

Lena: Por un momento pensé que no responderías. ¿Estás bien?

Lena: ¿Necesitas algo?

Kara: Estoy bien, gracias.

Kara se quedó mirando el teléfono, sintiendo que su respuesta había sido más fría de lo que pretendía. No quería alejar a Lena, pero tampoco sabía cómo manejar sus propios sentimientos en ese momento.

Lena: ¿Segura? Sé lo entregada que eres en tu trabajo y por mi culpa te suspendieron.

Kara: Dije que no fue tu culpa. Fue algo que hice sin pensar. Algo que se pudo prevenir.

𝑺𝒉𝒂𝒅𝒐𝒘𝒔 | 𝑆𝑢𝑝𝑒𝑟𝑐𝑜𝑟𝑝 𝐴𝑈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora